INDUSTRIA Y CONSUMO

Se profundiza el derrumbe

Las caídas del consumo y la industria en 2018 ya son comparables con las registradas durante la crisis de 2001/02 y Argentina ya es el segundo país del mundo con el mayor desplome industrial después de Burundi. Desde diciembre de 2015 desaparecieron más de 100 mil empleos industriales.

El proceso de desindustrialización y derrumbe del salario durante el periodo de Cambiemos ya es comparable con las dos etapas históricas más desastrosas para la clase obrera argentina y para la industria nacional: la época de la dictadura militar y la del menemismo/delarruismo. El precio de los servicios, el desplome del consumo, la apertura indiscriminada de importaciones y la imposibilidad de tomar crédito explican en gran medida la situación que padece el sector industrial, que en septiembre tuvo una caída del 11,4%, la más importante desde el año 2002.

La industria alimenticia cayó un 3,2%; el sector textil se desplomó un 24,6%; el papel y cartón un 8%; los productos editoriales un 21,6%; la producción de petróleo un 11%; la del caucho y plástico un 20%; y la de productos químicos un 4,7%. Por su parte, el sector automotriz cayó 15,7% en septiembre (y otro 11,8% en octubre); la metalmecánica 20,5%; y la producción de minerales no metálicos, principalmente el cemento, bajaron 3%. En cuanto al sector agroindustrial, en el tercer trimestre de 2018 las ventas de cosechadoras cayeron un 65%, las de tractores un 54% y las de sembradoras un 19% (en comparación con igual trimestre del año pasado). Estos desplomes significaron una caída de la inversión del orden del 19,5% interanual. Como se sabe, sin inversión no hay crecimiento económico, por eso las promesas de crecimiento para 2019 no se cumplirán; sobre todo teniendo en cuenta que el ajuste, la recesión y la fuga de capitales continuarán mientras prevalezca el neoliberalismo.

Las ventas en los comercios minoristas cayeron en octubre un 9,4% interanual y desde entidades como CAME (mediana industria) aseguran que los próximos meses serán peores, como consecuencia de la caída del poder adquisitivo de los salarios. En septiembre, el promedio de los salarios de los trabajadores registrados aumentó nominalmente un 19,9% respecto al cierre del año anterior cuando el IPC marcaba, en ese mismo lapso, un incremento del 32,4%. Para finales de 2018 el IPC rondará entre el 45 y el 50%. En términos reales, la caída es colosal.

Esta debacle económica y social es de tal magnitud que ya está afectando la viabilidad de pueblos enteros del interior de nuestro país, donde se están registrando despidos masivos y cierres de grandes fábricas. Por ejemplo, en Tandil cerró la principal empresa metalúrgica de la localidad y lo mismo sucedió en San Pedro con la fábrica de amortiguadores COPLAC, dejando a cientos de familias sin fuentes de ingreso. En Chivilcoy, la empresa de calzado Paquetá anunció su cierre para diciembre y dejará en la calle a 650 trabajadores. La fábrica 3 Arroyos, del partido homónimo, también anunció la quiebra y despedirá a más de 300 trabajadores. Incluso La Serenísima, un emblema de la industria nacional, está sufriendo la caída del consumo junto al incremento de los costos. Según su balance parcial, hasta septiembre, acumulaba pérdidas por más de 2.200 millones de pesos. Estas situaciones se vienen multiplicando a medida que pasan los meses. Los peores embates son para la industria estatal, en especial Aerolíneas Argentinas y los Astilleros Rio Santiago, que el gobierno busca reprivatizar o directamente liquidar.

Esto es lo que vino a hacer el FMI al país, a profundizar la política de desindustrialización, desnacionalización y transnacionalización de nuestra economía; política que debemos combatir en unidad con todos los sectores antineoliberales y bajo el liderazgo de la compañera Cristina, tanto en la calle como en las urnas el año próximo.