BOLIVIA

Macri, los yanquis y el golpismo en la región

Hace unos días el recientemente electo presidente de Bolivia, compañero Lucho Arce, denunció al mundo el hallazgo de pruebas que dan cuenta de que Mauricio Macri envió armas para apoyar el golpe de estado contra Evo Morales. Fiel a su historia, nuevamente Mauricio (que, como decía Néstor, es Macri) aparece ligado al golpismo, esta vez no solamente en su país, sino también a escala continental, muy lejos del ropaje de cordero demócrata y republicano con el que pretendió disimular su condición de viejo lobo golpista y oligarca.

No está de más recordar que parte de ese armamento fue pertrecho de la policía y el ejército bolivianos para perpetrar verdaderas masacres, que tuvieron su punto culmine en los episodios ocurridos en Sacaba y Senkata por los cuales la ex presidenta de facto Añez se encuentra por estos días compareciendo ante la justicia penal boliviana, con decenas y centenas de muertes, desapariciones y torturas que no le movieron un pelo a los abanderados de la democracia que critican a Cuba, Venezuela o Nicaragua.

El gobierno de Alberto y Cristina, como no podía ser de otra manera, actuó rápidamente para salvar la vida de Evo y García Linera, contribuyendo así a generar las condiciones para garantizar elecciones libres y democráticas en Bolivia, las que dieron por resultado nuevamente el triunfo de un gobierno popular con Lucho Arce a la cabeza, una verdadera conquista del aguerrido pueblo hermano de ese país. Fracasó de esta manera el intento del imperialismo yanqui de imponer una corriente golpista en la región para dar inicio a un ciclo neoliberal de largo alcance, del que Macri fue su expresión en la Argentina.

En este sentido, el Gobierno Nacional promovió una denuncia penal en nuestro país contra Macri por el envío del material bélico como también separó a tres altos funcionarios involucrados de la Gendarmería Nacional, una respuesta contundente en momentos en que el imperialismo intenta, a caballo del latiguillo de la democracia replicado por los monopolios de la comunicación, capitalizar los problemas que genera la pandemia y recuperar la iniciativa en nuestro país y toda América Latina y el Caribe.