PRIORIDADES

Primero la deuda con el pueblo

El 21 de septiembre pasado, el Presidente Alberto Fernández participó de la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) que se desarrolló en Nueva York, en donde expuso -en un discurso grabado- sobre el tema de la deuda, a la que calificó como un “endeudamiento tóxico e irresponsable” por parte del anterior gobierno de Mauricio Macri. “Para que el mundo tenga una idea de la magnitud de este ‘deudicidio’ quiero mencionar una cifra. Los recursos aprobados por el Fondo Monetario Internacional a la Argentina en esta deuda insostenible fueron de 57 mil millones de dólares, el equivalente a todo lo que el organismo desembolsó en el año de la pandemia a 85 países del mundo. No hay ninguna racionalidad técnica, ni lógica, ni ética, ni sensibilidad política que pueda justificar semejante aberración. Lo más grave aún, es que gran parte de los recursos suministrados a la Argentina han sido fugados del país por una apertura irresponsable de las cuentas de capital”, sentenció con razón. 

El problema está en que la mera denuncia no alcanza, y por momentos pareciera que las conversaciones de buena fe para renegociar la deuda tampoco estarían funcionando. La deuda no solo es descomunal en moneda dura, sino que los plazos para pagarla son extremadamente cortos e impagables. Desde algunos sectores del gobierno sostienen que cerrar un acuerdo lo más rápido posible traería estabilidad macroeconómica al corto plazo. ¿A qué precio? Ajuste y devaluación.

En algún momento la compañera Cristina propuso un lapso de 20 años -o más- para que el país pueda crecer, generar los dólares necesarios sin ajustar y así poder pagar. Desde el FMI rechazaron ese planteo de forma rotunda diciendo que violaba el estatuto (el cual solo permite un máximo de 10 años de plazo). Si el FMI violó sus estatutos al otorgarle a Macri un crédito mayor al permitido a un país como el nuestro, ¿por qué ahora nosotros tenemos que aceptar a rajatabla esos estatutos? De cualquier forma, antes de pagar debemos investigar las condiciones fraudulentas de semejante proceso de endeudamiento.

Confrontar o administrar el ajuste

Desde el poder real la “solución” es de manual: ajustar salarios y jubilaciones, seguir endeudándose, privatizar empresas y bajar impuestos a los más ricos. Se puede entender que algunos sectores desinformados caigan en estos simplismos que en la practica llevarían al país a una catástrofe económica y social (tal vez peor que la de 2001/2), pero la clase obrera y el empresariado nacional tienen de su lado la mismísima historia de nuestro país, la cual nos demostró más de una vez que los paquetes de ajuste neoliberal no funcionan y que la única forma de salir de estos atolladeros es mediante la confrontación con los sectores más reaccionarios del poder real, nunca con la docilidad del mero diálogo o “consenso”.

El caso Ucrania y Grecia

Si bien tenemos experiencias locales de lo que no debemos hacer ante una crisis de deuda, es importante destacar algunos casos internacionales recientes. Allá por 2014, la entonces directora del FMI, Christine Lagarde, anunciaba un “rescate” a Ucrania por unos 17.500 millones de dólares que serían otorgados en un lapso de cuatro años. Este acuerdo se sumaba a prestamos previos del FMI y otros organismos que hacían que el monto superase los 21 mil millones de dólares. El presidente ucraniano de aquel entonces, el neoliberal pro imperialista y golpista Petro Poroshenko, agradeció al FMI por la “ayuda” financiera recibida. A cambio, el FMI exigía un recorte de 24 mil empleos, una desregulación del sector energético, privatización de empresas y menores controles de cambio, entre otras cosas. Ucrania es hoy un país cuya estabilidad depende de un continuo endeudamiento, con ingresos que suben y bajan pero cuyo PIB per cápita se mantiene prácticamente igual al de 2008; peor aún, según números conservadores de la Universidad de Oxford, el PIB per cápita a 2018 (cuatro años después del acuerdo con el FMI) fue incluso inferior al de 1989, cuando el país estaba entrando en una crisis en plena desintegración de la Unión Soviética. Es decir, todo ese dinero “prestado” no sirvió para generar riqueza y hoy el pueblo ucraniano está más endeudado que nunca. Un calco de lo que sucedió durante el macrismo, el menemismo y la última dictadura.

