CENTENARIO DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA

La larga marcha de los comunistas chinos

Por Rodolfo G. Módena

El 1º de julio de 1921, en Shanghái (que por entonces era una concesión colonial francesa y gran centro portuario y proletario de China) se fundó el Partido Comunista de China. El 23 de julio del mismo año, allí mismo, en Shanghái y con 12 delegados entre los que se contaba el joven Mao Zedong, se realizó su Primer Congreso. Dijo Xi Jinping: “Los cañonazos de la Revolución de Octubre trajeron el marxismo-leninismo a China”.

Y así fue como las ideas más avanzadas y la experiencia práctica del leninismo y la Revolución Rusa de 1917, inspiraron a los jóvenes revolucionarios chinos encabezados por el camarada Li Dashao, y también por Chen Duxiu (luego desviado hacia el trotskismo).

El joven Mao Zedong fue de la partida del puñado de delegados que participaron de aquel histórico Primer Congreso del Partido Comunista de China.

En 1911 había triunfado la revolución democrática liderada por Sun Yat Sen, derrocando a la última dinastía y estableciendo la República de China.

Pronto, Sun Yat Sen simpatizaría con Lenin (y viceversa), y la República China se convertiría en la primer gran aliada de la naciente Rusia Soviética (1917).

Años de cooperación y unidad entre China y Rusia, años de fructífera colaboración entre el Kuomintang de Sun Yat Sen, el Partido Comunista de China y la Internacional Comunista.

Sin embargo, tras la muerte de Sun Yat Sen, en 1927, la derecha del Kuomintang se hizo del poder y Chiang Kai-shek rompió la alianza con los comunistas, desencadenó brutales represiones y masacres que desembocaron en guerra civil; en medio, incluso, de la invasión japonesa a China durante la Segunda Guerra Mundial. La línea del Frente Único antijaponés y antifascista era difícil de aplicar con un Kuomintang de derecha, a pesar de los esfuerzos del Partido Comunista en tal sentido.

Toda una historia. Victoria sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial (1945). Victoria revolucionaria y fundación de la República Popular China (1949).

Años de desarrollo socialista con peculiaridades chinas. Avances y retrocesos. Grandes contradicciones en la marcha. Y un rumbo socialista.

En 1978, Deng Xiaoping relanzó el programa de “las cuatro modernizaciones” que puso a China en el camino de convertirse en lo que hoy es como potencia mundial socialista.

A comienzos de la década del 90, en pleno clima de derrota y desorientación del movimiento comunista y revolucionario mundial por la caída de la URSS, con Jorge Pereyra y demás camaradas del Partido Comunista de la Argentina -que llegaríamos a fundar el Partido Comunista Congreso Extraordinario-, afirmamos que aquella derrota era de carácter transitorio y que la República Popular China, la amada Cuba del grandioso Fidel, la República Socialista de Vietnam y otros países se plantaban para reivindicar al socialismo. Y no nos equivocamos.

Hoy, bajo la conducción del camarada Xi Jinping, el sueño chino deslumbra al mundo. Se ha logrado eliminar la pobreza y se proyecta al porvenir con su portentoso desarrollo científico y tecnológico. Su impresionante proyección al cosmos, sus desarrollos cuánticos y nucleares de fusión, sus ciudades verdes, sus trenes de levitación magnética de alta velocidad, sus inmensos “arrozales” fotovoltaicos, su industria automotriz reconfigurándose hacia la propulsión eléctrica y su objetivo de construir la Civilización Ecológica Socialista.

Dijo Xi Jinping: “La civilización ecológica debe ser una tarea importante de los gobiernos y de las divisiones del Partido Comunista de China en todos los niveles. Ellos deben implementar políticas de manera honesta y contribuir a una China más verde y a la seguridad ecológica global”.

Tal es la gran contribución del Partido Comunista de China a los destinos de la Humanidad en el siglo XXI. Son cien años de lucha y sacrificios de millones de camaradas chinos.

*Esta nota forma parte del libro del autor, de próxima aparición: “Sueño Chino: Sueño de Humanidad y vuelo de dandinghe”.