JUICIO POR EL ATENTADO A CRISTINA

“No vienen por mí, vienen por ustedes”

El 26 de junio comenzó uno de los juicios sobre el intento de magnicidio a Cristina, el de los autores materiales; el trío de los copitos como tan simpáticamente apodó la prensa televisiva a Sabag Montiel, Uliarte y Carrizo. 

El intento de magnicidio, uno de los hechos políticos más graves desde el fin de la última dictadura cívico-militar, fue y es minimizado por Poder Judicial, los medios que, en un primer momento pusieron en duda su veracidad, y gran parte del arco político. Como explicó Juan Martín Mena, ministro de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, el silenciamiento al que se sometió el hecho representa un liso y llano encubrimiento. 

En su tuit, que fue replicado por Cristina, Mena señaló los huecos de la investigación llevada a cabo por la jueza Capuchetti y los fiscales: desde el celular del atacante, cuyo contenido fue borrado estando en custodia del juzgado; la permanente reticencia a investigar las pistas que apuntaban a Gerardo Milman, mano derecha de Patricia Bullrich; los nexos de Revolución Federal, cuyos integrantes entraron en el departamento de la vecina de CFK, Ximena de Tezanos Pinto; y el financiamiento a esa organización por parte de la familia Caputo con pagos millonarios a Jonathan Morel hasta pocos días antes del atentado. 

Ninguna de esas pistas mereció la pena de ser analizada en la causa. Por el contrario, el trabajo de la Justicia consistió en limpiar la investigación de cualquier indicio político para presentar el atentado como un hecho policial. Cuando presentaron a los inculpados como “tres loquitos sueltos”, o a Sabag Montiel como el lobo solitario, los medios trazaron la narrativa en apoyo del accionar del partido judicial. Una agenda bien coordinada.

El intento de asesinato contra Cristina, planificado y financiado por sectores del poder económico y de la política, fue la culminación de un proceso que puso a rodar toda la maquinaria a su disposición para finalmente lograr favorecer sus intereses. Llevó a la reacción al gobierno y a la aprobación de la ley Bases con su RIGI, retrocesos laborales y en derechos.

Cristina y el kirchnerismo eran y siguen siendo el obstáculo para que la reacción pudiera dar el zarpazo. El golpe rápido que les permita una fenomenal transferencia de ingresos a favor del capital concentrado e impulsar una reestructuración económica y social del país. El mismo proyecto de la dictadura cívico-militar en el 76, el de Martinez de Hoz, el del neoliberalismo de los 90, el que Macri no pudo terminar. 

Apenas una semana antes del atentado, en su declaración en el juicio por la Causa Vialidad, CFK lo adelantó con claridad: “No vienen por mí, vienen por ustedes”. Presa, inhabilitada o muerta, había que quitarle al pueblo la mejor herramienta que supo construir desde la vuelta a la democracia, y borrar de la memoria los 12 años de gobierno kirchneristas para transformarnos en un pueblo gris, resentido y triste sin proyecto a futuro que no sea cagar al prójimo para sentirse realizado.