DE CARA A LAS ELECCIONES

Lula y la democracia

Arrancó oficialmente la campaña hacia las elecciones presidenciales de Brasil. Los once candidatos registrados en el Tribunal Superior Electoral brasileño comenzaron con las actividades y eventos electorales. Según adelantan las encuestas para los comicios del 2 de octubre, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva se mantiene como el gran favorito, seguido por el ultraderechista y actual presidente Jair Bolsonaro.

La cuarta democracia más poblada del mundo, la segunda en América (148 millones de votantes) se prepara para una votación crucial y ante la posibilidad de que su presidente se niegue a dejar el poder por acusaciones de fraude. Durante meses, Bolsonaro ha atacado al sistema electoral y las máquinas de votación electrónica y a los funcionarios electorales de Brasil por estar alineados contra él. En esta línea argumental ha insinuado que disputaría cualquier derrota a menos que se realicen cambios en los procedimientos electorales y alistó a los militares brasileños en su batalla.

A su discurso de guerra se le viene poniendo un freno. Este mes, más de un millón de brasileños, entre los que se encuentran ex presidentes, académicos, abogados y estrellas del espectáculo, firmaron una carta en defensa de la democracia y el sistema de votación del país. Los principales grupos empresariales de Brasil también publicaron una carta similar y hasta el secretario de Defensa de EE. UU., Lloyd Austin, en Brasilia en reunión con los generales y ante las cámaras transmitió el rechazo a cualquier intentona sediciosa al mismo tiempo que postergó, aunque no archivó, la entrega de misiles antitanques similares a los utilizados por Ucrania en la guerra con Rusia.

Más allá de que en los últimos días funcionarios del gobierno salieron a calmar las aguas y decir que Bolsonaro aceptará el resultado de las urnas, la campaña de ataque al sistema electoral ha surtido efecto. Desde junio, los usuarios brasileños de Twitter han mencionado las máquinas de votación de Brasil más que la inflación o los programas de bienestar social y casi tanto como el precio de la nafta. En paralelo y como es ya costumbre, se suma la ola de fake news y la campaña sucia contra Lula y candidatos del PT. Una particularidad es la campaña llevada adelante por los pastores evangelistas a favor del fascista Bolsonaro, el favorito para el 2 de octubre. Una de las voces cantantes es la pastora Damares Alves, exministra de la Familia y punta de lanza en Brasil del evangelismo sionista norteamericano. Se estima que los electores evangélicos representan alrededor del 28 por ciento del padrón, lo que le da una importancia electoral innegable, unida al peso legislativo de la Bancada de la Biblia, con unos cien diputados, y la influencia ideológica ejercida por sus cadenas de televisión y radio.

El ex presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, lanzó la campaña para las presidenciales con un acto masivo en Sao Bernardo do Campo, el cordón industrial de San Pablo, en el que repudió la política económica de Jair Bolsonaro, a quien definió como “un hombre poseído por el demonio que miente siete veces por día”. Lula, quien prometió bajar impuestos a los trabajadores, dedicó buena parte de su discurso a rebatir el perfil evangelista que Bolsonaro le quiere dar a su campaña. Lula adelantó que en caso de vencer en octubre una de sus primeras medidas será subir el piso del impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores, que no se actualizó en los últimos diez años, al asegurar que el país está peor actualmente que cuando había asumido en 2003. “Este país no puede tener un presidente al que nadie quiere recibirlo, que miente siete veces por día, que miente a los evangélicos. Él es fariseo y está intentando manipular la buena fe de las personas que van a la iglesia”, denunció ante los mensajes que circulan en grupos bolsonaristas que aseguran que el exmandatario cerrará los templos religiosos si vuelve al poder. “No habrá mentiras ni fake news que lo mantengan gobernando este país”, sentenció. “No queremos un gobierno que distribuya armas, queremos un gobierno que distribuya libros. No queremos un gobierno que alimente el odio, queremos un gobierno que alimente el amor”, expresó un Lula emocionado. “Prepárense, porque vamos a trabajar y vamos a hacer la mayor transformación que este país haya visto”, aseguró en su séptima campaña electoral.