CIENTOS DE MILES CONTRA EL AJUSTE

El descontento gana la calle

Transcurridos más de 15 meses de gobierno de la Alianza Cambiemos, tras una descarga de medidas antipopulares que inauguraron el 2017, con una crisis económica y social que se agudiza, una desocupación creciente, destrucción de puestos de trabajo y 1,5 millón de nuevos pobres, marzo fue el momento en que se cristalizó de forma masiva e imponente el extendido malestar de vastos sectores de nuestra sociedad. Trabajadores ocupados y desocupados, pequeños y medianos empresarios, el movimiento de mujeres, jubilados, productores de las economías regionales, profesionales, estudiantes, científicos, trabajadores de la cultura, entre tantos, se movilizan por reivindicaciones concretas aunque enmarcadas en el rechazo generalizado al proyecto neoliberal que encarna Mauricio Macri. Cientos de miles (en su gran mayoría no organizados) ganaron las calles durante las jornadas del 6,7 y 8 de marzo abriendo un camino que se profundiza día tras día, con nuevos hitos como la marcha federal educativa y la movilización del 24. Este salto en la participación popular y en la extensión de los reclamos va configurando una nueva etapa en la confrontación con la derecha.

Se acumulan y superponen los acontecimientos, pero hay algunos hechos recientes que no podemos soslayar. Uno de ellos fue la inmediata y contundente respuesta de incontables expresiones de la vida política nacional frente a una nueva provocación de Bonadío (quien tuvo que recular) en esta ocasión buscando la detención de la compañera Florencia Kirchner con el objetivo de golpear a Cristina, y de paso correr el eje en el inicio de una semana difícil de digerir para el poder real. Al día siguiente, otra imagen sacudía a muchos: miles y miles de trabajadores exigían al unísono la fecha de un paro general. La realidad les estalló en la cara a quienes conducen la CGT, ya sin margen para contener a sus propias bases tras un año de permanentes genuflexiones y complicidades. No hay precedentes de un hecho similar, por eso fijaron (aunque con evidente desgano) el día 6 de abril para llevar adelante la medida de fuerza nacional.

El enemigo está realmente preocupado, por eso responde con creciente agresividad. Por primera vez desde su asunción, el respaldo a Macri se derrumbó por debajo de los 40 puntos. También cae María Eugenia Vidal, cuya careta comienza a desteñir. La caída de las expectativas económicas atraviesa a todos los sectores. No por nada el columnista de La Nación Carlos Pagni aseguró que “en estas elecciones se decide si Macri es Menem o De la Rúa”. En el mismo andarivel, Gabriela Michetti arriesgó que “lo más efectivo sería evitar las elecciones de medio término”. A pesar de este aparente estado deliberativo, el poder real sí exterioriza algunas certezas: profundizar la política represiva hacia el campo popular (los docentes en lucha por la paritaria nacional son objeto de una persecución sin antecedentes) e intensificar el hostigamiento mediático y judicial contra Cristina hasta el extremo de, si pueden, encarcelarla.

Resulta anecdótico ya si Felipe González dijo o no dijo lo que afirma, nervioso, Clarín. Lo cierto es que explicita el objetivo del imperialismo (proscribir a CFK) y el ánimo de una derecha que aprieta a Macri para que empuje el cuchillo del ajuste hasta el fondo, mientras aprontan en la parte del PJ que les responde (llámese Randazzo o Massa) una alternativa para dar continuidad a la aplicación del neoliberalismo. La cuestión de fondo es la política económica y sobre eso debemos machacar incansablemente, a riesgo de que cambien de collar pero el perro siga siendo el mismo. Debemos redoblar los esfuerzos para lograr un mayor esclarecimiento, acentuar en la toma de conciencia de aquellos sectores agredidos y crear los cauces necesarios para que esa conciencia se transforme en organización, condición insustituible para transformar la realidad.

“Va a la vanguardia quien ve más lejos”, decía José Martí. En su memorable discurso del 9 de diciembre de 2015, Cristina anticipó lo que se venía, punto por punto. Ejerce su liderazgo incluso sobre aquellos que la adversan, pero que son afectados sus intereses, sus salarios, sus jubilaciones y sus puestos de trabajo. Por eso su existencia, su rol de conducción, altera los planes del enemigo. Los cientos de miles que hoy ganan las calles confluyen, objetivamente, bajo la representación política de Cristina. Pero con eso no alcanza, por eso ella nos convoca a organizarlos.