NELSON MANDELA
Cien años
Nelson Rolihlahla Mandela, también conocido y llamado por su pueblo como Madiba, nació un 18 de julio de 1918, hace cien años.
Su extensa y sacrificada vida, su pensamiento y obra revolucionarios, su paciencia y consecuencia inclaudicable, constituyen un legado inmenso para todos los pueblos del mundo que luchan por su liberación.
Así le hablaba su gran amigo y camarada Fidel Castro entrados los años noventa: “Viejo y prestigioso amigo, cuánto me place verte convertido y reconocido por todas las instituciones políticas del mundo como símbolo de la libertad, la justicia y la dignidad humana. Te convirtieron en trabajador forzado en las canteras, como hicieron con Martí cuando tenía 17 años. Sólo estuve en la prisión política menos de dos años, pero fue tiempo suficiente para comprender lo que significan 27 en las soledades de una prisión, separado de familiares y amigos. Visitaste nuestra Patria y te solidarizaste con ella, cuando todavía no eras presidente de Sudáfrica elegido libremente por el pueblo”.
Y Mandela diría, en la Conferencia de Solidaridad Cubana-Sudafricana de 1995, que “los cubanos vinieron a nuestra región como doctores, maestros, soldados, expertos agrícolas, pero nunca como colonizadores. Compartieron las mismas trincheras en la lucha contra el colonialismo, subdesarrollo y el “apartheid”… Jamás olvidaremos este incomparable ejemplo de desinteresado internacionalismo”.
Y es que aquella profunda amistad entre dos de los más grandes revolucionarios del siglo XX y comienzos del XXI, estuvo forjada en la solidaridad internacionalista en la lucha contra el imperialismo, el colonialismo, la opresión y el oprobioso régimen del “apartheid” impuesto por la minoría racista blanca en Sudáfrica.
Corría la década de los años ochenta cuando la Revolución Cubana acudió en ayuda de Angola, agredida por Sudáfrica desde el sur, por Zaire desde el norte y por dos ejércitos mercenarios financiados por la CIA desde adentro. Y llegaría la tremenda y decisiva batalla de Cuito Cuanavale, dada en llamar “la Stalingrado africana”, en la que las fuerzas combinadas cubano-angolanas, asestaron un golpe demoledor a los agresores, garantizando la independencia de Angola, abriendo paso a la liberación de Namibia y a la caída de la dictadura en Zaire y del régimen racista en Sudáfrica.
Enterado de la victoria de Cuito Cuanavale, el 23 de marzo de 1988, Mandela escribió desde la cárcel que el desenlace fue “el punto de inflexión para la liberación de nuestro continente, y de mi pueblo, del flagelo del ‘apartheid’.”
Años más tarde, tras el fallecimiento de Mandela ocurrido el 5 de diciembre de 2013, Fidel diría: “Ningún acontecimiento presente o pasado que yo recuerde o haya oído mencionar, como la muerte de Mandela, impactó tanto a la opinión pública mundial; y no por sus riquezas, sino por la calidad humana y la nobleza de sus sentimientos e ideas (…) Constituye un hecho muy real que Mandela fue un hombre íntegro, revolucionario profundo y radicalmente socialista, que con gran estoicismo soportó 27 años de encarcelamiento solitario. Yo no dejaba de admirar su honradez, su modestia y su enorme mérito”.