INFLACIÓN Y SALARIOS

El bolsillo no da y el gobierno no hace

El bolsillo de los trabajadores argentinos ha sido duramente golpeado en lo que va del 2023. El propio INDEC reconoció que los salarios subieron en el mes de febrero un magro 6%, siendo superados por la inflación de aquel mes, que se ubicó en los 6,6%. Según informa el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), febrero registró una caída de 2,5% en términos reales y una pérdida de poder de compra de 4,9% al comparar con fines de 2019.

El CEPA también señala que en febrero el salario privado registrado logró superar la inflación de ese mes, pero con pérdidas reales interanual (-1,5%) y también comparando con fin del 2019 (-0,2%). Sin embargo, cabe señalar que esta “foto” de la evolución salarial ya quedó desactualizada porque todavía no muestra el impacto de la inflación récord del 7,7% registrada en marzo.

La inflación del tercer mes del 2023 es el valor más alto registrado desde abril de 2002, apenas después del estallido de la convertibilidad. En términos interanuales, marzo marcó un 104,3%. Aún así, estos números también ya quedaron viejos a raíz de la crisis cambiaria que se desató sobre finales de abril, cuando en poco más de una semana los dólares financieros y paralelo se dispararon. El dólar ilegal o “blue” pasó de $405 a casi $500 en un lapso de pocos días.

Pese a que el “blue” es un mercado considerablemente menor a los financieros, y no debería impactar en precios, los comerciantes tienden a remarcar de todas formas, con temor a que sus proveedores les suban los valores la semana entrante. Lo que significa que en estos días los bolsillos comenzarán a sentir el impacto de la corrida.

Hay varios factores para comprender la delicada relación entre inflación y salarios, pero un elemento central es la concentración económica que rige en nuestro país: el CEPA relevó que en el período 2016-2019 el 74% de la facturación total de los productos de la góndola se concentró en tan sólo 20 empresas, que acumulan entre sí un gran poder de remarcación de precios. Y otro punto fue explícitamente apuntado por Cristina Fernández de Kirchner en su clase magistral en La Plata: “la inflación está en la Argentina atada a la escasez o a la abundancia de dólares”, una situación complejizada en el contexto de una economía bimonetaria. Y a eso se le debe agregar otro ítem señalado por CFK: el acuerdo con el FMI.

La criminal deuda tomada por el gobierno de Cambiemos, y el subsiguiente paupérrimo acuerdo alcanzado con el organismo por la gestión de Alberto Fernández y Martín Guzmán condicionaron la política argentina a los designios de Washington. Y todos los índices coinciden en que desde la firma del acuerdo con el FMI la inflación se disparó en el país.

Mayo llegó con malas noticias para el pueblo trabajador, con subas iniciales en transportes, combustible, alquileres y tarifas de luz. Mientras tanto, el gobierno se limita a intervenciones financieras, sin aplicar políticas sociales como hiciera Cristina cuando la inflación golpeaba los bolsillos, como el Plan Ahora 12 o aumentos salariales por encima del alza de precios. Urge la alineación de precios, salarios y tarifas, como la recuperación del poder adquisitivo y un planteo soberano ante las patas financieras del imperialismo norteamericano, que siguen asfixiando las economías latinoamericanas.