Ana era estudiante de Astronomía en la Universidad Nacional de La Plata. Cursaba el tercer año de la carrera, era dirigente del Centro de Estudiantes del Observatorio y militante de la Federación Juvenil Comunista. Fue secuestrada el 30 de setiembre de 1976 en horas del mediodía, cuando salía de la facultad, por un “grupo de tareas” de la dictadura. Múltiples recursos de Habeas Corpus y entrevistas realizadas a todos los niveles dieron resultados negativos.
Supo contar Emilce Moler, sobreviviente de La Noche de los Lápices: “Son las 5 de la tarde -me dijo Ana casi susurrando- ¿Cómo sabés? -le pregunté desde la celda de al lado-. Por la proyección del sol en la pared. Se forma un ángulo, y por trigonometría, mido el seno y el coseno; así lo puedo calcular. Estudio Astronomía. Seguimos hablando un rato, de celda a celda, en el Pozo de Quilmes. Nos habíamos levantado la venda y mirábamos por las ventanitas de las puertas de los calabozos que daban a un paredón. Un día se la llevaron. Nunca supe más de ella. Siempre transmití a mis alumnos que la trigonometría es muy importante para resolver problemas cotidianos de nuestras vidas.
Un homenaje a vos Ana, que me pudiste decir la hora cuando había perdido todas las coordenadas.”
El Equipo Argentino de Antropología Forense identificó sus restos en 2012, en una fosa común del Cementerio de Avellaneda. Pero antes, el 10 de diciembre de 2011 (Día de los Derechos Humanos) la Unión Astronómica Internacional bautizó al asteroide 11441 con el nombre “Anadiego”.
El nombre de nuestra camarada hoy designa por siempre al asteroide que orbita entre Marte y Júpiter, en el cinturón principal de asteroides. Es la primera vez que el nombre de un desaparecido se asigna a un cuerpo del sistema solar.