El Partido Comunista (CE) se constituyó en el Congreso realizado el 1 y 2 de Diciembre de 1996 en la Casa Suiza, Ciudad de Buenos Aires. Nos consideramos una parte de los comunistas, los cuales se encuentran ligados por una historia común forjada durante décadas de abnegada lucha. Queremos hacer una breve referencia a su historia, a sus antecedentes y a las causas por las cuales se creó el PC (CE). También queremos hablar de sus perspectivas.

La lucha por la Patria Liberada y el Socialismo requiere de la unidad de los comunistas, de la reconstrucción del PC de la Argentina, para así poder contribuir más eficazmente a forjar el FLNS y conformar en medio del combate la vanguardia unificada o compartida que la Revolución necesita.

Hoy, ya no somos lo que éramos el año pasado. Ni tampoco lo que éramos hace cinco años, cuando aceptamos el desafío de asumirnos como Partido Comunista, conscientes de que nos consideramos solamente una parte, pero no una parte más. Nos hicimos cargo de nuestra historia. Nos afirmamos en nuestros principios. Reivindicamos la línea del Frente de Liberación Nacional y Social y la vigencia de un Partido de carácter leninista. Nos dijeron que no duraríamos mucho, que correríamos la suerte de tantos grupos que desaparecieron rápidamente, que no seríamos capaces de instrumentar una política propia.

Aquí estamos. Son muchos los que hoy reconocen nuestra existencia. Nos hemos mantenido. No ignoramos nuestras limitaciones, sobre todo por los escasos medios con que contamos, pero a pesar de ello hemos crecido. Nos estamos consolidando, y nuestra organización va adquiriendo un grado de homogeneidad que nos facilita la lucha común por aplicar la línea y por convocar a la unidad de los comunistas y, al mismo tiempo, proponernos nuevos escalones en el crecimiento del Partido y la FJC.

La historia de nuestro Partido hunde sus raíces en la lucha de los aborígenes contra el colonialismo español, se afirma en la Revolución de Mayo, en el pensamiento y la acción de San Martín, Moreno, Castelli y otros héroes de nuestra primera Independencia. Continúa en el pensamiento de E. Echeverría y otros hombres de su generación. Recoge el legado de aquellos intelectuales y obreros que en el siglo pasado introdujeron el socialismo científico aportando decididamente a la formación de las primeras organizaciones obreras y del Partido Socialista. Se funde en las luchas de la clase obrera, los campesinos, la intelectualidad avanzada y los estudiantes a principios del siglo XX y nace un 6 de enero de 1918 por la actitud decidida de un núcleo de jóvenes entre los que se destacaban Victorio Codovilla, Rodolfo Ghioldi y Luis Emilio Recabarren, siendo éstos los más decididos en crear un Partido revolucionario de la clase obrera que asumiera la ideología del marxismo leninismo. En dura lucha durante los primeros diez años se fue afirmando el carácter leninista del Partido.

Esta historia se entrelaza con la ingente labor de otros patriotas y revolucionarios latinoamericanos entre los que se destacaron José Carlos Mariátegui y Julio Antonio Mella y se proyecta hasta nuestros días con el ejemplo del pensamiento y la acción de Ernesto Che Guevara y del líder de nuestra Cuba socialista, el comandante Fidel Castro.

Nacía nuestro Partido estrechamente vinculado a la lucha de la clase obrera internacional y de los pueblos oprimidos y a pocos meses del triunfo de la primer Revolución Socialista en la Patria de Lenin que inauguraba una nueva era en la historia de la humanidad. Distintas generaciones de militantes, hombres, mujeres y jóvenes, han dado lo mejor de sí, aún su vida y su libertad en la lucha por la liberación nacional y social de nuestra Patria, en la defensa inclaudicable de los intereses de los trabajadores y el pueblo y en la activa solidaridad internacionalista.

Un rasgo que destacó al Partido ante otros luchadores fue su honestidad revolucionaria y su generosa entrega. Tuvo muchos aciertos y brindó importantes aportes y al mismo tiempo cometió errores y tuvo desviaciones que intenta reparar con valentía.

