EL PARTIDO ES CADA UNO DE NOSOTROS

No hay nada más práctico que una buena teoría

La frase del título es de Lenin. Más acá en el tiempo, dice Xi Jinping en su artículo El materialismo dialéctico es la cosmovisión y la metodología de los comunistas chinos: “la cosa más importante es que nosotros procedemos siempre desde la realidad objetiva antes que desde el deseo subjetivo (…) El punto de vista de la práctica es la esencia de la filosofía marxista; la práctica determina la sabiduría, y es la fuente y la conductora, así como la meta y el propósito último de la sabiduría. La sabiduría crea una reacción en la práctica; la correcta sabiduría facilita una práctica correcta, mientras que un erróneo conocimiento lleva a una práctica errónea”.

Un conocimiento: En la sociedad capitalista (sea en tiempos de Adam Smith, de Marx o la actual) solo existen dos sectores o clases sociales sin las cuales el sistema no se puede definir: capitalistas y asalariados.

Una realidad objetiva: Los capitalistas viven de explotar asalariados (de “darles trabajo”, suele decirse, cuando en realidad los que dan su trabajo son los asalariados, lo que “dan” los capitalistas es permiso para que éstos produzcan usando las máquinas del capitalista a cambio de lo mínimo indispensable para subsistir. El capitalista se queda con todo lo demás).

En esa misma realidad: Los asalariados nunca pueden acumular nada, a menos que consideremos “acumulación” el ahorro para comprar algún bien durable, un auto o una casa… y hoy en día ni eso. Hay escasísimas excepciones donde lo que juega no es que son ahorrativos, sino que son funcionales a las necesidades de otros capitalistas que los financian.

Los trabajadores asalariados del campo son las principales víctimas del desarrollo capitalista del campo: con la sojización (que es explotación maquinizada y concentrada del monocultivo) han sido desplazados para beneficio de los pools de inversión y hoy son parte de la miseria urbanizada donde se organizan los movimientos sociales.

Nada de esto es una novedad para nadie. Durante la pandemia quedó claro que nada funciona sin los cuerpos y las mentes de los trabajadores.

Desde el punto de vista del materialismo dialéctico e histórico, a esta altura del desarrollo de las fuerzas productivas los intereses de los asalariados exigen que los medios de producción fundamentales (acero, energía, minería, ciencia, técnica, etc.) pasen a ser propiedad colectiva de quienes producen, y que las decisiones se tomen con participación de representantes de quienes producen y de los usuarios, elegidos por estos. Y que la acumulación sea también en parte sustancial propiedad del conjunto del campo nacional y popular y no de algunos tipos que heredaron la fábrica, o el banco, o se quedaron con la plata de alguna matufia. En nuestras condiciones de país dependiente, como mínimo necesitan que el poder de decisión de qué se produce, cómo, cuándo y para qué y quién vuelva a tener como objetivo principal el bienestar del pueblo y la integridad soberana de la nación. Eso requiere otro Estado.

Como dice Xi Jinping, eso solo se resuelve con una teoría correcta y una práctica constante y no depende de la voluntad o la genialidad individual.

“El partido” no es un ente abstracto, ni es una fuente de sabiduría localizada en algún punto difuso del universo político argentino o extranjero. Es cada uno de nosotros, es la existencia material de personas de carne y hueso, actuando en los lugares donde vivimos, estudiamos y trabajamos, conociendo de primera mano los problemas reales de esos lugares y a las personas que con mayor o menor preparación, posibilidades, voluntad y esfuerzo, se cargan al hombro la solución de los mismos: muchas veces, somos esas personas.

El partido es al mismo tiempo el consciente colectivo de los asalariados con conciencia de clase. Es fundamental que cada comunista conozca a fondo la situación en donde vive, trabaja o estudia y se esfuerce por hacerla conocer al conjunto del partido, con criterio propio y con pensamiento crítico, profundizando en su formación y partiendo siempre de cómo se expresa la línea más general del partido que se expone en los materiales partidarios o, como puede ocurrir, si su realidad es otra exponer cómo se expresa la línea ahí y ayudar así a enriquecerla.

El partido tiene que ser la fusión del materialismo dialéctico e histórico con la práctica concreta de las masas. Son fundamentales las reuniones regulares de compañeros para leer y debatir juntos las publicaciones partidarias, para discutir sobre las necesidades populares y sus vías de resolución y las medidas organizativas concretas para cada caso. Cada militante del partido debe poder analizar y expresar los problemas concretos de los lugares donde actúa, participar y ayudar a proponer soluciones organizativas que permitan la acción del pueblo en cada lugar donde la inevitable lucha va a expresarse, comprendiendo y ayudando a comprender la profundidad de los problemas a resolver.

En particular en estos tiempos en que la ambición burguesa vuelve a expresarse descarnadamente en la calculada violencia verbal del presidente y en la violencia material pronta a aparecer de sus “fuerzas del cielo”, que vuelven a agitar pancartas de dios, familia y propiedad y prometen ser su “brazo armado”. Ellos hicieron su balance histórico: a Yrigoyen le respondieron con Uriburu en 1930, pero eso llevó a 1946 y Perón. La respuesta fue la Fusiladora del 55, pero eso llevó a la resistencia, el Cordobazo y Cámpora. Respondieron con Videla y Massera en 1976 y la convertibilidad menemista, pero eso llevó al kirchnerismo. Respondieron con Macri, y Macri desembocó en Alberto. Ahora con Milei quieren “terminar el trabajo”. Es una utopía irrealizable, porque el mundo no gira hacia atrás y la paciencia de los pueblos no es ilimitada. El daño que logren hacer no depende de ellos, sino de cuánto tarde en detenerlos el pueblo y los que se demuestren genuinos representantes de los intereses de los asalariados.