BRASIL

Democracia o Bolsonaro

El ex presidente hizo una elección extraordinaria, sobre todo si se lo compara con sus primeros turnos victoriosos del 2002 y 2006 y el contexto tan difícil luego de una condena que se mostró como totalmente injusta y lo mantuvo en la proscripción.

Lula y los principales referentes hablaron a las 22 desde el Novotel Jaraguá. Abrió la presidenta del partido, Gleisi Hoffmann: “Esta victoria en primera vuelta significa que ganaremos dos veces. Tenemos que reunir a todos los sectores de la sociedad brasileña que crean en la democracia”. La siguió el candidato a vice, Gerardo Alckmin: “Es preciso salvar la democracia”, agregó en tono semejante. Y cerró Lula que buscará por tercera vez la presidencia: “La lucha continúa hasta la victoria final. Siempre creí que íbamos a ganar esta elección y quiero decir que vamos a ganarla. Para nosotros esto es solo una postergación. Le agradezco al pueblo brasileño por este gesto de generosidad. Yo nunca gané una elección en primera vuelta. Y la segunda será la chance de madurar nuestras propuestas hacia la sociedad”.

Bolsonaro ha logrado llegar a la segunda vuelta con 7 millones de votos menos que en 2018. El ex capitán declarado en insanía se convirtió en presidente de Brasil con el beneplácito del Poder Judicial y la maquinaria de fake news. Fue una victoria en segunda vuelta, con 55 por ciento de los votos válidos frente a 45 por ciento de Haddad. Y fue también la consecuencia del intenso proceso de demonización de la política tradicional, con pleno respaldo de los medios de comunicación, del empresariado y contando con la omisión cómplice del Supremo Tribunal Federal. Es un proceso que se abrió con una nueva ruptura democrática (el impeachment impuesto a Dilma Rousseff) por el cual Brasil ingresó en el peor momento de su historia desde la dictadura militar.

Una encuesta de la consultora Quaest, previa a la elección, había señalado que el 90 por ciento de los brasileños quería que el nuevo presidente se decida en la primera vuelta. El argumento que dieron es que “no pueden soportar más” el tema omnipresente de la votación. Es un indicio de la tensión a la que está sometida la sociedad brasileña, que Bolsonaro llevó a su pico máximo con su prédica violenta y el permanente machacar con la idea del posible fraude y un autogolpe. Este clima puede ayudar a interpretar la polarización del primer turno, el adelanto de votos para Bolsonaro y la caída de candidatos como Ciro Gomes. En la primera vuelta los dos principales contendientes sumados obtuvieron el 91 por ciento de los sufragios.

Por su parte, Bolsonaro continua con su agenda demagógica y no tiene empacho en gastar grandes sumas de dinero del fisco en subsidios a parlamentarios y gobernadores de estados provinciales: nada menos que 9.000 millones de dólares del presupuesto nacional destinados a financiar obras y servicios de diputados y senadores en sus distritos electorales. Aun cuando esta práctica esté legalizada, el presidente, con la ayuda del Parlamento, decretó el secreto de cómo se ejecutó ese desmesurado monto. No se sabe quiénes recibieron partidas y sus destinos finales. Para compensar debió cortar los gastos en políticas de bienestar: educación, salud y planes de vivienda. En respuesta la Unión Nacional de los Estudiantes llamó a una marcha para el martes 18 en protesta por el recorte presupuestario, en especial el destinado a las universidades federales.

La disyuntiva en estos comicios se presenta como democracia o Bolsonaro, sinónimo de violencia y autoritarismo. Así lo expresó Fernando Henrique Cardoso, ex gobernante entre 1996-2002: dijo públicamente que el líder del PT es el único candidato capaz de preservar la democracia y la inclusión frente a un adversario que representa un riesgo de deriva autoritaria. Por los mismos motivos, la candidata presidencial Simone Tebet, tercera en el ranking de los más votados, manifestó su apoyo categórico a Lula. También Ciro Gomes y otros partidos tradicionales. Lula busca movilizar el apoyo por abajo que necesita con sus recorridas y actos masivos para vencer al actual mandatario y construir un gran frente democrático que ponga un freno a la carrera hacia el abismo que sería un segundo mandato de Bolsonaro.