PUEBLO O MONOPOLIOS

No hay pacto ni dialogo posible sin confrontar

El pasado 7 de junio, la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que nuclea a los sectores económicos más concentrados y reaccionarios del país, conmemoró sus 20 años de existencia. Con el lema “El sector privado es el factor clave para el desarrollo”, empresarios como Luis Pagani (Arcor), Héctor Magnetto (Clarín), Paolo Rocca (Techint), Federico Braun (La Anónima), entre otros, vomitaron durante varias horas una caterva de prejuicios ideológicos, falsedades históricas y “propuestas” económicas que, de aplicarse, destruirían todos los derechos económico-sociales conquistados por nuestra clase obrera y condenarían a nuestro país a ser una neocolonia manejada por un puñado de grandes conglomerados. El sincericidio de la jornada surgió cuando, en medio de una exposición, un periodista le preguntó al dueño de supermercados La Anónima, Federico Braun, sobre cómo hacerle frente a la inflación: “Remarcando los precios todos los días”, respondió el oligarca entre risas de la multitud. Acto seguido criticó el “control de precios”. Está claro que si este sátrapa puede remarcar como se le da la gana, o los controles de precios no son efectivos o no existen. 

La realidad es que ésta compañía, que controla el comercio minorista de toda la Patagonia y se pasa por arriba cualquier control de precios que se intente aplicar, no está satisfecha con el tamaño de su monopolio ni con lo que gana. Esta actitud se pudo notar en el resto del empresariado de AEA: multimillonarios llorando porque no pueden acumular todavía más riquezas a costa del trabajo del pueblo. Esta actitud y práctica fue condenada por la compañera Cristina, que compartió una entrevista hecha en 2008 a este mismo empresario, en donde incluso fue más sincero: “Para nosotros la inflación fue un momento muy positivo. Para un supermercado que paga a los 60 días y vende al contado yo decía ‘no era un rey, era un emperador’, porque nuestro balance en el 86, 87, 88, con inflación creciente fue espectacular”. A los monopolios y oligopolios ni siquiera les interesa competir, se contentan obteniendo una tasa de ganancia extraordinaria sin necesidad de invertir. 

Ante este despreciable show oligárquico, al que asistió el Ministro de Economía Martín Guzmán (cuya intervención fue muy suave), el presidente Alberto Fernández criticó los dichos de Braun (aunque se olvidó del resto de los oradores) diciendo que es necesario ponerle un “ancla” a los precios. La pregunta es ¿a qué se refiere con “ancla”? Habría que recordarle que todas las “anclas” en este país son propiedad de las acerías de Techint. 

Medidas como el impuesto a la “renta inesperada” son positivas y bienvenidas, pero son de corto aliento y con nula capacidad de incidir en la economía al mediano y largo plazo, sobre todo para ponerle un límite a esta oligarquía parasitaria. 

Una de las pocas voces críticas en este circo fue la de Antonio Aracre, presidente de la empresa Syngenta Argentina, propiedad de la estatal ChemChina (proveedora de semillas y agroquímicos) quien cuestionó la ausencia de jóvenes, mujeres y Pymes en el encuentro, además del nulo reconocimiento del actual crecimiento económico por parte del empresariado “argentino”. 

La construcción, sector clave para la economía, sigue los mismos patrones de concentración. Cuatro empresas controlan todo, particularmente Loma Negra que maneja casi el 50% de las ventas de cemento, principal insumo luego del acero (Techint) y aluminio (Aluar), entre otros monopolios. En cuanto a los alimentos, sector que más incrementó sus precios en los últimos años, desde el gobierno se plantea un apoyo a aquellas pymes, cooperativas -entre otros sectores de baja escala- para amortiguar el alza generalizada de precios; el problema es que por más apoyo que reciban estos sectores, seguirán siendo una minoría al lado de aquellos monopolios que se nos ríen en la cara. Los pequeños y medianos productores son apenas un sector clave de nuestra economía, pero están atados a los insumos de los grandes. Sin Estado que produzca, planifique y, además, ayude a toda pyme y empresa nacional -sea agropecuaria o industrial-, no existiría modelo posible de industrialización a futuro. Al contrario, de la consigna reaccionaria y fuera de lugar de la AEA de que “solo el sector privado genera riqueza”, nosotros planteamos que es el sector público la clave para la generación de riqueza y el desarrollo nacional y popular. Nos dan la razón tanto las leyes económicas como las históricas.

En cuanto a Vicentín, fue una oportunidad perdida. Aquella empresa oligopólica exportadora, que representaba el 10% del mercado de exportación y cuya deuda mayoritaria era con el Banco Nación, pudo haber funcionado como empresa testigo. La tibieza del gobierno no supo aprovechar aquella situación para reforzar la propiedad pública sobra la monopólica: propiedad estatal que debemos impulsar para combatir a todos los sectores concentrados que continúan fomentando la inercia inflacionaria en la que estamos insertos. La empresa nacional mixta YPF Agro hoy es un ejemplo de lo que puede conseguir el Estado, sin embargo, pareciera que se la está boicoteando desde el mismo gobierno nacional. Es una empresa de punta, productiva y pública mal aprovechada.