SE AGUDIZA LA CRISIS Y MILEI PISA EL ACELERADOR

Multiplicar las luchas

El ajuste sin precedentes que impone Javier Milei sobre los ingresos populares incluyó un aumento promedio del 220 % en las tarifas energéticas. Familias y comercios llegan a pagar hasta el triple por luz y gas respecto a diciembre de 2023. Hoy, casi una quinta parte de los salarios se destina al pago de los servicios públicos. Aun así, el ministro Guillermo Francos acaba de anunciar cortes de luz programados para el verano. Es decir, saqueo planificado y consumado en beneficio del balance de las privatizadas.
El aumento en el precio de los alimentos promedió un 136 % en nueve meses. El parate recesivo de la economía alcanzó los 6 puntos porcentuales en ese mismo periodo. En el caso de las PyMES (las principales generadoras de puestos de trabajo) la actividad manufacturera se contrajo un 8,7 % interanual en el mes de agosto. Los números son fríos, pero se puede palpar fácilmente el creciente malhumor social. Miles de laburantes saltan los molinetes ante la imposibilidad de pagar el boleto de tren o subte, las bicis se apiñan en los furgones de los trenes, familias enteras en situación de calle, y millones de laburantes veteranos que tienen que optar entre comer o comprar sus medicamentos.
Las imágenes de la represión a los jubilados que reclamaban contra el veto a una exigua actualización de sus haberes, luego el veto al financiamiento de las universidades nacionales, junto al dantesco show montado en torno a la presentación del Presupuesto 2025, conforman tres momentos que enhebran una pronunciada caída de la ponderación presidencial. Emergente de la antipolítica, la “excentricidad” que en algún momento constituyó un valor para Milei, hoy comienza a orillar el hartazgo. De excéntrico ni un pelo de la peluca. De los 899.660 millones de pesos de superávit del sector público alcanzado en agosto pasado, 896.130 millones fueron usados para pagar intereses de la deuda externa. Un auténtico sirviente de palacio.
En el seno del pueblo la mecha se acorta día tras día y los factores de poder (el imperialismo y sus socios locales) comienzan a explorar las alternativas que garanticen la continuidad de sus negocios. En el número anterior de Nuestra Palabra sosteníamos que el gobierno se encuentra ante una encerrona: si devalúa salta todo por los aires, y si no lo hace se encamina hacia un default de deuda. Por DNU el Ejecutivo se atribuyó la potestad de renegociar los milmillonarios vencimientos de 2025 sin importar las condiciones respecto al monto, tasas y/o plazos de pago, y sin la obligación de pasar por el Congreso. El parecido con el Megacanje del 2001 no es pura coincidencia. Es necesario que se conozca (sobre todo en las jóvenes generaciones) cuál fue el desenlace de ese experimento.
La crisis se agudiza y Milei pisa el acelerador. Exige un ajuste de 20.000 millones de dólares a las provincias y alista una agenda de privatizaciones, entre ellas Aerolíneas Argentinas, símbolo de nuestra soberanía. Su “disruptiva” alocución en la ONU no tiene mayor relevancia (más allá de su lacayismo), tampoco la pantomima con el martillo en Wall Street. Entre tanto, Córdoba se consume en incendios y la asistencia del Estado nacional no aparece. Se va gestando un caldo de cultivo verificable en una mayor movilización popular.
El neoliberalismo o fase transnacional del capitalismo no es viable en términos sociales, políticos, ni económicos. Menos aún en los grados de virulencia que impuso la actual administración. Junto a las luchas que se desarrollan sectorialmente y que deberán confluir paulatinamente en un único torrente, es necesario plantear una perspectiva política que además tenga fuerza electoral. Es insoslayable entonces el papel del gobernador Axel Kicillof, en particular por la gestión que desarrolla en la provincia de Buenos Aires. Las tensiones y los ruidos internos que afloran deberían administrarse sin perder de vista cuál es el enemigo principal que confrontamos, y especialmente teniendo en cuenta que está en juego la existencia de nuestra Nación. No observarlo sería un crimen de lesa dirigencia, como decía el Che.
Las recientes intervenciones de la compañera Cristina no sólo aportan en la caracterización de la coyuntura, sino que orientan un rumbo a seguir. Ante el ‘¿qué hacer?’ que paraliza a muchos y muchas, Cristina ofrece una respuesta simple: hay que estar en los problemas concretos y organizar desde abajo la bronca y el descontento. Milei es el producto de una crisis de representación política que aún persiste. Resta resolver cuáles son las formas de hacer política que permitan contactar con las reivindicaciones actuales.