Desde el anuncio gubernamental de la puesta en marcha del programa “Precios esenciales”, encontrar los exiguos 64 productos enunciados se ha convertido en una saga parecida a la búsqueda del Santo Grial.

El alivio anunciado por los funcionarios a partir del pacto de caballeros alcanzado con 60 empresas alimenticias nació muerto, ya que los caballeros en esta época pueden ser encontrados en cualquier lado menos en el empresariado argentino.

Cómo será la mentira, que ya antes de entrar en vigencia desde los medios hegemónicos advertían aumentos de entre 5 y 20% de los precios anunciados. El mismo medio aseguraba que sólo existían 45 de los 64 propuestos, a la vez que afirmaba que el 58% de los ítems aumentó entre un 5 y un 10%, el 15% más del 20%, etc. Y hablamos del diario más predispuesto a blindar a la actual administración.

Además de ser una oferta poco saludable y de bajo nivel nutricional, los productos generalmente son de menor calidad y también de menor peso por unidad. Muchos estaban en proceso de producción con lo cual no estaban disponibles para la venta, lo que produjo un retraso en la puesta en vigencia del programa aliviador.

La burla hacia los sectores más desfavorecidos se intensifica si pensamos en que nos ofrecen 120.000 kilos de carne por semana (para 44 millones de habitantes) y solo disponible en cuatro carnicerías, todas ubicadas en el barrio de Belgrano o en el Mercado Central. Pero como dijo el empresario Cabrales, “pónganse contentos, tienen asado y vino en el programa”, luego de afirmar que su marca de café no está incluido porque es un producto altamente dolarizado.

Los productos lácteos, leche y yogurt, que deberían estar al tope de la preocupación de un gobierno que chocó la calesita de la economía y generó niveles de subalimentación y desnutrición a escala de los 90, no tienen garantizada su disponibilidad en las góndolas a pesar de ofrecer cuatro marcas.

Una rápida recorrida por los puntos de venta permiten comprobar que la oferta abunda en azucares, harinas, fideos, y el programa no incluye ni frutas ni verduras.

Como casi todos los anuncios gubernamentales que buscarían “frenar la inflación y mejorar el poder adquisitivo del salario”, ponen negro sobre blanco la profunda raíz antipopular de Cambiemos. Así, era notable escuchar al Jefe de Gabinete anunciar pocas horas antes de la puesta en marcha del plan que no habría un programa de control de precios, ya que, como afirmaba Vidal en 2015 “Precios cuidados no es lo nuestro”. O el propio Macri, que alegaba que no eran necesarios ya que su tarea más fácil era bajar la inflación y de esa forma no habría problemas para el consumo.

A poco de andar, la brutal devaluación del peso, la disparada de precios y la consiguiente espiral inflacionaria, consiguió uno de los objetivos no declarados de la administración PRO, reducir el salario al 50% de su valor y luego de eso “pisar” las paritarias para que las grandes empresas ganen rentabilidad y reducir la participación en la distribución de los ingresos de los asalariados.

El tan anunciado congelamiento de tarifas y su absorción por parte del Gobierno Nacional también es una falacia ya que su entrada en vigencia se da después de garantizar a las empresas del sector aumentos de hasta el 40%. En pocos días, la garrafa sufrirá un aumento del 40%, el transporte es un dolor cotidiano, las naftas aumentan en forma indiscriminada con el consecuente traslado a precios.

¿Mala praxis? No, convicción ideológica y recetas de ajuste como exige el socio principal de esta administración para mantener su disposición a financiar la campaña electoral de Macri a costa del hambre de los argentinos.