Desde diciembre de 2015 muchas fueron las calamidades que afrontó el pueblo argentino. Niños y ancianos vieron desaparecer, antes que nadie, los aspectos referidos a alimentación y, sobre todo en el caso de nuestros mayores, la atención de la salud por falta de medios económicos para medicarse correctamente.

Así, no hace mucho nos enteramos que habían dejado de comercializarse la friolera de 100.000 medicamentos diariamente y creció, por lo tanto, la mortalidad en la tercera edad. La restricción del acceso a los medicamentos provocó un crecimiento de los decesos. Desde la negativa a entregar en tiempo y forma remedios oncológicos, reactivos para la diabetes, medicación para el control de la hipertensión arterial, entre otros, el muestrario de calamidades se extendió.

Esta crisis no solo atraviesa a la población en general, sino que ha devenido también en una crisis importante en las farmacias, que registraron cierres en el último periodo.

En los centros sanitarios desapareció el Plan Remediar, que procuraba a los menos favorecidos una serie de medicamentos para atender las patologías más comunes, llegando al caso de administrar la medicación que requiere la urgencia hospitalaria y entregar la receta para que, si puede, el paciente compre el remedio en la farmacia, con el consecuente abandono del tratamiento por falta de medios económicos para enfrentarlo.

La suba de los remedios entre mayo de 2015 y mayo de 2019 alcanza un 298% en general y, en lo referido a los fármacos de alta demanda entre los jubilados, ese aumento registra un 710%, mientras la movilidad jubilatoria fue de 119,9%.

Desde el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos y la Confederación Farmacéutica Argentina, se señala que: “Es común que los jubilados vayan deambulando de farmacia en farmacia preguntando precios y que terminen comprando uno de los tres remedios recetados”.

El último informe del CEPA da cuenta que entre la última semana de agosto y los primeros diez días de septiembre, los diez medicamentos más utilizados por los mayores de 60 años alcanzaron una suba del 18,5%.

El brutal ajuste provoca el incesante aumento de la población marginada del acceso a la salud, implica el recorte en discapacidad donde se han dado de baja 175 mil pensiones, reducción o corte de tratamientos de diálisis, falta de reactivos para VIH hasta diciembre, abandono de pacientes con patologías psiquiátricas, y así podríamos seguir enumerando.

La situación “heredada” del gobierno nacional y popular, de un calendario de vacunación considerado uno de los más completos del mundo y orgullo de las autoridades de salud de la década, se ha derrumbado en tan solo tres años de tijeretazos en Salud Pública, que llevó a rebajar el status de ministerio a secretaría. La ausencia de una correcta inmunización en enfermedades prevenibles compromete, junto a la subalimentación y la desnutrición, el futuro de nuestros niños.

Según un informe de la UNDAV, los aumentos nominales “que experimentaron en los últimos tres años el Salario Mínimo Vital y Móvil, la Asignación Universal por Hijo y la jubilación media, en relación al poder de compra de medicamentos, en cantidad de unidades sufrió una merma de entre el 34 y 45%”.