A pocos meses de asumir el gobierno nacional de Alberto y Cristina, en medio de una profunda crisis dejada por el neoliberalismo de Macri y profundizada por la pandemia, el enemigo sigue ejerciendo presión para torcer el rumbo del gobierno. Las sucesivas marchas del odio en las grandes ciudades mostraron el lado irracional y profundamente antidemocrático del votante de Cambiemos y la irresponsabilidad de los dirigentes opositores de llamar a movilizarse en el momento de mayor cantidad de contagios.
Esta vez es la oligarquía de la Argentina profunda la que salió a movilizarse en Entre Ríos. A la cabeza de los “hombres de campo” está Luis Miguel Etchevere, un duro del macrismo. A partir de un conflicto familiar, intenta aparecer como un dirigente capaz de desconocer a la Justicia, la policía o cualquier organismo del Estado, amenazando a los integrantes del Proyecto Artigas con patotas armadas. La virulencia del conflicto desatado en Santa Elena no es más que la reorganización de la derecha rural que no quiere liquidar la cosecha y presiona al gobierno para forzar una devaluación que aumente sus ganancias, mintiendo además sobre una situación de tomas de tierras a nivel nacional que pone en riesgo la propiedad privada.
La solidaridad con los y las compañeras del proyecto Artigas frente a las amenazas de los grupos oligárquicos, machistas, violentos y antidemocráticos, es una toma de conciencia colectiva de la necesidad de discutir la tenencia de la tierra para los y las que la trabajen, como así también la necesidad de construir la unidad necesaria para defender el proyecto nacional en esta coyuntura tan delicada. Esto se logra defendiendo a Alberto y Cristina, sin caer en las provocaciones de dirigentes opositores que están discutiendo su interna.
La virulencia del conflicto desatado en Santa Elena no es más que la reorganización de la derecha rural que no quiere liquidar la cosecha y presiona al gobierno para forzar una devaluación que aumente sus ganancias.