PRESUPUESTO 2018
Lo que esconde y lo que es.
Hace unos días se presentó el proyecto de Ley para el Presupuesto 2018. Contempla la emisión de más deuda, siendo mayor el gasto en el pago de intereses que la inversión en políticas públicas.
El proyecto de ley de Presupuesto 2018 presentado hace unos días en Diputados por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, planifica la profundización de la política de ajuste y de entrega implementada por el Ejecutivo macrista. El Presupuesto que presenta un gobierno determina la orientación económica (y política) para el año venidero. Por como venimos, tiene en vistas determinar mucho más también.
Parte de los argumentos con los que pretenden respaldar su “planificación”, es el de cubrir el déficit fiscal y “sostener los gastos de la administración pública” tomando más deuda. Deuda que viene atada a intereses más intereses. Si se emite deuda, por ejemplo, para invertir en infraestructura, se recupera lo invertido y se devuelve. Vale detenerse en este punto para recordar que con la política de desendeudamiento iniciada por Néstor y continuada por Cristina, se logró reducir el peso que tenía dentro del Presupuesto el pago de los servicios de deuda. Desde 2009 se utilizó sólo el 10 por ciento y en 2016, con lo presupuestado en 2015, ese porcentaje llegó al 6.6. El año pasado la curva cambió superando el 10 por ciento. Para el 2018 se mantiene la tendencia con un 10.2 por ciento. Según este Presupuesto, el año que viene se tomará deuda por 17.700 millones de dólares más los 25.300 que se “necesita” para lo que resta del 2017. Con estos números, la deuda se duplicará en relación a finales del 2015 y los intereses crecerán un 28 por ciento, duplicando así, a la deuda neta.
Otro de los aspectos del entramado engañoso es el del incremento de los gastos sociales (léase planes sociales) mientras que se reducirán los subsidios a los servicios públicos. Esto es: más tarifazos sobre los servicios esenciales para vivir (como los son el gas y la luz) y el de los transportes para trasladarse hacia los lugares de trabajo. Según algunos datos, la caída real del subsidio a la energía alcanzará el 38 por ciento. En este sentido, reducirán lo que el gobierno denomina “gastos” y que durante la década ganada aprendimos a reconocer como salario indirecto.
La política de importaciones y exportaciones contenida en el proyecto de ley de Presupuesto es otro elemento que reafirma la continuidad del cierre de industrias, pymes, comercios, el perjuicio a las economías regionales y la destrucción del mercado interno. Comparando con el año pasado, los ingresos por exportaciones crecerán un 27 por ciento y los egresos por importaciones, un 46. El rojo comercial se agudiza, y rueda la rueda de cubrir déficit con deuda.
El proyecto de Presupuesto dispone de la contratación de obras por el sistema de Participación Público Privada (PPP). Según la ley de PPP, dichas obras no están sujetas a la publicación en el Boletín Oficial, lo que desde el vamos genera dudas sobre la mentada transparencia de las mismas.
Durante la sesión en diputados, Axel Kicillof cuestionó el Presupuesto presentado por Dujovne. En declaraciones posteriores señaló: “Por lo poco que hemos visto, el Presupuesto 2018 prevé un ajuste fiscal -del gasto- y un ajuste monetario, porque tratan de bajar la inflación sacándole la plata del bolsillo a la gente y encareciendo el financiamiento.”
Desde la perspectiva de los grupos concentrados del poder económico, a este Presupuesto le falta velocidad y le sobra gradualismo. Menos mal.