EDITORIAL: CIENTOS DE MILES CONTRA LA IMPUNIDAD

Una pesada herencia

En la calle se van a definir muchas de las disputas principales que tenemos por delante, fundamentalmente aquellas vinculadas con la resistencia al neoliberalismo y la restitución del proyecto nacional en nuestro país. Durante los 12 años de gobierno de Néstor y Cristina, la movilización por la defensa de las conquistas alcanzadas se transformó en un fenómeno de masas que mostró su espesor hasta el mismo 9 de diciembre de 2015. Gente suelta en su gran mayoría, con disposición de lucha aunque no organizada todavía, reflejando mayores niveles de conciencia y compromiso en función de un liderazgo que no registra antecedentes en décadas. Ese fenómeno volvió a expresarse con nitidez durante los últimos días frente a la embestida procesista de la Corte Suprema (estrenando una mayoría automática) y el gobierno nacional, que contó con la cobertura espiritual de la Iglesia Católica.

El freno al 2×1 para los delitos de lesa humanidad estuvo en el rechazo generalizado de las grandes mayorías, hecho carne en la imponente movilización a Plaza de Mayo. Sólo ante ese escenario Macri debió retroceder. El fallo golpeaba hacia atrás, pero especialmente hacia adelante: por un lado se ponía en marcha un nuevo indulto para los genocidas, pero también se buscaba dar “inmunidad” a las fuerzas represivas en funciones, imprescindibles para la continuidad del neoliberalismo en un contexto de agudización de la crisis económica y profundización del conflicto social. Cristina incorporó un elemento metodológico esencial para la comprensión de estos avances y retrocesos: una correlación de fuerzas a favor del pueblo (expresada en el gobierno de Néstor Kirchner) fue la que permitió a partir de 2003 avanzar en un proceso de Memoria, Verdad y Justicia. Invertida esa correlación por muy poco, vienen por todo. Pero chocaron con la pesada herencia de la gente en las calles.

Esta evidente derrota de la derecha no impidió, sin embargo, que el gobierno continuara profundizando su política de hambre, miseria y dependencia. Expresión de esto son los registros de una ya insoportable carestía de la vida que golpea en las condiciones materiales de millones de compatriotas. La curva inflacionaria crece desbocada (con eje en los alimentos) y los salarios pierden capacidad de compra mientras se discuten actualizaciones a la baja (docentes y estatales por ejemplo). El alza de precios demanda cada vez más ingresos para los hogares: en el caso de la Ciudad de Buenos Aires, una familia tipo necesitó en abril un equivalente a $1000 por día para cubrir la canasta de alimentos y servicios. Durante 2016, la desigualdad social aumentó de manera significativa: al cuarto trimestre, el 10 por ciento más rico se quedó con el 31,5 por ciento de los ingresos, mientras que el 10 más pobre retuvo sólo 1,7%.

A este combo (más bien a esa bomba de tiempo) hay que incorporar la batería de medidas recesivas, confeccionadas al gusto de los timberos de la patria financiera. Sólo en abril ingresaron 1262 millones de dólares destinados a la bicicleta de las Lebacs: por cada dólar que entró al mercado interno para invertir en actividades productivas hubo otros 5 dólares que ingresaron para la especulación financiera. Días atrás Sturzenegger renovó letras por 448 mil millones de pesos (emisión récord) y elevó en un punto la tasa de interés, llevándola a 25,5 por ciento. Una ganga que lastima profundamente las perspectivas de la economía real.

En simultáneo, el gobierno autorizaba la emisión de 20 mil millones de dólares para sostener la fuga de capitales y cerrar el círculo. El decreto 334/2017 dispone que se deben “incluir cláusulas que establezcan la prórroga de jurisdicción a favor de los tribunales estaduales y federales ubicados en Nueva York y/o Londres, y que dispongan la renuncia a oponer la defensa de inmunidad soberana”. O sea, los acreedores están facultados a cobrar en especias (recursos naturales estratégicos) si se produjera una situación de default. Neoliberalismo vendepatria explícito.

Esta coyuntura fue descripta con precisión quirúrgica por la compañera Cristina durante su reciente visita a Grecia y Bélgica, donde fue recibida con la consideración propia de un liderazgo de carácter global: desde América Latina al mundo. Allí abordó un concepto de fondo, que es el de pensar “una nueva arquitectura institucional”, o formas de organización política de la sociedad con un rol protagónico de las grandes mayorías. Nos convoca entonces a luchar por cambios estructurales en un sentido antineoliberal. Para ello debemos organizarnos sobre la base de una conducción, una fuerza política y un proyecto nacional. Desde allí construiremos el camino para obtener un triunfo en octubre y volver en 2019.