El neoliberalismo está en crisis y la derecha en América Latina ya no sabe cómo sostenerse sin recurrir a proscripciones y fraudes electorales. Tanto en Bolivia como en Ecuador buscan prohibir a los partidos populares más grandes y encarcelar a sus líderes, mientras que en Venezuela buscan deslegitimar las elecciones de diciembre próximo.
En medio de una crisis económica provocada por el neoliberalismo y una pandemia descontrolada, Ecuador se prepara para celebrar elecciones en febrero de 2021. En este contexto, el gobierno del traidor Lenin Moreno (cuya imagen se encuentra por el piso) tiene todas las de perder ante un renovado y en ascenso movimiento popular encabezado por el ex presidente Rafael Correa. Es por eso que el Consejo Nacional Electoral de Ecuador (CNE), presionado por el gobierno de Moreno, suspendió a todos los partidos aliados al Movimiento Revolución Ciudadana (MRC), específicamente a la alianza “Fuerza Compromiso Social”, de la que el correismo es parte. La ilegalidad de la decisión es notoria ya que el mismo CNE contradice ocho resoluciones anteriores en las que había aprobado la existencia jurídica de esta organización. Se hizo además ante la ausencia de dos consejeros opositores y de forma “exprés” (por videoconferencia y en menos de una hora). Además, el registro de organizaciones políticas ya había concluido (con aprobación del CNE) por lo que tal decisión se torna aún más absurda. “Ecuador vive una espiral autoritaria sin fin. Sepultan democracia y Estado de derecho”, afirmó el ex canciller de Correa, Guillaume Long. Otros partidos proscriptos son Podemos (MNP), Libertad es Pueblo (LEP) y Justicia Social (MJS).
En Bolivia la situación es similar: aunque el gobierno ilegal de Janine Añez todavía no se animó a proscribir al Movimiento al Socialismo (MAS) y a su candidato, Luis Arce, muchos de los representantes del gobierno golpista están haciendo llamados para impedir que el MAS pueda presentarse en las próximas elecciones (postergadas para el 6 de septiembre). La única jugada que le queda a la derecha neoliberal para mantenerse en el gobierno es proscribir al Partido de Evo Morales. El fascista Fernando Camacho, uno de los referentes del golpe de Estado contra Evo, llegó al absurdo de presionar al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para ilegalizar al MAS por haber difundido una supuesta encuesta de opinión. Estos sectores están claramente buscando cualquier tipo de artimaña para pisotear unas elecciones justas y democráticas. Ante esta situación, desde el MAS se declararon en estado de emergencia y denuncian ante la opinión pública nacional e internacional el intento de proscribir al partido, que es, sin lugar a dudas, el más representativo del movimiento indígena originario, de los campesinos, de la clase obrera y de los sectores populares bolivianos.
Estos ataques contra la democracia y los movimientos populares están encuadrados dentro de los planes del imperialismo de evitar a toda costa que Latinoamérica vuelva a ser gobernada por gobiernos antineoliberales y de izquierda. Hasta ahora todos los cañones estaban dirigidos contra Cuba y Venezuela, especialmente contra el país bolivariano, el cual continúa enfrentando una guerra económica en medio de una pandemia y precios del petróleo históricamente bajos.
El ataque que recibe el país a través del bochornoso informe de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, no puede servir de pretexto para que otros países terminen siendo funcionales a la política de hostigamiento. Las elecciones en Venezuela están pautadas para diciembre y está a la vista de todos cómo la oposición se encuentra completamente dividida, mientras que el chavismo mantiene una férrea unidad, por lo que lo más probable es un nuevo triunfo del PSUV y del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar. Es por esto que desde sectores de la oposición y del imperialismo, ya están desconociendo los resultados casi 5 meses antes de los comicios.
Los pueblos no podemos quedarnos de brazos cruzados ante estos avances ilegales, ilegítimos y reaccionarios.