El caso griego es también elocuente. Si bien el país entró en una crisis de deuda en el año 2010, los continuos “rescates” del FMI y demás organismos multilaterales de crédito en los años posteriores, que llevaron a fuertes ajustes fiscales, abolición de paritarias, mas endeudamiento y privatizaciones (incuso un corralito bancario), lo único que consiguieron luego de diez años, es ser más pobres que antes. Si en 2008 el PIB per cápita de Grecia era de 28 mil dólares (a precios constantes de 2011), a fines de 2018 llegaba a 23 mil dólares. 

Tanto en Grecia como en Ucrania, las consecuencias de acatar los programas del FMI resultaron en pueblos más pobres, endeudados y privatizados; pero ¿qué sucedió con los sectores más ricos en ambos casos? Incrementaron sus riquezas, sobre todo aquella “escondida” en paraísos fiscales.

Acordar en favor del pueblo o no acordar

El FMI tiene que aceptar un plan de pagos que evite cualquier tipo de ajuste contra el pueblo y el sector público. Las prioridades hoy son otras, internas, y no debe ser el pago de la deuda. Además, el ajuste ya se viene aplicando desde hace más de 5 años, primero con la pandemia neoliberal macrista, y luego con la del COVID-19 que continuó destruyendo los ingresos de los trabajadores y sectores medios. Por eso un NO ACUERDO en estas condiciones, y aunque eso signifique entrar en default, será siempre mejor que un mal acuerdo que sea desfavorable para las grandes mayorías.

Qué negociamos

  • QUITA DE DEUDA O MAYORES PLAZOS: Desde los sectores kirchneristas dentro del Frente de Todos (FdT), la propuesta al FMI que se baraja es: o avanzar en una importante quita de deuda, o aprobar un plazo a 20 años -como mínimo- para la devolución del préstamo y rebajar los intereses al 1% anual (estos varían hoy, según los tramos, del 1,9% al 4,9%). El acuerdo “stand by” firmado por Macri era de apenas 3 años. Si bien desde el FMI podrían aceptar un plazo “extendido” de diez años, no aceptarían más que eso (por estatuto, aunque ellos mismos lo violaron al entregarle a Macri la suma que hoy debemos pagar). El problema, además, es que si se extienden los plazos a diez años y se modifica la formula, las condiciones impuestas serían más severas. Esto es inaceptable, sobre todo porque la deuda actual continúa siendo impagable, aunque se alarguen los plazos a diez años. Hay que ser firmes y no dejarnos condicionar. 
  • SOBRETASAS: Un mecanismo perverso del FMI contra los países en vías de desarrollo más endeudados es la aplicación de las denominadas sobretasas. Básicamente el Fondo cobra una tasa de 200 puntos básicos, o del 2% sobre los préstamos que superen el 187,5% de la cuota de un país (la cuota de Argentina sigue siendo la más elevada del planeta) aumentando a 300 puntos básicos si un crédito permanece por encima de ese porcentaje después de tres años. Esto implica para Argentina un costo extra de casi 1.000 millones de dólares al año si se mantuvieran estas condiciones. Parte de la negociación, y que tuvo un fuerte respaldo en la ONU, fue la quita o reducción de estas sobretasas. El día 12 de octubre los medios hegemónicos salieron a difundir una fake news diciendo que el Fondo rechazaba este pedido de Argentina, cosa que fue luego desmentida.

DEFINICIONES DE MAXIMO KIRCHNER

  • Esta pandemia cambió el mundo y el FMI quedó adentro de este mundo, por lo que debería cambiar también su lógica, sino se va a chocar con la realidad. Tiene que haber un criterio racional y lógico que le permita al FMI cobrar este monto que prestó de manera inexplicable: porque lo que es inexplicable es el monto y la forma. Fueron 44 mil millones de dólares de los cuales para el año que viene se pensaban cancelar 18 mil millones ¿cómo firmaron eso? ¿cómo pensaron que pagar ese monto en un año era algo realista? Esto es lo que estamos reclamando. Quiero pensar que esta política que está teniendo el Fondo para con Argentina no tiene que ver con motivos políticos… que quiera obligar al pueblo argentino a elegir a los líderes que ellos necesitan para aplicar sus políticas de ajuste.”
  • Nosotros creemos que se debería haber profundizado mucho más en políticas públicas e inversión del Estado -que no es gasto-. Hay una manía de algunos economistas en llamar gasto público a la inversión, no simplemente en salud o educación, sino también de la que requiere el sector privado para financiarse. Los sectores pymes y la industria nacional necesitan de esos dólares que después se los llevan los intereses de la deuda que hoy estamos renegociando con el FMI. Creemos que podríamos haber utilizado muchos mejor y de manera más profunda las herramientas del Estado y creo que eso es en parte lo que la sociedad nos reclamó en estas elecciones.”