El pasado lunes 4 de marzo el gobierno imperialista de Donald Trump anunció la reactivación de una cláusula de la ley Helms-Burton que se encontraba suspendida y podría entrar en vigencia a partir del día 19 de este mes. La cláusula establece sanciones contra toda empresa cubana que haya nacido de las expropiaciones tras la Revolución y obliga al Poder Judicial de EE.UU. a aceptar cualquier demanda contra estas empresas. En total son cerca de 200 grandes y medianas empresas estatales cubanas. John Bolton, consejero de seguridad nacional de EE.UU., defendió esta medida acusando a Cuba de apoyar al gobierno de Nicolás Maduro. El imperialismo busca con esto intensificar el bloqueo económico criminal, que no solo significa presionar y sancionar a empresas cubanas, sino también a cualquier empresa extranjera que intente establecer relaciones económicas con Cuba. La misma ley es la que indica que todo buque o avión extranjero que ingrese a territorio cubano por cuestiones comerciales, tendrá prohibida la entrada a Estados Unidos. Esta última parte de la cláusula, sin embargo, seguirá suspendida por unos treinta días más ante las quejas de la Unión Europea que, a diferencia de Estados Unidos, si mantiene relaciones comerciales con Cuba.

El recrudecimiento del bloqueo se debe a que EE.UU. se encuentra empantanado tras los grandes reveses en sus planes para acabar con la Revolución Bolivariana y con el gobierno sandinista de Nicaragua. El poder real en EE.UU. se imaginaba a esta altura tener un control absoluto sobre Venezuela y que ahora tendrían vía libre para atacar de forma directa a Cuba y a Nicaragua. Lejos de conseguir sus objetivos, tanto el gobierno de Venezuela como el de Nicaragua salieron fortalecidos. Esta compleja situación torna al imperialismo más peligroso y agresivo; a tal punto que en una entrevista con la cadena CNN el mismo Bolton defendió públicamente y sin vergüenza la doctrina Monroe, que considera a América Latina como patio trasero de Estados Unidos. Además tildó a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua como la “Troika de la Tiranía”, una especie de “eje del mal” de George Bush. Nuevamente la historia parece repetirse. Sin embargo, Cuba tiene 60 años de experiencia en este tipo de agresiones y siempre supo salir victoriosa.