Han transcurridos tres meses de la asunción del nuevo gobierno, y tal como afirmó Alberto Fernández el pasado 1 de marzo, la situación del país es extremadamente delicada: el daño provocado por el neoliberalismo es objetivamente demoledor. Récord inflacionario, una deuda insostenible con vencimientos desorbitantes de corto plazo, recesión, desocupación que orilla los dos dígitos, pobreza superior al 40%, tarifas de servicios públicos dolarizadas y millones de familias endeudadas. Durante este breve periodo se han adoptado un conjunto de medidas que buscan paliar una coyuntura crítica, especialmente de los más humildes. Se han instrumentado al mismo tiempo diferentes acciones tendientes a ir desarmando el modelo de usura y timba, aunque se trata de un proceso complejo con múltiples impactos en una economía real muy golpeada.
La principal batalla, la que definirá el curso de los acontecimientos políticos próximos y futuros, es la que se plantea en torno a la renegociación de la deuda con el FMI y los bonistas privados. Alberto reafirmó en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Parlamento que “No vamos a pagar a costa del hambre y la destrucción de sueños de los argentinos y las argentinas. Más ajuste lleva a más recesión, a menos oportunidades, más pobreza, más desigualdad, más exclusión”. Anunció también que el Banco Central está auditando el origen y destino de la colosal deuda contraída por Macri, que en un 90 por ciento se utilizó para financiar la fuga. Es deuda ilegítima e ilegal (que violó los estatutos del Fondo tal y como advirtió la compañera Cristina) y sobre esa base se deberán evaluar todos los escenarios posibles. El FMI no exige sólo el reconocimiento de ese latrocinio, sino también la aceptación de los condicionamientos y las ya clásicas reformas en el plano previsional y laboral.
Se dijo durante la campaña: no hay espacio para una nueva frustración. Las urgencias sociales son enormes y hacia allí se orientan las principales decisiones del gobierno nacional. Pero urge profundizar esas decisiones, porque son grandes también las expectativas de nuestro pueblo. Es necesario al mismo tiempo destacar las recientes acciones impulsadas por el Ejecutivo, algunas de ellas anunciadas el 1M. La reforma judicial, la ley de interrupción voluntaria del embarazo, la modificación de las jubilaciones de privilegio para jueces y diplomáticos, los cambios en Inteligencia, la reivindicación de la soberanía sobre nuestras Malvinas, el plan de desarrollo hidrocarburífero, la continuidad de los juicios de lesa humanidad, entre otras.
La decisión de aumentar sólo 3 puntos de derechos de exportación sobre el cultivo de soja disparó la reacción del complejo agroexportador, que viene desde el primer día de gobierno perfilando los tractores en las rutas y amenazando con medidas de fuerza. Refleja la determinación de sectores vinculados a Cambiemos dispuestos a desestabilizar al gobierno, que no puede mostrarse permeable frente a las presiones. En el mismo andarivel juegan los formadores de precios, quienes aún con tarifas congeladas y combustibles sin variaciones continúan remarcando compulsivamente, en particular en el rubro alimentos. Alberto incorporó en su presentación ante el Parlamento algo que Cristina había advertido promediando el 2019: la necesidad de intervenir más decididamente en la concentración monopólica que hoy existe en la producción y distribución de artículos de primera necesidad.
Romper la unidad del Frente de Todos es tal vez el principal objetivo de los factores de poder, que buscan denodadamente instalar intrigas y fricciones, en particular entre Alberto y Cristina. Debemos contribuir a cuidar y preservar la cohesión de la coalición de gobierno, sin silenciar posiciones que consideramos de principios: por ejemplo, la lucha por la liberación de los presos políticos que la justicia oligárquica mantiene en prisión.
Se aproximan los primeros 100 días de gobierno, lo que nos exige acelerar los tiempos de ruptura con el neoliberalismo, para lo cual sigue siendo fundamental la organización y la lucha de nuestro pueblo. Sobre la tierra arrasada que nos dejaron, debemos reconstruir la Patria.