POSPANDEMIA

El rol estratégico de la banca pública

Durante el gobierno de Macri, la economía se contrajo casi un 8%, se cerraron más de 22 mil empresas y se destruyeron 218 mil empleos formales en el sector privado, en su mayoría PyMES. Los tarifazos, el derrumbe del consumo y la apertura indiscriminada de importaciones tuvieron su impacto, pero también la desaparición de la banca pública, que dejó de emitir líneas de crédito productivas y, con la bicicleta financiera mediante, estableció tasas de interés impagables. Los únicos créditos que otorgaba la banca pública durante aquel nefasto gobierno fueron la estafa de los créditos UVA.

Esta situación comenzó a revertirse durante el 2020, en donde el Frente de Todos decidió recuperar el rol estratégico y protagónico de la banca estatal y empezó a impulsar desde el primer momento el crédito productivo y la baja en las tasas de interés. La banca pública no solo volvió a recuperar su rol estratégico para apalancar la producción; también lo hizo recuperando su rol social como articulador de la políticas públicas durante la pandemia (mientras que la banca privada se retiraba para “protegerse”). Por ejemplo, el encargado de bancarizar y distribuir las IFE a cerca de cinco millones de personas de bajos recursos fue el Banco Nación. Lo mismo con la Tarjeta Alimentar y los ATP (Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción). Durante toda la pandemia se beneficiaron 248.500 empresas con créditos subsidiados, sea a tasa cero o cercanas al 24% (cuando con el macrismo llegaban al 80%) y 306.700 recibieron el ATP.

La palanca principal fue el Banco Nación, que funcionó como un instrumento contracíclico que logró amortiguar los efectos de la crisis y sostener el empleo. Ahora, en la etapa de pospandemia, su rol principal es el de fomentar la producción, el consumo y el crecimiento económico. Hasta ahora este fomento productivo sólo lo está haciendo la banca pública ya que la banca privada continúa reticente, a tal punto que la Unión Industrial Argentina (UIA) alertó en el mes de mayo un retroceso del financiamiento por parte de este sector. Los números son elocuentes: mientras los bancos públicos mostraban este año un crecimiento interanual superior al 85% en términos reales, los del sistema financiero privado apenas subían entre un 30 y 35% en enero y febrero, y cerca de un 20% en marzo. Además, el Banco Nación, destruido durante la gestión macrista, es considerado hoy una de las empresas con mejores resultados económicos del país, lo que confirma que la banca estatal, además de cumplir su rol social y productivo, puede también tener rentabilidad y administrarse igual o incluso mejor que los privados. Un ejemplo de la expansión que se viene dando en el sector es la creación de la Tienda BNA y su billetera virtual, que ofrece descuentos y cuotas sin interés de hasta 18 meses en cientos de productos para el hogar, algo inimaginable durante el macrismo. Tal fue el éxito de esta iniciativa que hubo fines de semana en donde se llegaron a vender entre 500 y 600 millones de pesos por más de 100 mil productos. El BAPRO impulsó una política similar, con una enorme inversión en el principal distrito del país.

Todas estas políticas de recuperación del crédito para la producción y el consumo ya se están reflejando en los indicadores económicos de este año. La industria ya venía superando los niveles de 2019 que había dejado el macrismo, pero en junio tuvo un crecimiento mensual del 10,5% y ya alcanzó el mayor nivel de producción desde mayo de 2018. Un ejemplo es el repunte de la industria automotriz, un sector clave tanto para el consumo interno como para la exportación. Los datos de la provincia de Buenos Aires (donde se concentra la amplia mayoría de los fabricantes) arrojaron que en el primer semestre del año se produjeron un 19% más de vehículos que en el mismo período de 2019. Lo mismo sucedió con los patentamientos, que alcanzaron los 51.062 unidades en ese período, un 60% más que en 2020 y un 3% más que en 2019. Las exportaciones de automóviles de la provincia también superaron el último año de Macri en un 4% (85.076 vehículos vendidos) y el sector de autopartes no para de crecer a tasas chinas -creció un 70,9% interanual-. Estos números son reflejo de los que está sucediendo en todo el sector industrial y pronto se verá en los servicios, que continúan recuperándose de las pérdidas del año pasado por la pandemia. Así y todo, se calcula que el PIB del país cerrará el año en torno al 7 u 8%, muy elevado en comparación con la región.

