Mientras la República Popular China está por erradicar el coronavirus de su territorio y se encamina a retomar su impresionante senda de crecimiento y desarrollo, en Estados Unidos y Europa el escenario es catastrófico, tanto en términos sanitarios como económicos.
A poco más de tres meses de la expansión del coronavirus COVID-19 por todo el planeta, el mundo capitalista, en especial el neoliberal, sacó a relucir el verdadero estado de sus sistemas económicos y de salud, ocultos por décadas de propaganda mediática. Tanto el “sueño americano” como el “sueño europeo” están demostrando nuevamente que son en realidad una pesadilla.
La situación de Estados Unidos, que mantiene un sistema de salud privado inaccesible para un porcentaje enorme de su población, es calamitosa. Con unos 330 millones de habitantes, el principal país imperialista está cerca de duplicar a China (que tiene 1.400 millones de habitantes) en el total de casos de infectados por coronavirus. EE.UU. contabilizaba, al 30 de marzo, casi 153 mil casos totales de infectados, en comparación con China que llegó a registrar unos 81 mil casos. Al mismo tiempo, los casos activos (descontando los muertos y los dados de alta) en el país del norte, hasta la fecha, continúan siendo extremadamente elevados con unos 145 mil casos y creciendo de a más de 10 mil nuevos casos por día. Los mismos expertos norteamericanos estiman que en su país morirán entre 100.000 y 200.000 personas. Así lo afirmó Anthony Fauci, experto en enfermedades infecciosas y asesor del presidente Donald Trump. También habló de “millones de posibles contagios”.
La situación en Europa también es desastrosa, aunque se estima que no será tan extrema como en los Estados Unidos, ya que el Viejo Continente todavía mantiene sistemas de salud públicos. Italia y España también superaron a China en casos totales de infectados (al 30 de marzo, 100 mil casos Italia y 85 mil España). La epidemia se fue de las manos, en parte como consecuencia de los recortes a la sanidad durante la crisis mundial de 2008, pero también por carecer de un sistema que combine la logística estatal con la solidaridad colectiva, la disciplina popular y un sector de la economía pública que sea capaz de asegurarle todos los bienes y servicios básicos a la población, aunque ésta se encuentre bajo una cuarentena rígida.
En el plano económico, la crisis del neoliberalismo en los países imperialistas comenzó a acelerarse. Vienen registrándose caídas importantes del PIB en Europa y EE.UU. El economista Michelle Meyer, del Banco de las Américas, estimó que si EE.UU. no entra en una cuarentena rígida por el coronavirus, la caída del PIB de 2020 será cercana al 1% (si entra en cuarentena rígida el derrumbe será peor). “Estamos declarando oficialmente que la economía ha caído en una recesión y es una caída profunda. Se perderán empleos, se destruirá riqueza y se deprimirá la confianza”. La firma bancaria espera que la economía “colapse” en el segundo trimestre, disminuyendo en un 12%, lo que significa que el derrumbe continuará el próximo año y será superior al del presente. Lo mismo para Europa, que también se encuentra en la antesala de una recesión que se profundizará como consecuencia de las tardías cuarentenas, pero también por la crisis de sobreproducción que está sucediendo en el sector petrolero, que hizo caer el precio del barril internacional de 55 dólares a menos de 30 dólares en pocos días. La economía de EE.UU., que depende del fracking (mucho más costoso que el petróleo convencional), también sufrirá pérdidas masivas en este sector. No es de extrañar que la política contra Venezuela se torne aún más agresiva, ya que el petróleo venezolano sigue siendo más rentable que el norteamericano.
Pese a quien le pese, el Socialismo, liderado en esta nueva etapa por la República Popular China, continúa demostrando su superioridad respecto al capitalismo en su fase imperialista.