Por Rodolfo G. Módena

Este 24 de marzo se cumplieron 15 años desde que Néstor Kirchner, en su condición de Presidente de la República y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, ordenó al entonces Jefe del Ejército, Roberto Bendini, bajar los cuadros de los dictadores genocidas Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone de la galería de retratos de los directores del Colegio Militar de la Nación.

Aquel 24 de marzo de 2004, a un año de haber asumido la Presidencia, Néstor decía: “Realmente nunca hubiera querido tener que estar ante esta instancia, porque recordar el 24 de marzo de 1976 es uno de los instantes más dolorosos y más crueles que le ha tocado vivir a la historia argentina”.

Muchos, entonces, presos del escepticismo de aquellos años, calificaron al hecho como un “mero gesto”, como si los gestos políticos no tuvieran consecuencias políticas; para bien, para mal o para nada como aún sostiene el izquierdismo infantil del trotskismo (siempre funcional a la derecha) en sus diversas variantes. Pero resultó que aquel “mero gesto” sería un hecho político de trascendencia histórica en la lucha por Memoria, Verdad y Justicia.

Los comunistas del PCCE, que interpretamos y adherimos al kirchnerismo desde la primera hora, saludamos el coraje y la determinación de Néstor Kirchner para avanzar en el camino de revertir la historia de impunidad de los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura cívico-militar proimperialista; así como celebramos la anulación de las Leyes de Punto Final y de Obediencia Debida en agosto de 2003, a cinco meses de su asunción presidencial.

De hecho, fue mucho lo que se avanzó en la política de Derechos Humanos con los gobiernos nacional-populares de Néstor y Cristina, con el efectivo Juicio y Castigo a muchos de los culpables de Genocidio, con la investigación sobre el destino y la identificación de los cuerpos hallados de los compañeros desaparecidos asesinados, en la restitución de su verdadera de identidad a los nietos recuperados, etc.

“Nuestro momento peor, hablo para los militares, es con la llegada de los Kirchner al gobierno”, llegó a decir el genocida Videla en una entrevista de Ricardo Angoso para la revista española Cambio 16, reproducida en nuestro país por el diario Página 12, el 17 de mayo de 2013.

En cambio, la Presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini y la Presidenta de la Asociación Civil Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, por solo mencionar a las dos figuras más relevantes del movimiento de derechos humanos, respaldaron fervientemente a los gobiernos de Néstor y Cristina.

No hubo espíritu de venganza como mienten los pregoneros del odio para descalificar al kirchnerismo.

Néstor Kirchner les decía a los militares aquel día: “También, definitivamente -y esto hay que tenerlo bien en claro- porque soy hombre que predica el amor y no el odio y el rencor, que el terrorismo de Estado es una de las formas más injustificables y sangrientas que le puede tocar vivir a una sociedad”.

Al tiempo que desplegaba su política de Derechos Humanos, el kirchnerismo libraba la gran batalla por la Soberanía Nacional y la Integración Latinoamericana y Caribeña. El No al ALCA del 5 de noviembre de 2005 en la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata, junto a Chávez y Lula, constituyó uno de los hechos más salientes y trascendentes de la Presidencia de Néstor. Ampliación del MERCOSUR, creación de UNASUR y CELAC, con sentido claramente antimperialista. Desendeudamiento externo y liberación de los condicionamientos del FMI. Y con Cristina, recuperación de Aerolíneas Argentinas, ferrocarriles, satélites, radares, ciencia y tecnología, etc.

Nunca hay que olvidar que las dictaduras argentinas y latinoamericanas tuvieron a los militares como brazo ejecutor, pero sus verdaderos autores intelectuales fueron siempre la oligarquía y el imperialismo. Por eso Derechos Humanos, Democracia y Soberanía Nacional son indivisibles para el proyecto nacional, popular, democrático y latinoamericanista que encarna el kirchnerismo como nuevo movimiento histórico.

“Señores: que el 24 de marzo se convierta en la conciencia viva de lo que nunca más se debe hacer en la Patria y que ese 24 de marzo, definitivamente deje en ustedes que son el brazo armado de la Patria, la conciencia que esas armas que orgullosamente portan nunca más pueden ser direccionadas hacia el pueblo argentino”. Así culminaba aquel discurso memorable de Néstor a los militares argentinos, aquel día de 2004 en el Colegio Militar de la Nación.