Por Rodolfo G. Módena

El 4 de agosto de 1950, mientras se desarrollaba una reunión del Partido Comunista con destacados cuadros de la Provincia de Buenos Aires, una banda parapolicial fascista atacó el local partidario de Quilmes. Allí estaba Jorge Calvo, por entonces Secretario Político del Partido Comunista bonaerense, y antes, Secretario General de la Federación Juvenil Comunista.

Cuenta la memoria que cuando los fascistas atacaron el local, Jorge actuó como un verdadero dirigente. Fue el primero en salir a ponerle el pecho a las balas asesinas. Con él también cayó, herido de muerte, el camarada obrero Ángel Zelli. Otros camaradas, como Amado Héller y Jorge Bergstein, resultaron heridos en el trágico suceso.

En aquella reunión se debatía la gran campaña internacionalista del Partido Comunista contra la Guerra de Corea, la que culminaría en victoria, cuando Perón decidió no sumarse a las huestes imperialistas yanquis agresoras en aquella agresión infame.

Jorge Calvo fue un ejemplo de dirigente comunista, supo ponerle el cuerpo a las ideas y principios que predicaba en infinidad de reuniones de los jóvenes comunistas de entonces. Estaba siempre atento a las contingencias de su tiempo y siempre, también, al porvenir.

Su ejemplo abonó la construcción y desarrollo de la Federación Juvenil Comunista como gran escuela de heroísmo e internacionalismo proletario. A la lucha contra la participación de tropas argentinas en la Guerra de Corea le sucedieron las de solidaridad política y material con la Revolución Cubana desde sus primeros días, con el heroico pueblo vietnamita en su combate contra la barbarie imperialista yanqui, con el hermano pueblo chileno ante el golpe fascista contra Salvador Allende y la Unidad Popular, así como con la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua y las recordadas Brigadas del Café, para mencionar solo algunas de las más significativas batallas, entre tantas otras, militadas con el espíritu internacionalista legado por Jorge Calvo.

Jorge Pereyra, por entonces, era un activo militante de la juventud comunista argentina. Tenía doce años y ya militaba en la Fede. Su familia obrera y comunista vivía en Ensenada y, como tantas otras, se conmovió fuertemente con la noticia de la muerte heroica de Jorge Calvo.

Jorge Pereyra se comprometería de por vida con su legado revolucionario e internacionalista. Por eso, y por tanto más, Jorge siempre se asumió, con la humildad más sublime, como “hijo del Partido Comunista” y nosotros decimos que fue el más legítimo heredero del camarada Jorge Calvo.

Habría mucho que decir. Por ejemplo, que tanto Jorge Calvo como Jorge Pereyra, al frente de la juventud comunista y después, cuando tuvieron que asumir responsabilidades partidarias de mayor envergadura, jamás dejaron de pensar para adelante, y de pensar en la juventud de las nuevas generaciones que tomarían la posta revolucionaria.

“Con los ojos radiantes de esperanza, marchemos a desafiar todas las tempestades”. Así reza la consigna inolvidable del camarada Jorge Calvo. Así lo asumimos en el PCCE desde su fundación en los dolorosos y difíciles años noventa, cuando el colapso de la URSS y el socialismo europeo provocaron una gran desilusión y el mundo parecía sumirse en el más oscuro abismo del neoliberalismo sin fin.

Jorge Calvo, ejemplo del joven comunista argentino, le supo poner el cuerpo a nuestras ideas. Sepamos ser fieles a su legado inmortal de revolucionario, obrero y marxista-leninista. ¡Hasta la victoria siempre!