INCENDIOS EN CORRIENTES

El lucro carece de conciencia ambiental

Todas las regiones del mundo se están reconfigurando: sequías, inundaciones, y por supuesto la regularidad en los incendios forestales. Recordemos los más recientes de nuestro país en Córdoba, La Pampa y Entre Ríos; o en Brasil, Australia, Canadá y Estados Unidos, millones de hectáreas en todos ellos.

Se estima que el 90% de este tipo de incendios son intencionales y los incendios de Corrientes no fueron la excepción. En su informe parlamentario el Ministro de Medio Ambiente recordó que reprender esos delitos corresponde a la justicia local, y describió varias situaciones en las que el Ministerio se constituyó como querellante, aportando pruebas, y la Justicia no aprendió ni a una sola persona. Cabandié también apuntó a desmitificar la afirmación de que la acumulación de recursos incide en la eficacia: citando estudios internacionales sobre el desempeño de los aviones hidrantes, resaltó no obstante que la formación de los brigadistas es mucho más importante. Por último remarcó que la Nación envió fondos a la provincia para la creación de 5 bases forestales de prevención.

En Corrientes predomina el monocultivo de pino y de eucalipto. Junto con las arroceras que buscan aprovechar las zonas inundables, ninguno de ellos encaja en el ecosistema autóctono de humedales, salvo la ganadería que tiene tradicionales prácticas en la quema de pastizales. 

Fue el fomento de éstos monocultivos el contexto donde ocurrieron los incendios intencionales, ya que está prevista la instalación de una pastera sobre el río Paraná, y si bien existen aserraderos no hay industria que le dé mayor valor agregado. Por supuesto que lo intencional se sale de control, y no solo afecta lo ambiental, sino también a otros productores y a las propias viviendas de las personas.

La ley de humedales (que perdió estado parlamentario) no tenía ni siquiera un criterio prohibitivo, sino más bien de inventariar las zonas. Como no hay datos oficiales, se calcula que los llamados bosques implantados ocupan 550.000 hectáreas de la provincia. Y los ambientalistas denuncian que quieren extenderse a 3 millones de hectáreas. Lo cierto es que la ley debe salir consensuada entre el Estado, el sector productivo y las organizaciones ecologistas.

Existen muchos mecanismos de prevención en las forestaciones, ya contemplados en algunas leyes: bases preventivas, detección temprana, distanciamiento, limpieza rutinaria de hojas y ramas, cortafuegos, etc.

Desarrollo sostenible sigue siendo desarrollo, y las provincias están en todo su derecho. Sin caer en posturas anti-desarrollistas se debe encontrar el equilibrio justo entre ambiente y producción, definir zonas de protección, apuntar a la prevención y sustentabilidad de esa producción.

El punto neurálgico es el mismo que el que se presenta en otros problemas sociales: mientras que el poder real siga imponiendo su lucro desenfrenado, éstas catástrofes seguirán ocurriendo. La ley, que en muchos casos ya existe, no sirve de nada si no existe un Estado capaz de hacerla cumplir.

En Corrientes predomina el monocultivo de pino y de eucalipto. Junto con las arroceras que buscan aprovechar las zonas inundables, ninguno de ellos encaja en el ecosistema autóctono de humedales, salvo la ganadería que tiene tradicionales prácticas en la quema de pastizales.