EN CADA LUCHA

Cristina Libre

Cristina fue la primera en denunciar la judicialización de la política como instrumento de la derecha contra los líderes progresistas de América Latina. Desde el martes 10 de junio, se ha convertido en otra de las víctimas del lawfare, cuando el triunvirato Supremo ratificó las penas confirmadas hace un año por la Cámara Federal de Casación Penal que la condenan a seis años de prisión e inhabilitación para ocupar cargos públicos de por vida.
Lo que sucede en nuestro país no es una excepción, sino parte de una secuencia regional. De Hugo Chávez en Venezuela a Lula, pasando por Fernando Lugo, Rafael Correa, Evo Morales, Dilma Rousseff, Jorge Glas, etc., se trata de derribar a quienes encarnan proyectos de soberanía, unidad regional y justicia social.
Hacia el final del segundo mandato de Cristina, la virulencia de la derecha y la violencia recrudeció. A solo meses de iniciado el gobierno de Macri comenzó el sistemático asedio judicial con más de 12 causas armadas por los medios y la imaginación de jueces y fiscales de Comodoro Py. En 2017 tuvo lugar el ataque a la residencia de Alicia Kirchner en Río Gallegos, donde estaba Cristina. En marzo del 22 apedrearon la ventana de su despacho en el Congreso y el primer día de septiembre de ese mismo año, realizaron el atentado contra su vida, en el que un lumpen le gatilló en la cabeza dos veces, después de cercarla con vallas y policías de la Ciudad.
La compañera es objeto de persecución judicial y mediática desde hace años. Solo que ahora, por primera vez, una de las varias sentencias que planean sobre ella, se ha hecho firme. La causa conocida como Vialidad fue seleccionada como eje de una operación cuidadosamente orquestada y ha seguido minuciosamente la agenda electoral. En ella confluyeron fiscales militantes, jueces vinculados al macrismo, medios hegemónicos que montaron climas de condena anticipada, plataformas digitales que amplificaron el odio y la desinformación. Con graves irregularidades y sin ninguna prueba, se negó el peritaje integral de las obras viales, se rechazó la recusación por vínculos probados con actores políticos, y la Corte Suprema ni siquiera abrió la instancia de revisión.
Cristina no ha dejado de denunciar el brutal endeudamiento con el FMI, impulsado durante el gobierno de Macri, y profundizado por Milei. El costo de esa coherencia política y de su decisivo rol como figura central de la política ha sido altísimo: la condena, la inhabilitación, el intento de asesinato. A horas de conocerse la condena, Cristina expresó: “Esta Argentina en la que estamos viviendo no deja de sorprendernos. Al cepo del salario que ha puesto el gobierno de Javier Milei, ahora el partido judicial le agrega el cepo al voto popular”.
El partido judicial proscribió a la dos veces presidenta y lo hizo con la urgencia que le pedía el gobierno, el poder económico y sus medios hegemónicos de comunicación. Fallaron en su intento de asesinarla físicamente, ahora intentan hacerlo políticamente. No basta con la proscripción: ahí está el coro mediático que se indigna por el balcón y los presuntos privilegios, a la par que ignoran los que gozan represores y genocidas. Ahí están nuevamente los fiscales Luciani y Mola pidiendo cárcel efectiva o reclusión domiciliaria en la Base Marambio o en el planeta Marte.
Su condena tuvo una respuesta rápida y el pueblo salió a la calle en su defensa, de la democracia y de la Patria misma. Tuvo el efecto de multiplicar la movilización con la presencia popular permanente frente al domicilio de Cristina y en los actos por su liberación. En el multitudinario acto que se realizó en Plaza de Mayo casi sin tiempo de preparación, el discurso de Cristina sobrevoló rápidamente sobre la condena y la persecución contra su persona. Y se centró en dos ejes: la crisis del modelo económico, que constituye el presente que se debe combatir, y la propuesta de futuro con la voluntad militante del “vamos a volver”.
Con la alegría de la lucha, el pueblo escuchó sus mensajes, su voz sobrevoló las plazas, nos instó a organizarnos para una carrera de fondo, aquella en que se impone quien más resiste “Junten codo con codo, fuerza con fuerza, brazo con brazo, porque tenemos razón. La razón nuestra es la razón de los pueblos, que se niegan a ser arrasados y también una patria que se niega a ser colonia. Así que compatriotas, como siempre, con firmeza y con mucho trabajo, siempre tirando para adelante. Siempre.”
Presa por mandato del imperialismo y sus cómplices locales por haber combatido frontalmente contra su política neoliberal de dependencia y depredación de nuestra soberanía. Presa para disciplinar a la dirigencia política, para que nadie más atreva a redistribuir la riqueza y construir un camino de soberanía e independencia. Defender a Cristina, es defender la democracia, es defender la lucha por una patria justa, libre y soberana.