De esa manera ha jalonado una trayectoria y construido la identidad de una fuerza política que incorporó a la cultura nacional las ideas del marxismo leninismo, que fue pionero en el estudio del fenómeno del imperialismo y la dependencia en la Argentina y América Latina así como a la determinación de la revolución necesaria que abriera el camino al socialismo. Al mismo tiempo brindó un rico aporte al desarrollo de la experiencia social, de la lucha y la organización del movimiento obrero y popular.

Durante la década del 90, en particular en el transcurso de su primera mitad, todo fue muy duro para los comunistas y los revolucionarios (y lo fue también después para miles de millones de personas). Los anuncios del triunfo final del imperialismo y de la victoria definitiva del “pensamiento único”, junto a la caída de la URSS y los países socialistas de Europa del este, crearon una gran desazón, confusión y desbande.

No pocos capitularon, renunciaron a sus ideales y trataron de adaptarse, de ser funcionales a las exigencias de la política neoliberal del imperialismo. Pero no todo fue así ni mucho menos. Con bronca y dolor por una derrota que se podría haber evitado, comunistas y revolucionarios en todos los rincones del mundo se afirmaron en sus convicciones y comenzaron a remontar la cuesta desde un punto de partida muy desfavorable. Entre ellos, modestamente desde un primer momento decidimos encolumnarnos también nosotros.

Tratando de recoger y aprender de las primeras respuestas y reacciones, en particular de las que valientemente provenían de Fidel Castro y el Partido Comunista Cubano. Eran las primeras golondrinas. Hoy son millones los comunistas que en dura lucha van recomponiendo sus filas al igual que otros torrentes revolucionarios.

Nuestro Partido no fue ajeno a esa crisis y lamentablemente los que enfrentamos con mayor vehemencia a los sectores liquidacionistas provenientes de un sector importante del Comité Central, fuimos sancionados, nuestras organizaciones provinciales, regionales y locales intervenidas y finalmente fuimos desplazados. Estos sectores luego de ponernos afuera casi logran su objetivo de disolver el Partido de no ser por la reacción de la militancia. Lo cierto es que, increíblemente, en una reunión del CC se votó si se disolvía el partido o no y ello se evitó por una escasa diferencia de votos.

Frente a esta situación, los militantes represaliados y marginados defendimos nuestra condición de comunistas, mantuvimos nuestra participación en la lucha social y política, intentamos y logramos avanzar en la coordinación y en condiciones muy difíciles. Con muy escasos medios, pero con mucha voluntad y convicción, nos lanzamos a organizar esta parte de los comunistas.

El 1 y 2 de Diciembre de 1996, comunistas representantes de diversas organizaciones Provinciales, Regionales, Municipales y Barriales de la Capital Federal, Provincia de Buenos Aires y Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Formosa, Chaco, Corrientes, San Juan, Salta, etc., después de debatir en asambleas durante 7 meses las “Bases para la Discusión” realizamos el Congreso constitutivo del PC (CE).

En dicho Congreso se señaló que dada la anormalidad institucional del PC, la enorme dispersión de la mayoría de los afiliados y siendo una parte significativa de los militantes creábamos el PC (CE).

Su existencia estará determinada por el tiempo que lleve avanzar en la unidad de los comunistas en base a sus históricos principios ideológicos y a la línea política trazada por el XVI Congreso que establece el camino argentino al socialismo a través de la Revolución Democrática Agraria Antiimperialista y Antimonopolista por medio de la acción de masas organizadas en un FLNS con el nombre que se establezca y donde la clase obrera juegue un rol hegemónico encabezando un amplio espectro de capas sociales afectadas por la política del imperialismo y sus socios locales.

Todos reconocemos en nuestros mártires, en nuestros caídos y represaliados, en el ejemplo de comunista del futuro hombre nuevo que nos expresa el comandante Ernesto Che Guevara, elementos claves de nuestra identidad. Pero no todos reivindican, como nosotros, a nuestros fundadores, en particular a Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi, a la historia de nuestro partido que, con sus aciertos y errores, tanto ha contribuido a la lucha revolucionaria en la Argentina como lo señalamos en las Bases.

