HAY QUE PONERLOS EN CAJA

Enemigos del pueblo

Se insiste con metódica frecuencia en que el conflicto armado en Ucrania (o la ofensiva occidental contra Rusia) generó una crisis alimentaria de carácter global. Cuando estalló la pandemia del COVID 19 se apeló a una macana similar: la crisis sanitaria provocó una crisis económica planetaria. En ambos casos se trata de una verdad a medias, que soslaya el origen del asunto: el capitalismo monopolista de estado transnacional. Eventos extraordinarios agudizaron la crisis estructural de un sistema que no tiene nada para ofrecer. 

De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, millones de personas están corriendo el riesgo de inanición. Los “desnutridos” aumentaron en 118 millones de personas en 2020, después de permanecer prácticamente sin cambios durante varios años. Las estimaciones actuales sitúan ese número en unos 100 millones más. Paradójicamente, aumentó drásticamente la productividad de los alimentos, con una cadena de suministros mundializada y altamente dependiente de los monopolios. 

Otro drama en desarrollo, también según datos de Naciones Unidas: en la actualidad, 2.100 millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable. 4.500 millones de personas carecen de servicios de saneamiento. Se calcula que para 2025, aproximadamente 1.800 millones de personas vivirán en zonas con escasez de agua.

340 mil niños menores de cinco años mueren cada año por enfermedades diarreicas.

La escasez de agua ya afecta a cuatro de cada 10 personas. El 90% de los desastres naturales están relacionados con el agua. El 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas. Las guerras del futuro (inmediato) van a ser por el agua. Ahora, ¿será una futura guerra la responsable de la crisis hídrica global en curso?

Cuando el camarada Fidel anticipó este escenario hace exactos 30 años, en muchos y muchas causaba hilaridad. Similar a la carcajada que hace algunos días soltó Federico Braun en el encuentro por los 20 años de la AEA. Como siempre, la compañera Cristina dio masividad al cinismo de los dueños de la Argentina. Ganancias extraordinarias con la inflación y jactancia entre risas. En pandemia advertimos sobre la acción criminal de estos señores, remarcando precios en un contexto de inédita gravedad. Aun así, el problema sigue siendo nuestro: del gobierno nacional, del pueblo en general y la clase obrera en particular.

Mientras el ministro de economía sigue compartiendo ágapes con los popes del establishment, estos impulsan una corrida sobre los bonos locales para forzar una devaluación o una suba de las tasas de interés, que finalmente se produjo. Mientras, se autorizaban también aumentos en precios cuidados y carnes. A propósito, en 2021 el consumo de carne vacuna fue el más bajo de los últimos 100 años. La inflación de mayo llegó al 5,1% (que algunos insólitamente celebraron) y sólo en la primera semana de junio hubo un aumento del 3% en alimentos y bebidas.

Los risueños de AEA también reclamaron por lo que ellos consideran una presión sobre el Poder Judicial. Sucedió luego de las provocaciones de Rosenkrantz sobre “derechos y necesidades”, y en particular respecto al proyecto que ya se debate en el Senado para ampliar a 25 los miembros de la genuflexa Corte Suprema de Justicia. Esta reforma cuenta con el respaldo de 16 mandatarios provinciales del Frente de Todos, quienes acaban de constituirse como Liga de gobernadores. En su declaración de presentación reclamaron al gobierno medidas urgentes respecto a precios, que en las provincias van a comenzar a implementar.

La mafia judicial respondió con una oleada de domiciliarias para genocidas, promesas de prisión para CFK, y un fallo anunciado en favor de Larreta en la discusión por los fondos coparticipables. Es decir, los enemigos del pueblo van a seguir avanzando si no hay resistencia por parte de nuestro pueblo. Ni hablemos de lo que piensan hacer si volvieran a ser gobierno el próximo período. Ellos lo dicen sin eufemismos. Pero venden la piel del oso antes de cazarlo.

Es necesario que las fuerzas sindicales, políticas y sociales impulsemos un proceso de movilización popular para arrancar las conquistas necesarias. Por su limitado alcance, la renta inesperada huele a caridad. Pero respecto al proyecto de fuga de capitales, de extensión de la moratoria previsional, podemos y tenemos que movilizarnos. Para el control efectivo de los precios, para escrachar a los formadores y fugadores seriales, podemos y tenemos que movilizarnos. Para rechazar los aumentos de tarifas y revisiones de ultramar del FMI, podemos y tenemos que movilizarnos. Sólo en la lucha vamos a organizar y a construir las miles de flores en el seno del movimiento obrero y la juventud. Los y las comunistas del PCCE orientamos todos nuestros esfuerzos en esa dirección.