VACUNAS Y CAPITALISMO
Disputa mundial por el derecho a la salud
Mucho hemos escuchado sobre la necesidad de que se avance con las campañas de vacunación en el mundo para evitar la propagación del virus. Pero este discurso no encuentra correlato en lo concreto, dado que existe un desfasaje entre una oferta restringida y concentrada de vacunas, y una demanda mundial urgente y desesperada que está marcada por el poder y los negocios, y no por la defensa de la humanidad. Lo que se revela es la diferencia en el acceso que existen entre los países potencia y los países periféricos. Las naciones que tienen a su cargo la producción de las dosis, no solo son las que cuentan con más altas tasas de aplicación en sus poblaciones, sino que también son las que acaparan la mayor cantidad de dosis. Es colosal la desigualdad.
Según se estima, más de 130 naciones no recibirán en el 2021 ni una dosis para aplicar en sus poblaciones. Si pensamos en que, transcurrido más de un año de pandemia, ya se sabe cómo controlar, contener y, por lo tanto, como superar la pandemia, lo que queda en evidencia es el accionar de los países neoliberales y el rol de los monopolios farmacéuticos, quienes incrementaron de manera excepcional sus ganancias a partir de la producción y elaboración de las vacunas. No solo controlan el mercado, sino que también sus laboratorios exigen precios superiores a los países más pobres que a los más ricos, ejemplo de ello es la Compañía Oxford-AstraZeneca, que pide 3,5 dólares por vacuna a la Unión Europea, 4 dólares a Estados Unidos y 8,5 a Uganda.
Ahora bien, no solo se trata de liberar las patentes para que los países puedan desarrollar a escala local las dosis correspondientes, sino que también es necesario evaluar si cada nación cuenta con los equipamientos adecuados, los recursos humanos, las plantas de producción y las inversiones necesarias. Y sobre esto es importante mencionar “que el desarrollo de la parte más esencial en las vacunas más exitosas se ha hecho con fondos públicos, en instituciones públicas de los países ricos y muy en especial en EE. UU. y Alemania” (José Amiune, Vacunas y Mercado, Wall Street Internacional Magazine). En este sentido, nuestro país avanzó con la creación de la “Unidad Coronavirus”, integrada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación y el Conicet, donde el gobierno nacional anunció que financiará la etapa actual de los ensayos con 250 millones de pesos. En este marco, se conoció la noticia de que Argentina comienza a producir de manera local la Sputnik V. Se estima que para el mes de junio se pueda desarrollar de manera masiva. El laboratorio Richmond es el que tendrá a cargo la producción local. Importante recordar que dicha planta fue inaugurada por Cristina en el 2011.
Es sobre este escenario complejo que Argentina se encuentra atravesando su segunda ola, continuando de manera sostenida la campaña de vacunación. El gobierno fue tomando las medidas necesarias en cada etapa. La derecha, junto a una minoría violenta, van montando escenarios de descontento, con reclamos parciales, los cuales son reproducidos minuto a minuto por los grandes medios hegemónicos. Como contracara nos encontramos con un gran acatamiento por parte de la población de las nuevas disposiciones, y asistimos una vez más a una oposición perdida, que apela al “vale todo” con la complicidad mediática y judicial.
Una mirada sobre la dinámica de la gestación, producción y distribución de las vacunas, expone las crecientes desigualdades mundiales en las que se encuentran inmersas la mayoría de las naciones.