Todos reconocemos a la Revolución de Octubre como el acontecimiento máximo del siglo XX que partió en dos la historia de la Humanidad Al mismo tiempo no todos reconocemos en el PCUS y en la Unión Soviética los extraordinarios aportes a la liberación de los pueblos, al crecimiento acelerado de la economía socialista, al mejoramiento del bienestar de millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños, a la derrota del nazifascismo, al derrumbe del sistema colonial, al triunfo de las revoluciones liberadoras y socialistas en diversos continentes y a la defensa de la paz mundial hoy en peligro.

La caída de la Unión Soviética muestra también los errores y desviaciones que a lo largo de los años condujeron a la derrota y a esta etapa de borrachera del neoliberalismo. Junto a las graves desviaciones y a la capitulación vergonzosa de Gorbachov y sus cómplices, jugó un papel sustancial el enemigo imperialista que socavó el socialismo y aceleró la caída de la Unión Soviética y los países socialistas europeos.

Reivindicamos la vigencia del socialismo en Asia y América Latina, en particular a nosotros nos toca las fibras más íntimas la existencia, contra viento y marea, de nuestra Cuba Socialista, y no aceptemos que se ponga en duda el carácter socialista de su revolución, el papel de Fidel Castro y el Partido Comunista Cubano.

Reivindicamos el papel gigantesco de Marx, Engels y Lenin. Sobre todo el leninismo ha sufrido grandes ataques: desde señalar que la teoría de Lenin sobre el imperialismo sólo tenía que ver con una visión parcial desde la estepa rusa hasta descalificar la teoría sobre el partido y la vigencia de los principios leninistas de organización, algunos sectores niegan la teoría del Estado, de la lucha por la toma del poder político y la Revolución. Nosotros incorporamos como parte de nuestra identidad comunista el aporte que Fidel y el Partido Comunista Cubano están dando al desarrollo del pensamiento marxiste leninista. No todos les reconocen la cualidad de haber desarrollado en la época actual el pensamiento marxista.

También nos identificamos con los principios leninistas de organización: el vínculo con las masas, la organización celular, la crítica y la autocrítica, el centralismo democrático y la vigilancia revolucionaria.

Para que el Partido logre su unidad de pensamiento y acción, es imprescindible que tenga unidad de organización. Por lo tanto, el Partido no es una suma de individuos, sino un sistema único de organismos. El sistema único de organismos y la vida de cada uno de ellos para el vínculo político con las masas se articula de acuerdo a los principios del centralismo democrático.

Como lo señalábamos en las “Bases para la discusión”, la unidad ideológica, política y moral es uno de los principales requerimientos para afirmar el papel del Partido. La unidad no significa una ausencia de puntos de vista diferentes, nuestra concepción de la democracia partidaria, es inseparable de la unidad de acción política, y ella solo es concebible en el cumplimiento de las normas del centralismo democrático.

Comenzamos el siglo XXI decididamente dispuestos a defender los intereses de los trabajadores y los pueblos, los intereses de la Humanidad en su conjunto y a salvaguardar la supervivencia del planeta para asegurar la vida y el futuro de las huevas generaciones. No estamos solos. Más temprano que tarde, los pueblos estrecharán filas para cerrar el camino a los promotores del hambre, la guerra y el fascismo.

Frente a la globalización neoliberal se irá gestando en los próximos años la globalización de la solidaridad que es la única alternativa para la victoria de los pueblos. Asumir esta lucha humanista liberadora, es el compromiso de los comunistas argentinos.

Hemos recorrido un camino que ha puesto a prueba nuestra voluntad revolucionaria y nuestras convicciones. Con ellas hemos sorteado momentos difíciles. En la medida que nos fortalezcamos, el enemigo y nuestras propias limitaciones nos presentarán obstáculos de mayor envergadura.

No nos asusten. Marx decía que la felicidad era la lucha. Estamos en mejores condiciones de aceptar nuevos y mayores desafíos. Sabemos que la victoria no será de los débiles que se asustan ante cualquier trueno o tormenta. Por más poderoso que hoy sea el enemigo, por más grandes que sean las dificultades, estamos seguros que después de la tormenta alumbrará el sol de la liberación nacional, el socialismo y el comunismo en nuestra Patria.