TARIFAS Y SUBSIDIOS

Estabilizar la economía ¿y después?

El pasado 3 de agosto el nuevo Ministro de Economía, Sergio Massa, anunció una serie de directrices y medidas a realizar en lo que queda del último año de gobierno de Alberto Fernández: desde cumplir con la meta fiscal aprobada por el FMI, una mayor quita de subsidios a los servicios públicos, hasta el “cuidado de las reservas”. Como ya hemos reiterado en anteriores notas: nada nuevo bajo el sol. Si bien entendemos la designación de Massa como forma de estabilizar la economía ante la compleja situación de inestabilidad en la que está el país (y que, de alguna manera, consiguió al corto plazo) también remarcamos, como lo venimos haciendo desde el día uno del gobierno del Frente de Todos, que la actual situación de inestabilidad se encuentra -aparte de la deuda impagable y la falta crónica de divisas- en la estructura económica hiper concentrada de nuestro país y la inexistencia de empresas estatales testigo en sectores básicos y estratégicos. Ahí es donde reside la incapacidad del gobierno a la hora de administrar las variables más importantes de la economía. Por ejemplo, en relación a las medidas anunciadas en torno al comercio exterior, se busca incrementar exportaciones y ampliar el superávit comercial vía créditos baratos, por un lado, y vía denuncias contra aquellas empresas que evadan, sobrefacturen importaciones y subfacturen exportaciones, por el otro. Esto es correcto y hay que apoyarlo, sin embargo es básicamente intentar mejorar lo que ya se estaba haciendo. Como dijimos, el problema principal radica en la falta de administración directa por parte del Estado en sectores básicos y estratégicos, no simplemente en endurecer controles y subsidiar créditos para que después esas mismas exportadoras continúen ejerciendo presiones devaluatorias.

TARIFAS Y QUITA DE SUBSIDIOS

En cuanto a las medidas en torno al orden fiscal, se sostendrá la meta acordada con el FMI del 2,5% del PIB. El problema es el cómo, y todo indica que para lograrla tampoco se tocará a las grandes fortunas y a los sectores más concentrados de la economía. Si bien la quita de subsidios a los servicios públicos (que en nuestro país no son tan “públicos”, en especial el sector de energía eléctrica) recaerá también en los sectores de mayores ingresos, también lo hará en la mayoría de los sectores asalariados que continúan considerándose de “clase media”. Como dijo el titular de la asociación de Defensa de Usuarios y Consumidores (Deuco), Pedro Busetti, la segmentación tarifaria impulsada por Massa se trata de “una quita extraordinaria de ingresos a los sectores trabajadores”. Si bien el gobierno venía hablando de ciertos números y de que solo los más ricos pagarían tarifas sin subsidios, un análisis de la letra chica actual nos pinta otro panorama. En mayo se hablaba de menos de un millón de usuarios que perderían el subsidio, hoy ya hablamos de 6 millones y medio como mínimo (que son aquellos que no se anotaron y pasarán a pagar tarifa plena de forma automática). Estamos hablando de aumentos que, aunque lejos de los porcentajes de la epidemia macrista, rondarán cerca del 300%. Luego está el techo de 400 Kwh de subsidio para todos los que se hayan anotado y que, pasado ese consumo, se empezará a pagar tarifa completa sobre los posteriores kwh consumidos. Esto hará que muchas familias de clase media o media baja terminen pagando también el tarifazo. Esto sucederá para la luz, pero también para el gas y próximamente para el agua. Teniendo en cuenta el contexto actual de aceleración de la inflación, que en julio estuvo en el orden del 7,5% mensual, la situación para las clases populares en este último año de gobierno del Frente de Todos no se ve para nada alentadora. El gobierno de Alberto Fernández continúa empecinado en sostener ciertas variables macroeconómicas y confiando en un sector privado que viene saboteando constantemente la economía y presionando, no solo para generar un salto devaluatorio fuerte, sino también para directamente voltear al gobierno del Frente de Todos. Nosotros continuaremos apoyando al gobierno frente al golpismo de la oposición neoliberal pro imperialista y de los sectores de poder concentrados, pero seguiremos insistiendo en la necesidad de mayores medidas que favorezcan a las grandes mayorías. Tener superávit fiscal es sano siempre y cuando no sea a costa del salario y los ingresos del pueblo humilde y trabajador. Para reducir el déficit sin caer en una emisión insostenible se podrían aplicar retenciones móviles o mejorar el esquema regresivo de impuestos que tenemos; así, el peso por el cumplimiento de la meta con el FMI lo terminarían pagando aquellos que se beneficiaron de esa maldita deuda: los milmillonarios, los terratenientes, los fugadores de divisas injustificadas, los evasores y los especuladores. Todavía estamos a tiempo.

