24 DE MARZO

Un aniversario que evoca en presente

Por Rodolfo G. Módena

Se cumplen 41 años del Golpe de Estado genocida del 24 de marzo de 1976 y, como siempre y para siempre, será necesario reflexionar sobre aquel acontecimiento nefasto de nuestra historia nacional.

Nada más oportuno que volver a Carlos Marx cuando en 1852 dijo, en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, que “Hegel dice que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen dos veces. Pero se olvidó de agregar: la primera vez como tragedia y la segunda vez como farsa. Luis Bonaparte fue, así, la caricatura de su tío”.

La Dictadura Cívico-Militar instaurada aquel 24 de marzo vino para imponer las políticas neoliberales del imperialismo. De la mano de su súper-ministro de economía José Alfredo Martínez de Hoz se impusieron (aunque en una escala superior) las mismas políticas oligárquicas que antes con la dictadura de Onganía y Krieger Vassena, de la “fusiladora” contra Perón, y antes la de Uriburu contra Yrigoyen en 1930. Todas fueron tragedias y a todas le sucedieron farsas: el “fraude patriótico” de los años 30; Frondizi y Alzogaray en los 50; Lanusse, Balbín y el GAN de los 70; o Menem y De La Rúa en los 90.

En nuestra historia nacional, la parábola de Marx ha tenido más de dos unidades dialécticas de la tragedia-farsa. Claro que Marx no llegó a saber de la CIA, ni del Departamento de Estado, ni de las embajadas yanquis en nuestra América Latina.

Hoy estamos en uno de esos puntos macondianos de la misma espiral. Un punto de farsa de nuevo tipo. Porque por primera vez en la historia, los intereses y los mismos personeros de la oligarquía y el imperialismo llegaron al gobierno a través de las urnas.

Aplican las mismas políticas económicas que todas las dictaduras, las que despiden obreros, deprimen los salarios, abren importaciones para hacer negocios a expensas de la industria nacional, rebajan o suprimen impuestos al agro y al gran capital en general, recortan los gastos públicos de salud, educación, ciencia y técnica, etc. Y bastardean a la Nación con una política exterior dependiente de los Estados Unidos y la Unión Europea, en desmedro de la integración latinoamericana y una verdadera integración multipolar a un mundo mucho más diverso, rico y prometedor que el que nos recuerda nuestro pasado colonial y dependiente.

En 1976 fue preciso aniquilar al movimiento obrero y popular para implantar las mismas políticas económicas que hoy sufrimos nuevamente. No por nada, la saña represiva se concentró en los delegados de fábrica de una clase obrera que había alcanzado un alto nivel de conciencia de clase y de organización sindical en comisiones internas combativas, antiburocráticas y clasistas, así como patrióticas, latinoamericanistas y antimperialistas.

La cuestión es de clase. Ayer fueron los militares a los que la clase dominante usó y tiró a su designio. No por nada se pudo avanzar en los juicios a los militares genocidas (por la férrea determinación de Néstor y Cristina) y hoy se traban los mismos para los responsables civiles, empresarios multimillonarios y jueces cómplices de la dictadura. Hoy están ellos mismos en el gobierno. Nuestra clase y nuestro pueblo seguirán haciendo su experiencia. Macri es una caricatura de la dictadura. La lucha continúa.