BRASIL
Unidad amplia para derrotar al fascismo
Batallando contra todos los factores de Poder y con el principal líder del campo popular encarcelado, la fórmula del pueblo, encabezada por Fernando Haddad (PT) y Manuela D’Ávila (PCdoB), consiguió pasar a segunda vuelta en las elecciones del 7 de octubre. En un escenario complejo, la victoria solo será posible ampliando la unidad popular y redoblando el debate en las calles.
Concluida la primera vuelta electoral, Brasil se prepara para el balotaje del 28 de octubre próximo. Con el 100% de las mesas escrutadas, el ultraderechista Jair Bolsonaro, obtenía el 46% de los votos (terminando en primer lugar), mientras que el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, quedaba segundo con el 29,3%. El tercer puesto, con el 12,5%, fue para el candidato laborista, Ciro Gomes, quien llamó a apoyar a Haddad en la segunda vuelta. Si bien la situación hacia el balotaje es complicada y difícil para el campo popular, Haddad todavía puede vencer si consigue mantener el crecimiento de su candidatura (en apenas un mes pasó del 4% al actual 29%, tendencia que puede seguir creciendo) y convencer a parte de los votantes de Bolsonaro (muchos de ellos obreros del sur y habitantes de las favelas) a que modifiquen su voto. También se deberá captar gran parte de los votos de los candidatos menores y de los que se abstuvieron, que fue el 20% del padrón (30 millones de votos). Si se redoblan los esfuerzos en estas tres semanas de campaña, una victoria de la formula PT-PCdoB es posible.
En cuanto al resultado de la derecha, queda demostrada la efectividad de la estrategia política, mediática y judicial del imperialismo en América Latina. Es la misma estrategia sucia utilizada en nuestro país que culminó con la victoria de un personaje nefasto, corrupto y vende patria como Mauricio Macri. Los yanquis, que se encuentran en claro retroceso en Medio Oriente y el Sudeste Asiático, están incrementando su intervención directa sobre su “patio trasero”, América Latina. Todo el capital financiero trasnacional volcó su apoyo a Bolsonaro, que les prometió aplicar un modelo neoliberal en extremo con la intención de profundizar el ajuste, privatizar todas las empresas estatales (principalmente Petrobras) y quitar aranceles a todos los bienes producidos en Brasil. De convertirse en presidente, Bolsonaro sería un aliado estratégico de Estados Unidos a la hora de agredir a Venezuela y a Bolivia.
Otro apoyo importante para la derecha provino del inmenso movimiento evangélico brasileño (y también de la jerarquía católica) que supo conquistar el voto de millones de trabajadores humildes contrarios al aborto y a la denominada “ideología de género”. El discurso en pos de la “mano dura” contra el delito también fue clave, teniendo en cuenta que Brasil es uno de los países con mayor violencia social del mundo y con altos índices de delitos y asesinatos en ocasión de robo. La campaña de la derecha estuvo, además, apoyada por los grandes medios masivos de comunicación y por una gigantesca campaña en las redes sociales diseminando noticias falsas contra sus contrincantes. Los dichos racistas de Bolsonaro contra parte de sus electores, su xenofobia y su misoginia extrema, entre otras brutalidades, quedaron en la nada gracias al blindaje mediático que recibió. Por el contrario, los medios se la pasaron hablando de la “corrupción” del PT, otro calco de la estrategia mediática utilizada en Argentina. Las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia responden directamente al poder trasnacional y operaron durante toda la jornada en favor de Bolsonaro; incluso el jefe del Ejército amenazó con impedir por la fuerza un triunfo del PT.
Desde el Partido de los Trabajadores ya comenzaron la campaña haciendo hincapié en los modelos de país que están en pugna y poniendo el acento en la cuestión económica y social. El plan económico de Bolsonaro es la profundización del desastroso modelo del actual presidente golpista Michel Temer (cuyo Partido, el PMDB, se desplomó y obtuvo el 1,2% de los votos; lo mismo sucedió con el tradicional Partido que supo ser la principal oposición al PT durante muchos años, el PSDB, que obtuvo un 4,8%). Una victoria de la ultraderecha no solo traería represión contra la clase trabajadora en su conjunto, también incrementaría las penurias sociales, la desocupación y la miseria. “No es difícil explicitar el alto grado de amenaza de las propuestas de la extrema derecha cuando se comparan con los resultados en países con economías dependientes ultraliberales y neocoloniales, como se ve actualmente en Argentina”, manifestaba la editorial del PCdoB al otro día de la elección. Para ganar la difícil batalla del 28 de octubre y detener al fascismo será necesario construir un gran Frente Popular, aún mayor al actual y en dialogo con todo el pueblo, para impulsar el gran proyecto de desarrollo nacional con inclusión social que Brasil tanto necesita.