Según datos recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al concluir el segundo trimestre de 2020 se habrán perdido alrededor de 195 millones de puestos de trabajo en el mundo, un 6,7 por ciento del total global. Las naciones emergentes son y serán las más golpeadas, entre otras cosas porque allí se concentra el núcleo mayor de trabajo informal, que representan unos 2000 millones de trabajadores en todo el planeta. Es difícil aventurar el escenario próximo, aunque sí podemos vislumbrar un futuro convulsionado por grandes luchas políticas y sociales.
Los 20,5 millones de empleos perdidos sólo en abril en los Estados Unidos afectaron fundamentalmente a negros, hispanos, trabajadores de bajos ingresos y personas sin educación universitaria. Esto expuso dramáticamente la profunda inequidad que existe dentro de la nación más rica del mundo. La tasa de desempleo alcanzó el 14,7% en abril y fue la más alta desde la recesión de 2008. Se calcula que a 5,1 millones de personas les redujeron las horas de trabajo. De esta forma, la tasa de subempleo alcanzó un porcentaje récord del 22,8%. Recordemos que Trump no detuvo su economía (salvo en algunos estados) sin embargo el país registra 1.359.000 casos confirmados y 81.847 muertos al 13 de mayo.
No obstante, no todos pierden. Las grandes fortunas son inmunes a la crisis económica desatada por la COVID-19. En Estados Unidos hay, según la revista Forbes, 607 milmillonarios, personas cuyas fortunas personales superan los mil millones de dólares. La crisis económica desatada por la pandemia, lejos de estar minando su riqueza, la está propulsando. Los milmillonarios de Estados Unidos aumentaron su riqueza en 282.000 millones de dólares en sólo 23 días, los que van desde el 18 de marzo hasta el 10 de abril.
En el contexto actual, el mundo no va a transitar porque sí hacia una “asociación de hombres (y mujeres) libres”. Al decir también de Marx, las crisis en el capitalismo abren el camino hacia una mayor concentración del capital y tendencia al monopolio. Es esto lo que comienza a corroborarse, habida cuenta del derrumbe del valor patrimonial de grandes empresas y sus activos financieros.
Algo parecido se verifica en el concierto de las naciones. El Fondo Monetario Internacional (FMI) otorgó préstamos por 3.483 millones de dólares a 11 de los 17 países de América Latina y el Caribe que le han solicitado créditos para enfrentar la crisis sanitaria provocada por la pandemia de coronavirus. Entre el 15 de abril y el 1 de mayo fueron aprobados préstamos a Bolivia, Costa Rica, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Haití, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Santa Lucía. Hasta ahora, el organismo solo les ha negado financiamiento de emergencia a Venezuela y Nicaragua. ¿Cuáles son las condiciones? Volver a un “ajuste gradual” una vez que la pandemia retroceda. Luego del infierno provocado en nuestro país, el Fondo recupera influencia y posiciones en nuestra región.
Cuanto mayor es la profundidad de la crisis, mayor es la agresividad del imperialismo. El blanco principal de los yanquis es la República Popular China, que controló el impacto de la pandemia (con muy pocas víctimas fatales de acuerdo a su enorme población) y ya ejercita su músculo de potencia planetaria. En otro plano, debemos denunciar las agresiones directas contra Cuba y Venezuela, que escalan día tras día. Semanas atrás se impulsó en México la constitución de un frente que persigue la destitución de López Obrador (así se anunció, sin eufemismos) y en nuestro país los buitres de afuera y adentro se conchaban contra el gobierno de Alberto y Cristina (ver páginas 4 y 5).
Las actuales circunstancias que atraviesa nuestro planeta pueden abrir la posibilidad de un momento bisagra: producir una profundización del neoliberalismo en su forma más agresiva, con más saqueo, más guerras y más fascismo, o la construcción de un nuevo orden global, de una globalización de la solidaridad, como señalara Fidel hace ya 25 años. Dependerá de la acumulación de fuerzas y el desarrollo de la conciencia organizada de los pueblos para alcanzar los cambios necesarios a fin de que la humanidad evite el colapso al que la lleva el capitalismo.