JUSTICIA, FMI, PRECIOS Y COVID
Las batallas principales
A partir de lo planteado por Alberto el pasado 1 de marzo, y que la compañera Cristina profundizó en su enorme alegato ante la mafia judicial, es que tenemos identificados un conjunto de desafíos para esta etapa. El cambio de actitud por parte del Presidente resultó fundamental para alinear al gobierno de cara a lo que se viene.
En línea con lo que venimos afirmando, la confrontación frente a la corporación judicial es una de las batallas de mayor relevancia. Para no redundar, basta con ir a las palabras de CFK en su defensa por el engendro llamado “dólar futuro”. De allí se desprende cómo el Poder Judicial incide en la vida cotidiana de las personas y de las sociedades. Es persecución a quienes osan plantarse frente al poder real; es cobertura para el endeudamiento y el saqueo; es complicidad con los femicidios y la violencia de género; es sostén de los tarifazos y la impunidad de los monopolios. La corporación judicial fue la gran garante de la aplicación del neoliberalismo durante el macrismo. Pero esa es su historia, que no empezó en 2015. Hoy se plantea una guerra de posiciones, donde el gobierno va disputando lugares estratégicos, empuja reformas parciales, mientras se continúa instalando el debate sobre la necesidad de cambios estructurales en el Poder Judicial. A simple vista, la designación de nuevas autoridades en la conducción del Ministerio de Justicia debería fortalecer nuestras posiciones.
La reestructuración de la deuda fraudulenta con el FMI es otra de las pulseadas determinantes. Un mal acuerdo con el Fondo sería la capitulación del proyecto de desarrollo con inclusión social que impulsa el Frente de Todos. La deuda es con países, no con privados, lo cual hace que sea más compleja su resolución. Lo cierto es que el gobierno viene resistiendo las presiones de los factores de poder (de adentro y de afuera) que buscan un acuerdo antes de las elecciones, con ajuste y condicionamientos a nuestra soberanía. Alberto lo reafirmó días atrás: “no vamos a acordar a costa de los argentinos y las argentinas”. Mientras, avanza la presentación de la querella criminal contra quienes le pusieron una soga al cuello a actuales y futuras generaciones. Aun cuando haya más o menos novedades, es una batalla decisiva, una bandera que el campo popular debe sostener en el centro del debate; esclarecer, generar conciencia, y acumular mayores fuerzas que fortalezcan la capacidad negociadora del gobierno frente a las potencias imperialistas.
Después de un 2020 harto difícil, con dos pandemias a cuestas (Macri y COVID), con una derecha furiosa desde el primer día, y miles de intentos desestabilizadores (más chicos o más grandes) el gobierno conservó niveles muy elevados de respaldo, no por obra y gracia del Creador sino por las acciones y medidas destinadas a sobrellevar una coyuntura sin precedentes. No obstante, la elevada inflación, en particular de aquellos artículos de primera necesidad, puede hacer (y hace) mella sobre nuestro pueblo. Hay una responsabilidad clara, y es la de los formadores de precios. Los grandes oligopolios que se cartelizan y determinan el precio de las cosas. El gobierno puede impulsar paritarias que recompongan el salario nominal, elevar el tope de ganancias (y recuperar ese tributo subiendo las alícuotas a las empresas con mayores ingresos), desdolarizar tarifas o contener las presiones devaluatorias. Realmente es lo que hay que hacer. Pero si los monopolios continúan remarcando precios semana tras semana, no hay incentivo que valga. No es simple ponerle el cascabel al gato, pero es necesario apretar más sobre quienes, concientes de que además así pueden resentir las posibilidades electorales de nuestro gobierno, empobrecen a nuestro pueblo. Para empezar, nuestra tarea como militantes es que no haya confusión: quiénes son los que saquean y cuáles son las causas de este fenómeno. No es sencillo, porque cuando no alcanza para vivir, tampoco bastan las razones.
Los principales referentes sanitarios de nuestro país coinciden en la inevitabilidad de que nos golpee una segunda ola de COVID 19. El enemigo apuesta a que falten vacunas, pero si hay vacunas, que no se usen. Es escandaloso el contraste entre lo realizado en la provincia de Buenos Aires (con sus dimensiones, además) y el cinismo de Larreta en CABA, que ni siquiera inmunizó a su personal de salud. Pese al blindaje, el desprecio a hacia los adultos mayores de 80 años (muchos de sus votantes) no pudieron soslayarlo. Tampoco pudieron explicar la privatización de las vacunas. La gestión de Axel Kicillof es ejemplar, por eso apelaron al affaire de Sarlo, docente universitaria devenida en intelectual orgánica de la derecha, y últimamente actriz de reparto de operaciones de baja estofa. Antes armaron la provocación en Formosa (ensayo de futuras acciones) y días atrás el incidente planificado en Chubut por el nefasto Arcioni.
El imperialismo sabe que en octubre se juega el destino del gobierno, que se encuentra firme y dispuesto a dar las peleas principales para esta etapa. Al frente están Alberto y Cristina. En cualquier circunstancia, debemos seguir en la calle (con los cuidados necesarios) para seguir avanzando. Caso contrario, nuestro espejo será el Brasil de Bolsonaro, el Chile de Piñera, el Uruguay de Lacalle Pou, el Paraguay de Abdó Benítez o el Ecuador del traidor Moreno.