Han transcurrido 10 años, no obstante la huella de Néstor Kirchner no se borra más. Al momento de su inesperada muerte, era objeto de un brutal escarnio por parte del complejo multimediático, que atiborraba los diarios y pantallas con un único propósito: asociar su nombre a todo lo malo en el sentido común de la sociedad. De pronto, algunos y algunas buscaban explicaciones y no salían de su asombro cuando una marea de pueblo lo despidió, no sólo en la Plaza de Mayo y la capilla ardiente dispuesta en la Casa Rosada (bajo los retratos del Che, Sandino, Perón y Evita) sino en todos los rincones de nuestro país y del continente latinoamericano. El 25 de mayo de 2003 y el 27 de octubre de 2010 son dos momentos de inflexión en nuestra historia nacional. En ambos, Néstor es el protagonista.

Néstor Kirchner produjo un quiebre después 30 años de genocidio neoliberal y de sucesivas y dolorosas derrotas del campo popular. Su titánica tarea al frente del gobierno fue lo que abrió el camino a una mayor conciencia y organización de nuestro pueblo: ahí donde arteramente pegó la dictadura genocida. Néstor murió, pero millones salieron a bancar a Cristina en un contexto donde el imperialismo ya afilaba sus dientes. Es válido recordar que, a la hora de conocerse la noticia, el diario La Nación publicaba un pliego de condicionamientos de lo debía hacer la compañera si es que quería seguir gobernando. Cristina honró la memoria de Néstor sin la más mínima vacilación. Transcurrió su segundo gobierno bajo ataque permanente, pero siempre fue para adelante. Por eso concluyó su mandato el 9 de diciembre 2015 con más de 700 mil compatriotas colmando la Plaza de Mayo y sus alrededores. Un hecho sin precedentes. Esa Plaza también fue obra de Néstor.

Las mil flores fueron cientos de miles, millones, que permitieron resistir en las calles y derrotar a Macri en el 2019. Más allá de los reveses transitorios, lo cierto es que con la llegada de Néstor en 2003 se modificó la correlación de fuerzas en nuestro país. No es una fotografía, sino historia viva y en movimiento. La constitución del kirchnerismo como identidad política (donde conviven diferentes expresiones partidarias, ideológicas, sociales, sindicales) con un liderazgo como el de Cristina, significó un parteaguas en la vida de nuestro país. Sin la siembra del compañero Néstor y sin el rol de conducción de Cristina, hubiese sido imposible concebir la derrota del neoliberalismo en sólo 4 años y el triunfo del Frente de Todxs, hace exactamente un año.

El título de este editorial refleja un hecho objetivo. Néstor Kirchner se la jugó por su Patria, se puso al frente de las reivindicaciones de su pueblo, lo armó de valores, de autoestima, de ideas, de conciencia. Su temprana muerte fue un testimonio de su vida de militante. Por eso perdura, no sólo en la memoria de las mayorías, sino también en el odio de clase del enemigo. Los comunistas del PCCE sentimos el sincero orgullo de haber actuado con lealtad y consecuencia desde el primer día de su gobierno.