EL CLUB DE LOS DEVALUADORES

Los mismos de siempre

El lunes posterior a la renuncia de Guzmán y sin motivo macroeconómico real, las empresas monopólicas de nuestro país comenzaron a ejercer una presión desmedida en el mercado financiero, particularmente para forzar una devaluación. Lo mismo hicieron los bancos que se desprendieron de gran parte de los títulos en pesos del Banco Central (BCRA), a pesar de que se venía aumentado la tasa de interés real para justamente evitar este escenario. En apenas un día el dólar ilegal saltó unos 30 pesos y los financieros llegaron a cotizar cerca de 300 pesos. El oficial, que mueve al 90% de los precios de la economía, no se movió prácticamente. Sin embargo, amanecimos con desabastecimiento y remarcaciones de precios por parte del mismo puñado de empresas que ya todos conocemos, en particular alimenticias y sectores básicos: Ledesma, Molinos, Mondelez, Mastellone, Unilever, Techint, Aluar, Procter & Gamble, entre otras. Esta situación se sumó al desabastecimiento ficticio que generaban -y siguen generando- las petroleras privadas en el interior del país con relación al gasoil. La excusa de “no tenemos precios de referencia” no es más que una farsa propia de delincuentes. Mientras que algunas firmas ni siquiera entregaban mercadería, otras remarcaban “por las dudas”. Los aumentos mayoristas que recibían las pymes y los comercios chicos rondaron entre el 10% y el 40% en apenas una semana. “Los monopolios nos siguen dominando y lo van a hacer no sé hasta cuándo”, denunció el presidente de la Confederación General de Almaceneros de la Argentina, Héctor González Paván. También se vio afectado el programa Precios Cuidados, cuyo nivel de cumplimiento bajó del 50% hasta llegar, en algunos casos, apenas al 20%. De no corregir esto, la inflación general de julio podría orillar el 10%.

Ante esta situación, la nueva ministra de economía, Silvina Batakis, realizó una conferencia de prensa esta semana en la que apoyó el rumbo económico actual y planteó diversas medidas de tipo fiscalista que, sinceramente, no modifican el escenario. Planteó revisar algunas metas del FMI que no se podrán cumplir y defendió la reducción del déficit fiscal y el aumento de tarifas segmentadas. En relación a los aumentos de precios planteó “reglamentar un tribunal de Defensa de la Competencia para arbitrar los aumentos desmedidos”. El problema está en la estructura monopólica y dependiente de nuestra economía y eso no se resuelve desde la superestructura o los “pactos de caballeros”, como se sigue insistiendo. El ejemplo de cómo se debe accionar en estas situaciones lo dejó el compañero Evo Morales, ex presidente de Bolivia, que dio una clase magistral en la Universidad de Rosario: “Había ministros que tenían mucho miedo, me decían que fuera con calma, que las transnacionales nos iban a llevar al Ciadi. Si quieren demandarnos que demanden en nuestra tierra, pero nosotros vamos a nacionalizar los hidrocarburos. Nos metían miedo. Lo digo por experiencia, para ser autoridad principal se necesita valentía y decisión política. El Estado encabeza hoy la inversión, con asociaciones cooperativas. Ahora exportamos cemento a Paraguay, se acabó la importación. Y el próximo paso será la sustitución a la importación con la industrialización, implementando créditos de 0,5% anual para quienes tengan planes para industrializar los productos. Son decisiones que hemos tomado para demostrar que otra Bolivia es posible, hubo que cambiar normas para redistribuir la riqueza”, apuntó Evo. 

Mientras tanto, en nuestro país, esta semana -y las que vendrán-, habrá que renovar miles de millones de pesos de la deuda pública en un contexto de corrida y especulación. Estamos jugados si el modelo sigue siendo el de intentar captar dólares pidiéndole de rodillas a los sectores concentrados que liquiden sus divisas. Sector que, dicho sea de paso, no solo se apropia de la riqueza de nuestra Patria sino que además están impidiendo el desarrollo de las fuerzas productivas. La industria en general, que venía creciendo, ya está perdiendo impulso. El gobierno se sigue contentando al compararse con los peores años de Macri, pero de seguir con este rumbo, cada vez veremos más lejanos los números que habíamos logrado en 2015, con un mercado interno pujante, salarios reales altos (incluso en dólares), inflación a la baja, un Estado fuerte y un importante crecimiento del PIB.

