MUCHO RUIDO Y NULA INICIATIVA

¿Qué pasa con Vicentín?

Luego de las idas y vueltas de Alberto Fernández en la cuestión de qué hacer con la agro-exportadora y estafadora serial Vicentín, la actual situación de falta de divisas y un nuevo fallo de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, obligaron al presidente a hablar nuevamente del tema. “El problema es que a Vicentín lo convierten en un problema ideológico cuando es un problema de oportunidad. Retrocedí en la estatización pero seguimos trabajando la alternativa del ‘cramdown’ (salvataje), y ahora hay un escenario donde, tal vez, podamos hacer algo. El problema existe, no me hago el distraído y asumo la realidad”. Palabras más, palabras menos, eso mismo dijo el presidente en más de una oportunidad desde que Vicentín estafó al Banco Nación y a miles de productores agropecuarios. 

Una nueva oportunidad

Todo este tiempo perdido, y la nula iniciativa del Ejecutivo para avanzar, permitió que otro jugador trasnacional y monopólico global (Glencore, una minera multirubro con sede en Suiza) comience una jugarreta para quedarse con la empresa, en particular con la planta de Renova, considerada la planta más grande del mundo de molienda de granos, ubicada en Timbúes, Santa Fe. De no ser por una resolución emitida el pasado 16 de junio por la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, ante las reiteradas denuncias del Banco Nación y otros damnificados, Glencore tendría ya asegurada la compra, dejando impune la estafa. Lo que proponían los dueños de Vicentín era una quita del 75% de la deuda, además de la venta de Renova a Glencore. Si la justicia aprobaba esto, a pesar de la denuncia del principal perjudicado (el Banco Nación), no solo la estafa quedaría “perdonada”, sino que el sector exportador argentino entraría en un proceso aún mayor de transnacionalización. Parece que finalmente triunfó la cordura en la Corte Suprema santafesina y pararon todo el proceso, dando más tiempo al gobierno para actuar de una vez por todas y con la firmeza que requiere el caso. Así y todo no dejan de preocupar las palabras del presidente que, mientras Glencore está decidido en apropiarse de una parte clave del mercado de exportación argentino, éste plantee que “tal vez podamos hacer algo”.

Contra el Estado bobo

Está claro que el Estado argentino en la actualidad -luego de los cuatro años de macrismo- quedó, además de endeudado hasta la médula, semi desmantelado: sin organismos de control ni funcionarios capaces de aplicar normas, regulaciones o leyes. Esta situación es incompatible con la idea de los “buenos modales” que propicia el presidente. En vez de reconstruir estos organismos e intervenir el mercado de forma directa con una Vicentín estatal, buscó evitar constantemente cualquier confrontación con los sectores de Poder, lo que significó sostener ese Estado bobo heredado por Macri, a la vez que buscaba solucionar todos los problemas con mero diálogo o mediante “pactos de caballeros” con los monopolios. A dos años y medio de este accionar gubernamental, los resultados están a la vista.

Los sectores concentrados no solo no cumplen con su palabra, sino que se ríen públicamente por tv y sin tapujos sobre como remarcan precios impunemente, subfacturan exportaciones, sobrefacturan importaciones, o como directamente contrabandean bienes como alimentos y combustibles. Históricamente, los buenos modales con los pulpos que manejan nuestra economía nunca sirvieron para nada. Por eso la importancia, sobre todo para un gobierno popular, de confrontar y dar todas las peleas que se planteen en cada ámbito. Vicentín es una de esas peleas.

Ante el nuevo fallo judicial y las suaves palabras de Alberto respecto a la situación de la agroexportadora, la Cámara que nuclea a las cerealeras (CIARA) salió desesperada a denunciar mediante un comunicado que “la agroexportación rechaza la creación de una empresa testigo. Las declaraciones presidenciales en relación al proceso judicial de la empresa Vicentín y del concurso de acreedores no se corresponden con las condiciones del mercado de granos en Argentina, donde tenemos el mayor grado de desconcentración de empresas exportadoras”. El cinismo, el grotesco y la impunidad con la que se expresan estos sectores demuestra que no existe diálogo posible. El 95% de las exportaciones de este rubro están en manos de apenas ocho empresas, en gran medida responsables de la falta de dólares: al no liquidarlos en tiempo y forma, al ocultarlos en el extranjero, al contrabandear mercancías a países limítrofes y al mentirle al fisco en los montos que exportan. Es inexplicable como, pese al récord de exportaciones que estamos teniendo, le esté costando tanto al BCRA aumentar sus reservas. Seguiremos insistiendo en la necesidad que tiene el gobierno nacional de ir recuperando ciertos resortes centrales de la economía -en este caso Vicentín- a la par que debe animarse a enfrentar todas las batallas político-legales que vayan surgiendo, siempre del lado de las grandes mayorías.