NO A LA PROSCRIPCIÓN
Queremos votar a Cristina
En la Argentina no se puede iniciar la carrera electoral soslayando o (peor aún) naturalizando la proscripción de la principal líder política de nuestro país. Estaríamos además anticipando un escenario de derrota frente a cualquiera de las opciones del neoliberalismo. Cristina aclaró, sin eufemismos, que se trata de una proscripción política. No hay renunciamiento ni autoexclusión, tampoco inhabilitación como afirmó Alberto Fernández el 1 de marzo en la apertura de sesiones legislativas. Es importante la precisión, porque de ahí deriva la acción política. 40 años después, estamos ante el riesgo de una democracia tutelada económicamente y restringida políticamente. Si prevalece el juego de pinzas entre el FMI y el gobierno de los jueces, se impone en definitiva la política del imperialismo en nuestro país.
¿Qué significaría un retorno de la derecha? Podríamos sintetizarlo en dos elementos principales. Política de shock: es decir megadevaluación, caída aun mayor de los ingresos, flexibilización laboral y reprivatización del sistema previsional. Por eso la bancada opositora se opuso a la nueva Ley de Moratoria, cuyo costo equivale a solo tres días de pago de intereses de la colosal deuda que contrajo Macri entre 2015-2019. Es lo que vienen avisando sin ambigüedades. Hace un par de semanas anunciaron que el gobierno iba a defaultear la deuda en pesos, buscando que se cierren las pocas vías de financiamiento y anticipar así una hecatombe financiera. Es entregarles nuevamente las llaves del Estado, sin chistar, a las 200 empresas dueñas de los resortes económicos fundamentales de nuestro país.
El otro eje es el de la cesión absoluta de soberanía sobre nuestros recursos estratégicos y fuentes de desarrollo, elemento que nunca falta en las intervenciones de la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos. “¿Por qué es importante América latina?”, se preguntó recientemente. Porque acá están los “ricos recursos y elementos de tierras raras”. Y luego enumeró: litio, petróleo y agua dulce. El imperialismo necesita desesperadamente recuperar posiciones frente al avance de China Socialista. Por otra parte debe contener a una Europa a la que arrastró a la crisis, un polvorín que ya no cuenta con los hidrocarburos y granos de la Federación Rusa. En este contexto, ven la oportunidad de retomar el control nuevamente en la Argentina y torcer la tendencia progresista que hoy hegemoniza regionalmente.
Surgen un conjunto de prioridades. En primer lugar, explicar los riesgos de un retorno del neoliberalismo. Que la proscripción de Cristina es condición necesaria para que se concrete ese retroceso. Y que es fundamental sostener la unidad del Frente de Todos porque éste sigue siendo el único instrumento real frente a los intereses oligárquicos. Para eso es preciso explicitar por qué no hicimos lo que nos comprometimos a hacer en 2019. ¿Por miedo a confrontar? ¿Por temor a las represalias de los enemigos de nuestro pueblo? ¿Por convicción? Resulta un tanto irritante el elogio de la moderación por parte del presidente con más de 100 puntos de inflación interanual.
¿Cómo interpretamos el planteo de CFK de que cada uno haga lo que tiene que hacer? Impulsando las luchas por los salarios y jubilaciones, el control efectivo de los precios, frente a la estafa de las prestadoras de servicios públicos, frente al fraude de la deuda con el FMI, por cada reivindicación (más grande o más chica) en cada uno de los frentes de masas. Es ahí, en el conflicto, donde se puede explicar y se puede entender por qué sería una tragedia el regreso de Macri, Larreta, Bullrich, Morales, Vidal, etc. Por qué quienes trafican con la antipolítica (Milei por derecha, el trotskismo por ‘izquierda’ y Grabois por el medio) son variantes políticas del sistema dominante. Sólo en la lucha se gana en organización y se gana en conciencia, que es lo que necesitamos para romper la proscripción a Cristina.