  • PRECIOS Y ESPECULACIÓN
    En los tres días posterior a la renuncia de Guzmán hubo aumentos generalizados -algunos de hasta el 40%- en todos los rubros afectados por grandes monopolios, principalmente en alimentos. Las gaseosas aumentaron un 10%; los lácteos un 7%, los artículos de limpieza un 12%, los productos de papel (higiénico, servilletas, etc.) llegaron a aumentar hasta un 40%. Todos incrementos muy por encima de la subida de los dólares financieros o del ilegal, que así y todo tampoco se justificaría, ya que los grandes monopolios, lo mismo que el 90% de la economía, rigen parte sus costos por el dólar oficial que prácticamente ni se movió (así y todo, también “remarcaron” en productos sin costos en dólares). Si a estas “remarcaciones” injustificadas le sumamos los aumentos que se vienen este mes en los precios de los servicios de agua (32%), en el transporte del AMBA (40%), los colegios privados (15%), y las prepagas (4%), la inflación llegaría a un record de 10% mensual o más. La especulación también afectó la ya anormal liquidación de divisas del sector agroexportador que cada vez retiene mayor cantidad de toneladas: por ejemplo en soja, entre enero y junio de este año se vendieron 14,3 millones de toneladas, una caída de 3,3 millones con respecto al mismo período del año pasado. Se calcula que hay más de 5 millones de toneladas guardadas en silo bolsas, unos 3.000 millones de dólares, mientras que las exportaciones cayeron un 30%. 
  • FUGA Y DEUDA
    Durante la gestión de Guzmán, si bien aplicó ciertos controles de capitales necesarios y favoreció más al sector industrial que el gobierno anterior, la fuga de divisas continuó mediante otros mecanismos. Recordemos que durante los cuatro años de macrismo, apenas 100 empresas compraron “libremente” 24.769 millones de dólares, que desaparecieron de las reservas internacionales sin contraprestación alguna. Durante la actual gestión el total de divisas vendidas por el BCRA al sector privado “para pagar sus deudas”, por adelanto de importaciones o por giro de utilidades fue, en los primeros dos años de 22.291 millones de dólares: todo esto a tipo de cambio oficial. Muchas de las empresas favorecidas son las mismas que compraron durante el macrismo ¿Cómo es posible entonces que habiendo comprado semejante cantidad de dólares no puedan autofinanciarse y necesitan más divisas subsidiados por el BCRA? Esta política permisiva de subsidiar dólares a las grandes empresas es lo que explica que en todo este tiempo nuestras reservas no hayan crecido casi nada, pese al record de exportaciones que tuvimos. Esto debilitó gravemente el frente externo de nuestro país y a nuestra moneda. 
  • COMERCIO EXTERIOR Y ESTAFA
    El 70% de las ventas al exterior totales de nuestra economía las controlan apenas 200 empresas, mientras que el 75% de las importaciones las realizan unas 600 empresas. Este puñado de empresas, al no contentarse con sus ganancias extraordinarias, son recurrentes también a la hora de estafar al fisco. La AFIP, al igual que con Vicentín, tiene toda la información necesaria para actuar contra estos delincuentes. Entre 2021 y los seis primeros meses de 2022, se constataron 1.400 casos de manipulación en los precios de facturación de multinacionales en lo referido al comercio exterior por más de 4.100 millones de pesos (subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones). Lo que logran con esto es dibujar gastos en nuestro país para no pagar ganancias y finamente tributar ese mismo impuesto en un paraíso fiscal. Es decir, generan riqueza en Argentina, pero la tributan en otro país. Esos 1.400 casos fiscalizados duplican los registrados en la última década (2010-2019). Esto se debe en parte a que hoy la información es de más fácil acceso, sin embargo, lo que se desprende de esto es que, si con apenas organismos de regulación y control se logró sancionar esta cantidad de empresas, imaginemos las estafas mil millonarias que se podrían sacar a la luz con apenas un poco de voluntad política.