CONFLICTO DOCENTE
La dignidad no se negocia
Con el centro puesto en la necesidad de la convocatoria a la Paritaria Nacional Docente y de que se destinen más fondos a la inversión educativa, los maestros siguen sosteniendo la lucha contra la pauperización de la educación pública. El panorama salarial de la docencia argentina se va complicando a medida que avanza la crisis autoinflingida a que nos arroja el desastre neoliberal de la administración PRO.
El desfinanciamiento de la educación, que conlleva a la falta de edificios, cierre de escuelas, aulas superpobladas, pérdida de talleres en la educación técnica, ausencia de nombramientos en numerosas materias, recortes en becas y entrega de materiales de estudio, amenaza de cierre de los Institutos de Formación Profesional, abandono de programas públicos de equidad digital, empobrecimiento de las viandas para los educandos, ausencia crónica de vacantes en los niveles iniciales, son entre otras, las decisiones gubernamentales que motorizan la protesta y la mantienen en el tiempo. El cierre de los Bachilleratos para Adultos es otra de las características de una administración que vino por nosotros y nuestro derecho a mejorar nuestras condiciones de vida. El mantenimiento de los subsidios a la escuela de gestión privada favorece el crecimiento de la desigualdad socioeducativa en la nación.
La negativa a la apertura de la Paritaria Nacional no es gratuita. Por ese medio, el Gobierno Nacional se embolsa ilegalmente los dineros del Fondo Compensador de Desigualdades Salariales, que busca garantizar que no existan docentes con sueldos de segunda en las provincias más pobres del NOA y el NEA y que no volvió a ser actualizado desde 2016. El ofrecimiento de un 15% de aumento salarial en tres tramos, que fue rechazado por la dirigencia gremial, se revela como insuficiente frente a la aceleración de los niveles inflacionarios, que impactan significativa y principalmente en el poder adquisitivo que ya había perdido poder de compra en el pasado año.
Lejos de ser un conflicto que atraviesa sólo la economía de nuestros maestros, la problemática de la enseñanza de gestión pública involucra a toda la comunidad educativa sobre todo en las capas menos favorecidas de la sociedad que ha visto en los últimos dos años desaparecer los progresos alcanzados tras doce años de gobierno nacional y popular.
En simultáneo con la pérdida de poder adquisitivo del salario, los docentes argentinos ven con renovada tristeza el crecimiento de la asistencia a los comedores escolares tanto a nivel primario como secundario y el empobrecimiento de las viandas donde abundan los hidratos y escasean las proteínas. Niños que se desmayan en clase (postal que creíamos desterrada), padres desesperados por la desaparición de la changa y el desempleo creciente, adolescentes que abandonan la escuela para buscar el “mango” que ayude a paliar el ingreso familiar, son los signos del recorte aplicado con salvajismo por un gobierno que ha decretado el retiro del Estado de las políticas de inclusión social y que se profundiza día a día al vaivén de la bicicleta financiera y la corrida cambiaria que pulverizó el valor de nuestra moneda.
Pero si el panorama social y educativo generaba creciente preocupación en la población, la reciente decisión de acudir “preventivamente” al FMI agravó la situación a niveles de angustia extrema. Las consecuencias de la aplicación de políticas basadas en el Consenso de Washington resuenan con fuerza en las “memorias del saqueo” previas al 25 de mayo de 2003. Todos recordamos con nostalgia a Néstor frente a los maestros en Gualeguaychú poniendo fin a un conflicto casi calcado del actual, con el agravante en aquel momento del pago en cuasi monedas o papel pintado con que las provincias hacían frente al quebranto de sus arcas.
El recorte de 200.000 millones de pesos en el “gasto público” requerido por Lagarde y sus secuaces impactará fuertemente en el porcentaje del PBI que la Nación está obligado a realizar en Educación y que ya ha sido recortado en los dos últimos Presupuestos Nacionales, profundizando la necesidad de mantener la lucha, no solo de los docentes sino del pueblo en su conjunto para frenar la barbarie neoliberal de este gobierno de ricos y para ricos.