8 DE MARZO

¡Ya es hora de decir ahora!

Por Rodolfo G. Módena

Este nuevo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, los comunistas lo conmemoramos, como desde hace más de un siglo, como jornada de movilización y de lucha, tanto de género como de clase. Por eso, aunque celebramos que en 1975 la Organización de las Naciones Unidas haya instituido la fecha como Día Internacional de la Mujer, no podemos olvidar ni dejar de reivindicar su origen proletario.

La primera conmemoración del Día Internacional de la Mujer se realizó el 19 de marzo de 1911. Es que fue en el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, reunido en Dinamarca en 1910, y a instancias de la gran comunista alemana Clara Zetkin, que se estableció la jornada como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Los revolucionarios socialistas de entonces, luego comunistas, imprimieron a la jornada conceptos cardinales como la doble explotación y la opresión patriarcal de la sociedad y la familia burguesas a las que están sometidas, aún hoy, las mujeres.

Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Nadezhda Krúpskaya, Dolores Ibárruri, para nombrar solo a algunas de las más emblemáticas mujeres pioneras y líderes del movimiento comunista internacional, supieron ponerse a la par y hasta por encima de sus camaradas varones. Y dieron la vida en eso: la lucha incansable contra el patriarcado y la explotación, y por los derechos de la mujer oprimida.

Hoy se amplía el horizonte de derechos a conquistar, pero la esencia del problema es la misma en la sociedad capitalista. Porque la batalla cultural se tensa también en la cuestión de género. Batalla cultural que, incluso en las transiciones socialistas sigue siendo batalla. Batalla contra las rémoras del subconsciente burgués y hasta feudal que aún anida en nuestras mentes. Incluso, y hasta más, en las familias proletarias argentinas y latinoamericanas (leer o releer “La Ideología Alemana” de Marx y Engels). Eso que hoy podríamos llamar “sentido común del machirulo”. Resulta por esto imperioso acabar con la subestimación, la opresión, la violencia y el ultraje machista sobre las mujeres.

Hemos avanzado mucho en este campo. Desde el derecho al voto femenino y las guarderías laborales antes negados, hasta la participación de la mujer en la política. Pasando por la Ley de Divorcio, la de Patria Potestad Compartida, el matrimonio igualitario, la Asignación Universal por Hijo y por Embarazo y una serie de derechos conquistados por la lucha y la toma de conciencia. Aún falta, sin embargo, recorrer un camino escarpado. En el ámbito sindical, por ejemplo, la burocracia machista aún tiene un peso insoportable en muchas organizaciones, amén de sus complicidades patronales.

Pero vamos avanzando. Hemos tenido a una Presidenta de la República mujer y brillante. Amada por muchos de nosotros y odiada por muchas mujeres burguesas y pequeño burguesas (y otros tantos hombres proletarios) que se retuercen de envidia (o “machirulismo”) ante su brillo de mujer, intelectual, oradora, líder popular y gran estadista (a mi modesto juicio, la mejor Presidenta -a la par de Néstor- entre los Presidentes de la Historia Argentina).

Este 8 y 9 de marzo marchamos por más derechos: el aborto legal es la consigna. Ya resulta un anacronismo absurdo que la interrupción voluntaria del embarazo y el derecho de las mujeres a la libre determinación sobre su cuerpo aún no sea Ley en Argentina. Ya es verdad de Perogrullo que son las mujeres pobres, jóvenes y adolescentes las que requieren una respuesta urgente a sus derechos. Es una cuestión de salud pública y también de derechos humanos. Lo dijo enfáticamente el presidente Alberto Fernández en la Apertura de las Sesiones Legislativas este 1º de marzo.

“Todos saben de lo que estoy hablando. El aborto sucede. Es un hecho. Y es solo esa hipocresía que a veces nos atrapa, la que nos hace caer en un debate como este.

Un Estado presente debe proteger a los ciudadanos en general y obviamente a las mujeres en particular. Y en el siglo XXI toda sociedad necesita respetar la decisión individual de sus miembros a disponer libremente de sus cuerpos.

Por eso, dentro de los próximos diez días, presentaré un Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que legalice el aborto en el tiempo inicial del embarazo y permita a las mujeres acceder al sistema de salud cuando toman la decisión de abortar.

Simultáneamente, desde el Poder Ejecutivo Nacional, lanzaremos un contundente programa de educación sexual integral y prevención del embarazo no deseado.

Nuestro propósito es también llegar a las mujeres de nuestro país en situación de vulnerabilidad social en la etapa que más necesitan la presencia del Estado: durante el embarazo, nacimiento, puerperio y primeros años de crianza.

El Estado debe estar presente en esos tres momentos trascendentales de la familia para acompañar y brindar cuidado y protección: durante el embarazo de la mujer, en el nacimiento del hijo o hija y en el desarrollo de la primera infancia del recién nacido. Para ello necesitamos un Estado activo, con fuerte presencia, capaz de articular políticas públicas sustentables y que pueda asistir a las familias que necesitan su apoyo”.

¡Ya es hora de decir: Ahora!