La reacción rabiosa y en cadena de los factores de poder es la primera evidencia de la trascendente decisión del gobierno nacional de intervenir y expropiar la empresa Vicentín, una de las principales exportadoras de granos y derivados de nuestro país. Se trata además de un símbolo del fraude neoliberal que vapuleó a la Argentina durante los últimos cuatro años, dado que Vicentín (uno de los principales aportantes de Macri) se declaró en quiebra luego de fumarse millonarios créditos de la banca pública, dejando un tendal de deudas y a miles de trabajadores pendiendo de un hilo. La posibilidad de contar con una empresa estatal de envergadura en el mercado de granos, que juegue un papel testigo en la formación de los precios internos de los alimentos y que intervenga con otro criterio en el opaco mundo de la liquidación de divisas, es un paso muy significativo en la búsqueda de la soberanía alimentaria. Por eso se declara de interés público y por eso también estaba en el radar de grandes transnacionales como Dreyfus y Cargill.

Lo de Vicentín descolocó a una derecha muy consustanciada con el objetivo de romper la cuarentena, batiendo el parche de la “angustia” de los runners y adoptando medidas concretas que buscan hacer fracasar la política sanitaria del gobierno nacional. La apertura de la Ciudad de Buenos Aires, sincronizada con las presiones de los municipios amarillos del Gran Buenos Aires que llaman a una rebelión contra el gobernador Axel Kicillof, constituyen un riesgo mayor para toda el área metropolitana. Si la situación se desmadra (es lo que persiguen) van a lanzarse como jauría contra el gobierno nacional. Un escenario como el de Brasil o Chile no es sostenible políticamente en nuestro país. El virus hace estragos en las barriadas humildes de CABA, donde deliberadamente dejaron que avance. Sin embargo, los reflectores apuntaron al “guetto” de Villa Azul, donde el cerco comunitario impulsado por el gobierno provincial permitió extinguir el foco de contagios y preservar las vidas. Es un juego de pinzas perverso y peligroso, que debemos denunciar, esclarecer y desarmar ante los ojos de nuestros compatriotas.

La verdadera urgencia pasa por seguir asistiendo a los millones de trabajadores y trabajadoras, a los más humildes, a las pymes, etc., en el contexto de la cuarentena. Allí se concentra la principal preocupación del gobierno que encabezan Alberto y Cristina, además por supuesto del combate al COVID -19. Lo cierto es que, si uno observa el mapa regional, resulta evidente que en nuestro país se ha logrado morigerar el impacto de la enfermedad. Mediante el Ingreso Familiar de Emergencia, los créditos a tasa cero, los ATP de asistencia a las empresas, entre otras medidas, se ha respondido a una coyuntura extraordinaria, aquí y en el mundo. Se ha impedido a los bancos distribuir dividendos hasta el 31 de diciembre, Axel Kicillof promueve en la provincia de Buenos Aires un tributo que incluya al sector financiero y proveedores de internet, y está vigente el proyecto de ley que impulsa un impuesto a las grandes fortunas. Por otra parte, nuestro país mantiene firme la posición de una quita significativa a los bonistas privados y un periodo de gracia de tres años. En definitiva, que paguen quienes más tienen.

Se vienen semanas complejas, donde será fundamental seguir apelando a la conciencia de nuestro pueblo, a la solidaridad, que en este caso es respetar y hacer respetar el aislamiento social, preventivo y obligatorio. En estas circunstancias, además de preservar vidas, estaremos defendiendo a un gobierno y a un proyecto que debe confrontar y vencer a los nostálgicos del neoliberalismo.