Todos estos números no serían posibles sin el aporte de la banca pública y su rol estratégico. El problema continúa siendo la banca privada, que parecería no estar a la altura de las circunstancias. Durante los últimos años del gobierno de Cristina se intentó avanzar en una nueva ley de entidades financieras que regule mejor el sector, pero lamentablemente no se pudo implementar y finalmente el gobierno de Macri terminó por desregularlo aún más, quitando incluso la obligación de invertir el 5% de los depósitos bancarios en créditos productivos. De ahí la importancia de hacer una buena elección y acumular fuerzas para avanzar sobre un nuevo régimen legal que obligue al sector financiero privado a volcar mayores recursos a la actividad productiva interna, en particular a la industria y a las pymes, y dejar en el basurero de la historia el modelo neoliberal de especulación financiera.

  • El crédito productivo en los dos últimos años de macrismo se contrajo en un 36% en términos reales, lo que llevó a la inversión a derrumbarse en un 31%. Con tasas de interés cercanas al 80% y sin líneas de créditos para la producción, entre diciembre de 2017 y diciembre de 2019, la actividad económica se derrumbó cerca de un 8%, se destruyeron 218 mil puestos de trabajo formales en el sector privado y cerraron más de 22 mil empresas, en su mayoría Pymes.
  • Los créditos comerciales de la banca pública en 2021 tuvieron un crecimiento interanual superior al 85% en los tres primeros meses, mientras que los de la banca privada lo hicieron en torno al 30% en enero y febrero, y al 20% en marzo, muy por detrás de la primera. Lo mismo sucedió con los créditos a la industria manufacturera, que en el primer trimestre del año crecieron, en la banca pública, un 6,5% respecto del año pasado mientras que el de la banca privada se contrajeron en 26,7%. Mientras la banca pública apostó a sostener la actividad económica con créditos productivos, el sector privado decidió “protegerse” y avanza muy por detrás del Estado.
  • El encargado de bancarizar y distribuir las IFE a cerca de cinco millones de personas de bajos recursos fue el Banco Nación. Lo mismo con la Tarjeta Alimentar y los ATP (Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción). Durante toda la pandemia se beneficiaron 248.500 empresas con créditos subsidiados, sea a tasa cero o cercanas al 24% (cuando con el macrismo llegaban al 80%) y 306.700 recibieron el ATP.
  • Un ejemplo de la expansión que se viene dando en el sector es la creación de la Tienda BNA y su billetera virtual, que ofrece descuentos y cuotas sin interés de hasta 18 meses en cientos de productos para el hogar, algo inimaginable durante el macrismo. Tal fue el éxito de esta iniciativa que hubo fines de semana en donde se llegaron a vender entre 500 y 600 millones de pesos por más de 100 mil productos. El BAPRO impulsó una política similar, con una enorme inversión en el principal distrito del país.
  • Gracias a la recuperación del crédito la industria ya venía superando los niveles de 2019 que había dejado el macrismo, pero en junio tuvo un crecimiento mensual del 10,5% y ya alcanzó el mayor nivel de producción desde mayo de 2018. Un ejemplo es el repunte de la industria automotriz bonaerense que viene produciendo un 19% más de vehículos que en 2019. Lo mismo sucedió con los patentamientos de autos, que crecieron un 60% más que el año pasado y un 3% más que en 2019. Las exportaciones de este sector también superaron el último año de Macri en un 4% y el sector de autopartes no para de crecer -creció un 70,9% en relación al año pasado. Se calcula que el PIB del país cerrará el año en torno al 7 u 8% a finales de año, muy elevado en comparación con la región.