BRASIL

Lula, la lucha y las urgencias

Menuda tarea de reconstrucción tiene el presidente electo. Lo urgente, dar cobertura a los 33 millones de brasileños (sobre un total de 215 millones) que hoy padecen hambre. Este es uno de los elementos de la transición que genera mayor tensión con el bolsonarismo: Lula busca elevar el rojo fiscal del Presupuesto 2023 incorporando unos 200.000 millones de reales (40.000 millones de dólares) para atender una situación dramática y elevar además el salario mínimo, que no se actualizó en cuatro años. Podríamos decir que el núcleo de “la transición” pasa por desactivar una bomba de tiempo en términos sociales y humanitarios.

Bolsonaro deja también un sistema de salud roto, un tendal de 700.000 muertos por COVID, rutas, puertos y aeropuertos privatizados, la generación de energía eléctrica también en manos privadas, y una reforma laboral absolutamente antiobrera. Negacionista en el plano ambiental, desde que el ex capitán asumió la presidencia en enero de 2019, la deforestación promedio anual en la Amazonia brasileña aumentó un 75% en comparación con la década anterior. Su resistencia a aceptar la derrota tiene que ver con esto: no puede quedar impune el enorme daño producido.

Tras una disputa muy reñida, algunos sucumbieron ante la tentación de dar un golpe institucional a partir del desconocimiento del resultado electoral. Más de 250 rutas bloqueadas, movilizaciones en algunas de las principales ciudades del país, también en las puertas de los cuarteles. Pero no prosperó. Las fuerzas armadas no se sumaron a la asonada, los principales referentes del ámbito judicial y legislativo reconocieron al legítimo ganador, así como los gobernadores de cada uno de los estados del país-continente. También el mundo respondió rápidamente: Rusia, China, EE.UU y Europa, América Latina y África.

Lula es electo por tercera vez presidente de una de las mayores economías del mundo, por lo menos hasta la destitución de Dilma Rousseff. Preso durante casi dos años en Curitiba bajo el paraguas del lawfare, suspendidos sus derechos políticos, sobreponiéndose a tragedias familiares, éste auténtico guerrero con 77 años bien vividos, logró construir las condiciones para derrotar al neoliberalismo en Brasil. Fue hilvanando un proceso de unidad amplia y diversa (desde la centro derecha a la izquierda) sobre la base de la defensa de la democracia. Consolidó su núcleo de izquierda y desde ahí fue incorporando voluntades. Es factible que afloren tensiones a la hora de gobernar, habida cuenta de la heterogeneidad de posiciones. No obstante, Lula podrá valerse de la coyuntura de emergencia para establecer algunas directrices generales.

Para empezar, la recuperación del papel del Estado y la banca pública. También la necesidad de revocar aspectos de las reformas laborales introducidas por Temer y Bolsonaro. La recesión y el alto desempleo colaboran para reducir la masa salarial en general, pero este fenómeno se ha visto reforzado por la incorporación de la precariedad y la informalidad como elementos ahora considerados naturales y legales.

Con fuerte presencia del bolsonarismo en el Parlamento, no será tarea sencilla. Sin embargo, la izquierda recuperó espacio y hay sectores del llamado “centrao” dispuestos a acordar gobernabilidad. Para empezar, no es poco. Consolidar al nuevo gobierno será decisivo.