Por Rodolfo G. Módena
El pasado 11 de agosto el mundo recibió la noticia del lanzamiento oficial de la vacuna rusa contra el COVID 19, bautizada como Sputnik V, en alegoría al nombre del primer satélite artificial de creación humana, el Sputnik I (de una serie de cuatro), lanzado al espacio el 4 de octubre de 1957 por la Unión Soviética.
En plena pandemia, y cuando la ciencia mundial se debate en una búsqueda desenfrenada por encontrar la respuesta adecuada a este nuevo virus, Rusia y los científicos rusos han vuelto a tomar la delantera.
El gobierno ruso defiende la efectividad de su vacuna, basado en la experiencia de sus científicos y de su Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología Nikolái Gamaleya y su prestigio internacional de décadas por su trabajo en vacunas adenovirales humanas. Sin embargo, en occidente se pone en tela de juicio la rapidez de su desarrollo y aprobación.
Actualmente, se contabilizan más de 160 vacunas en proceso de desarrollo en el mundo, 25 tienen un grado importante de reconocimiento por parte de la Organización Mundial de la Salud y 6 están siendo las más reconocidas por su estado de experimentación. Estas serían: Vacuna AD5-nCoV – CanSino Biologics (China), Vacuna LV-SMENP-DC del Instituto Médico Genoinmune de Shenzhen (China), Vacuna LV-SMENP-DC del Instituto Médico Genoinmune de Shenzhen (China), Vacuna de virus inactivado del Instituto de Productos Biológicos de Wuhan, subordinado al Grupo Farmacéutico Nacional de China, Sinopharm (China), Vacuna mRNA-1273 – Moderna Therapeutics de Massachusetts (Estados Unidos), Vacuna INO-4800-Inovio Pharmaceuticals (Estados Unidos) y Vacuna ChAdOx1 – Instituto Jenner de la Universidad de Oxford (Reino Unido). Tres de la República Popular China, dos de Estados Unidos y una del Reno Unido. La vacuna rusa está entre las 25 más avanzadas, aunque no en ese top six de la OMS. El tiempo y la experiencia dirán.
Argentina, por su parte, ha logrado un importante acuerdo de una empresa privada nacional para producir, en combinación con otra de México, la ChAdOx1 desarrollada por la Universidad de Oxford y producida por el laboratorio anglo-sueco Astra-Zeneca. Nos congratulamos de ello, junto a nuestro gobierno democrático, nacional y popular.
Lo cierto es que Rusia se dispone a la pronta vacunación masiva de su población, Venezuela será de los primeros países en recibir la Sputnik V gratuitamente, Cuba se prepara para su elaboración a escala para toda Latinoamérica y Nicaragua anunció también su producción local a través del Instituto Méchnikov. En los cuatro casos, son los Estados nacionales los que conducen la nave de manera social y solidaria.
Es ostensible el manejo mediático occidental para desacreditar a la vacuna Sputnik V. ¿Qué dirían los medios hegemónicos si la vacuna rusa estuviera basada en células adenoidales de chimpancé como vector, como lo está la vacuna inglesa? La Sputnik V está desarrollada sobre células adenoidales humanas. Pero no vamos a cuestionar esa diferencia que podría ser usada malintencionadamente para desacreditar a Oxford, porque sabemos que, aunque se pongan celosos los gorilas y se escandalicen ciertos trogloditas, el genoma de la especie humana (Homo sapiens) comparte más del 99% con el del chimpancé (Pan troglodytes). Confiamos en la efectividad de las vacunas en curso y nos alegramos de todo avance de la ciencia al servicio de la vida. También en la recientemente aprobada Vacuna AD5-nCoV de CanSino Biologics, por parte del gobierno de la República Popular China.
Como en todos los campos de la vida, este tampoco está ajeno a la política y es también atravesado por la lucha de clases en sus diversas manifestaciones, sobre todo en el plano ideológico global, en esta suerte de nueva Guerra Fría que impulsa el imperialismo norteamericano para tratar de sobrevivir a su colapso inevitable. La batalla de ideas es insoslayable.
En octubre de 2019, en el marco de las celebraciones por el 70º Aniversario de la fundación de la República Popular China, meses antes de que se desatara la pandemia, el Presidente de China y Secretario General del Partido Comunista de China, camarada Xi Jinping, reivindicando la historia revolucionaria de su país y de la URSS, se preguntó y sentenció para que los comunistas chinos tomaran nota: “¿Por qué se desintegró la Unión Soviética? ¿Por qué se derrumbó el Partido Comunista de la Unión Soviética? ¡Una razón importante es que, en el campo ideológico, la competencia es feroz! El repudiar por completo la experiencia histórica de la Unión Soviética, repudiar la historia del PCUS, repudiar a Lenin, repudiar a Stalin fue destruir la ideología soviética y caer en el nihilismo histórico.”
En este sentido, el Partido Comunista de China nos muestra un nuevo camino para el mismo objetivo revolucionario de siempre.
Rusia, por su parte, con sus particularidades nacionales, parece entender bien esa lección y, haciendo otra gran contribución a la Humanidad, reivindica su gloriosa historia soviética, aún presente y por venir.