EN 2023 LA DISYUNTIVA ES

Mafia o Democracia

Aunque por un evento futbolístico (que en nuestro país trasciende claramente lo deportivo) cerramos el 2022 con una movilización de masas jamás vista en la historia nacional. No era el escenario que los enemigos del pueblo buscaron montar para esta etapa del año. Más de cinco millones de compatriotas en las calles con la necesidad de celebrar, ardientes y pasionales como dice el tango, bajo un símbolo común: la bandera patria. En un momento histórico en que el imperialismo busca disolver los estados nacionales para imponer su hegemonía y política de saqueo, una demostración de estas características, de reivindicación de nuestra identidad, choca contra esos intereses. Es un hecho objetivo. Pero no sólo eso. Cuando está en juego la democracia en nuestro país, condicionada y restringida por poderes autónomos, el pueblo en las calles siempre vuelve a ilusionar.

En su intervención posterior a la condena proscriptiva por Vialidad, Cristina apeló al término mafias para describir al bloque judicial y mediático que pretende tutelar la vida política nacional. Hace tan solo cuatro meses intentaron matar a la compañera, rompiendo el pacto democrático alcanzado luego de la última dictadura cívico-militar. La bala no salió pero la sentencia sí, tal como anunciaron los escribas de Héctor Magnetto, ceo del Grupo Clarín. Se les asegura impunidad a los responsables intelectuales del intento de magnicidio y se les promete cárcel a los hijos de la vicepresidenta; los esbirros de la Corte Suprema arman y desarman los bloques parlamentarios, intervienen y bloquean el Consejo de la Magistratura, le devuelven a la ciudad más rica fondos coparticipables y, como cierre del año, garantizan una Navidad con presos políticos. La confirmación de la condena a Milagro Sala es una provocación, tanto como el pretexto presidencial para no indultarla. Transcurridos tres años mandato de AF, ¿qué otra decisión podíamos esperar?

Sólo con movilización y organización de nuestro pueblo vamos a poder modificar este escenario. Aún cuando nos cueste digerirlo y aceptarlo, la definición política de Cristina de no ser candidata en 2023 está orientada a generar las condiciones subjetivas necesarias para, de una vez por todas, impulsar cambios estructurales en nuestro país, que no pueden depender de la voluntad de una persona. Algunos salieron raudos a ungir a otros candidatos que les permitan conservar sus pequeños espacios de poder. Tienen convicciones a la carta. El planteo de CFK es de fondo: es mafia o democracia. Horacio Rosatti analizó campante ante la Asociación de Magistrados que no sólo cogobiernan, sino que van por más. ¿Hasta cuándo?

Necesitamos acumular las fuerzas suficientes, con Cristina al frente, para arrancar de raíz la maleza. La masiva e incontenible alegría futbolera de estos días también es descarga de años de malaria y frustraciones de nuestro pueblo, no revertidas por el gobierno del Frente de Todos. Tenemos que ser capaces de canalizar ese sentimiento identitario en más organización y lucha por los intereses populares. Esa enorme demostración de autoestima (tan maltratada por las usinas del imperialismo) contrasta con los cantos de sirena de la antipolítica o de quienes se dan por derrotados. Tenemos que estar a la altura.