PRECIOS Y CARNE

Combatir la concentración

Mientras los sectores concentrados del sector agropecuario, en especial los frigoríficos, exportadores y los agrupados en la Mesa de Enlace, continúan estafando al pueblo y poniendo palos en la rueda para evitar que el Estado pueda incidir en la formación de precios, el gobierno lanzó un nuevo plan como puntapié inicial para avanzar en este sector tan sensible para nuestro pueblo.

Ante la escalada de los precios de la carne muy por encima de la inflación promedio (casi un 80% en los últimos doce meses) el gobierno dispuso a mediados de mayo un cierre parcial de las exportaciones para volcar una mayor demanda en el mercado interno y evitar que sigan escalando los precios. Sin embargo, desde las patronales encabezadas por la Sociedad Rural, decidieron realizar un lockout y detuvieron toda la comercialización. El Estado, al no tener control sobre la producción y transporte de hacienda, no pudo concretar ese buscado “shock” de oferta y los precios continuaron subiendo. Así, en mayo la disparada en los precios en los comercios no se detuvo, aumentando un 5,9%, mientras que para los cortes populares el aumento fue peor: escalaron casi un 8% en ese mismo mes.

La cuestión de los precios no es tan simple como algunos sectores pretenden. Desde economistas neoliberales que plantean que el problema es “la carga impositiva”, hasta las cámaras empresariales que culpan a los “elevados costos de producción”, la realidad es bastante más compleja que una simple variable. Si bien es cierto que los precios internacionales de todos los productos primarios y básicos -desde la carne, los granos, el petróleo, hasta los metales- subieron mucho en el último año como consecuencia de la pandemia, el elevado porcentaje de los aumentos registrado en nuestro país, en particular el de la carne, no se podría entender si no analizamos la elevada concentración del mercado en prácticamente todos los entramados de la cadena: desde la producción, la faena, la comercialización, hasta la exportación; además de la dificultad que tiene el Estado para incidir en esa estructura.

Si bien es cierto que la elevada demanda de carne en el mundo, en especial de China, está generando una tendencia a exportar más a costa del mercado interno, ese aumento extremo del 76,6% en apenas un año es absolutamente injustificable por donde se lo mire.

A principios de mes la AFIP, a través de 190 inspectores, realizó un operativo sobre los 154 frigoríficos más grandes del país -que explican el 72% de la faena total- en el que detectaron, en el 90% de ellos, cuantiosas irregularidades: desde subfacturación y operaciones sin declarar, hasta sociedades fantasma. En el sector exportador también se avanzó y se detectaron casos de evasión y operaciones para no liquidar divisas, por lo que el Estado aplicó multas a 19 frigoríficos exportadores. Por si esto fuera poco, también se detectó una importante cantidad de empleo precario e irregular. Todo este entramado caótico es una consecuencia de cuatro años de descalabro y abandono macrista, en donde el Estado estuvo completamente ausente. En 2015 el consumo promedio de carne vacuna per cápita por año era de casi 60kg, mientras que para 2019 ese número había bajado a 50kg.

Ante el fracaso inicial del cierre parcial de las exportaciones de mayo, el gobierno lanzó un nuevo plan en donde se abren parcialmente las ventas al exterior, pero con controles más rigurosos. Habrá mayor fiscalización sobre las exportaciones y controles para evitar la evasión y la subfacturación. También habrá cupos para la exportación y la restricción de vender al mercado internacional diversos cortes, como el asado, que representan el 25% de una res completa. Todos esos cortes quedarán para el mercado interno mientras que el resto se podrá exportar, aunque bajo un cupo del 50% en relación a lo exportado en el segundo semestre del año pasado. Así, el país continuará exportando, pero con un mayor abastecimiento interno, sobre todo de los cortes más populares, lo que debería frenar la escalada de precios que se viene dando desde hace un año.

Aunque estas medidas son positivas al corto y mediano plazo, la realidad es que el sector ganadero continúa concentrado y con una débil incidencia estatal, salvo por ciertos controles que se están volviendo a aplicar con el gobierno del Frente de Todos. Pero al largo plazo, si queremos mejores precios, mayor consumo de carne y también más exportaciones, lo que se necesita es aumentar la producción, tanto a través de una mayor productividad por animal, como en cantidad de cabezas de ganado. Si bien la productividad del sector ganadero en Argentina fue subiendo en las últimas décadas, la cantidad de ganado se encuentra en los mismos niveles de 1975, apenas por encima de las 50 millones de cabezas (tengamos en cuenta también que la población argentina en aquel entonces era la mitad de la actual), sin embargo el sector agropecuario fue tendiendo a elegir la agricultura por sobre la ganadería, en especial luego del boom de la soja a principios de este siglo. Si queremos modificar aspectos centrales de la actual matriz productiva para tener mejores precios, el Estado tiene que poder incidir en el cómo, que y cuánto producir, y para eso se deberá ir avanzando en un mayor control directo de toda la cadena productiva concentrada e ir construyendo los mecanismos de intervención destruidos por décadas de neoliberalismo.

En el sector exportador también se avanzó y se detectaron casos de evasión y operaciones para no liquidar divisas, por lo que el Estado aplicó multas a 19 frigoríficos exportadores.

  • La concentración del sector frigorífico es tal que apenas 150 de ellos explican el 72% de la faena total del país. Peor es el sector exportador, en donde el 65% está en manos de no más de diez frigoríficos (aunque si sumamos lo que esos frigoríficos faenan a terceros, la proporción aumenta a cerca del 85%). A principios de este mes la AFIP encontró irregularidades en el 90% de estos 150 establecimientos concentrados, en donde se detectaron desde subfacturación y operaciones sin declarar, hasta sociedades fantasma.
  • El aumento de la carne vacuna en comercios en los últimos doce meses fue del 76,6%, muy por encima del promedio de inflación registrado en el mismo período. Pero si tomamos los cortes populares solamente, el aumento fue incluso mayor: el asado por ejemplo tuvo un incremento del 92,6% en un año, mientras que el vacío aumentó un 84,6%. Con el cierre de las exportaciones parciales de mayo se esperaba una reducción de precios, pero el lock out patronal de la mesa de enlace evitó aumentar la oferta y los precios continuaron subiendo. Así, en mayo los incrementos fueron del 5,9% en promedio, mientras que los cortes populares escalaron casi un 8%.
  • La industria frigorífica suele culpar al aumento del maíz en el último año como uno de los factores de la suba en los costos de producción (al ser la base de alimentación para la hacienda de feed lot), pero según un estudio de CEPA, tomando datos del INTA, la incidencia del maíz en el costo de la hacienda terminada no supera el 8% del total. Aunque se le entregara maíz gratis a los corraleros, el efecto sobre el precio en carnicería sólo podría reducirse entre un 3 o 4%.
  • El nuevo plan del gobierno para ordenar el abandono que dejó el macrismo en este sector buscará aplicar cupos para la exportación y la restricción de vender al mercado internacional diversos cortes, como el asado, que representan el 25% de una res completa. El resto se podrá exportar, aunque bajo un cupo del 50% en relación a lo exportado el año pasado. Así, el país continuará exportando, pero con un mayor abastecimiento interno, sobre todo de los cortes más populares, lo que debería frenar la escalada de precios que se viene dando desde hace un año.