  • TARIFAS Y DÉFICIT. Para sostener la meta fiscal acordada con el FMI del 2,5% del PIB de déficit para este año, se está apostando todo a la baja de subsidios en las tarifas de los servicios públicos. Si bien el gobierno venía planteando una segmentación para que los más ricos sean los que paguen las tarifas sin subsidio, un análisis de la letra chica actual nos pinta otro panorama. En mayo se hablaba de una suba de tarifas para 970 mil usuarios de gas que iban a perder el subsidio y 630 mil en energía eléctrica, pero hoy estamos viendo que el número final rondará unos 6 millones y medio de usuarios como mínimo (que son aquellos que no se anotaron y pasarán a pagar la tarifa completa de forma automática). Estamos hablando de aumentos que, aunque lejos de los porcentajes de la epidemia macrista, rondarán el 265% -tomando en cuenta a los usuarios de Edenor y Edesur-. Luego está el techo de 400 Kwh de subsidio para todos los que se hayan anotado y que, pasado ese consumo, se empezará a pagar tarifa completa sobre los posteriores kwh consumidos. Esto hará que muchas familias de clase media o media baja terminen pagando también el tarifazo, en especial aquellas familias humildes numerosas. Esto sucederá en luz pero también en gas y próximamente en agua. Con una inflación que en julio se aceleró al 7,5% mensual, el panorama para los ingresos de los asalariados no se corresponde con el crecimiento que viene teniendo la economía. Mientras tanto, los milmillonarios y sectores monopólicos continúan descorchando champagne con una economía que crece y genera divisas, pero que siguen fugando.
  • COMERCIO EXTERIOR. Para incrementar reservas del Banco Central (BCRA), Massa planteó promover-vía decretos (DNU)- regímenes de tipo de cambio diferenciales para agroindustriales, mineros, petroleros y de software para que incrementen exportaciones. Estas medidas de fomento de la exportación se complementarán con castigos a aquellos sectores que están aprovechándose del Estado bobo que tenemos: se denunciará, en el Poder Judicial argentino y la unidad antilavado de Estados Unidos, todas las avivadas de subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones que son responsables de evadir y fugar dólares generados en nuestro país. Esto es correcto y hay que apoyarlo, sin embargo es básicamente intentar mejorar lo que ya se estaba haciendo. Como venimos planteando desde el día uno, el problema principal radica en la falta de administración directa por parte del Estado de los sectores básicos y estratégicos de nuestra economía, no simplemente en endurecer controles y subsidiar créditos para que después esas mismas exportadoras continúen ejerciendo presiones devaluatorias. Vicentín debería ser hoy una empresa estatal testigo en el comercio exterior y de granos.
  • NUEVOS DESEMBOLSOS. Otro de los puntos centrales de la conferencia de prensa de Massa fue el apoyo al plan Guzman con el FMI y la llegada de fondos frescos acordados con este organismo multilateral de crédito, aunque también planteó nueva deuda a corto plazo con otros organismos por 1.200 millones de dólares y unos 750 millones con el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). Todo desembolso que sirva para patear los vencimientos de la deuda macrista hacia adelante, son bienvenidos, pero nunca se pueden plantear como solución al problema principal de nuestra economía. Si la fuga de divisas es mayor al ingreso de deuda externa, el problema actual seguirá empeorando, y para detener la fuga de divisas necesitamos atacar de raíz el problema de nuestra economía: la matriz de concentración y poder económico que vive a costa de todos los poderes públicos y democráticos.