CRISTINA CONDUCE Y ESCLARECE
Soy del pueblo y de ahí no me muevo
En esta edición de Nuestra Palabra abordamos diferentes elementos del debate programático que la compañera Cristina propuso el 27 de abril en el Teatro Argentino de La Plata, y que profundizó el último 25 de mayo frente a un mar de pueblo al cumplirse 20 años de la asunción de Néstor Kirchner. Un día después de aquel hito histórico que abrió un nuevo tiempo para nuestro país, el compañero Fidel, desde las escalinatas de la Facultad de Derecho, nos anticipaba: “Ustedes no saben el servicio que le han prestado a América Latina; ustedes no saben el servicio que le han prestado al mundo al hundir en la fosa del Pacífico, que tiene más de 8000 metros de profundidad, el símbolo de la globalización neoliberal. Le han insuflado tremenda fuerza al número creciente de personas que han ido tomando conciencia en toda nuestra América sobre qué cosa tan horrible y fatal es eso que se llama globalización neoliberal”. Transcurrieron dos décadas inolvidables para nuestro continente, no exentas de dificultades y retrocesos, pero también de grandes luchas, conquistas y avances de la organización popular luego de la derrota de los ‘90.
Hoy se plantean nuevos desafíos frente a un enemigo todavía de pie pero en crisis. Cruje por todos lados el sistema que se empeña en imponer: el neoliberalismo. En 2022, unas 17,8 millones de personas en América Latina y el Caribe se encontraron en situación de inseguridad alimentaria aguda, que refiere a condiciones de extrema vulnerabilidad, donde se dan problemas de desnutrición y hasta el riesgo de morir por hambre (Reporte Global de Crisis Alimentarias 2023 de la Organización de las Naciones Unidas). Casi 258 millones de personas en 58 países enfrentaron los niveles más altos de inseguridad alimentaria aguda en 2022. En 2021, la cantidad de personas en esta condición era 198 millones en 53 países, según la misma fuente. Este año fue el cuarto consecutivo en aumento. No obstante, se reedita en la Argentina la discusión por los dos modelos en pugna.
El malogrado gobierno de Alberto Fernández (fundamentalmente en términos redistributivos) dio lugar a un creciente descontento de las mayorías, con un rosario de dificultades para vivir y alimentarse. Sobre ese malestar se empina la antipolítica, variante política del imperialismo. Por derecha, por ultraderecha o a través del trotskismo. Por eso es estratégico lo que introduce Cristina respecto a un programa mínimo de gobierno. Podríamos sintetizarlos en cuatro ejes principales: rediscutir el acuerdo con el FMI, expoliador, hambreador e inviable; el tipo de desarrollo soberano que nos tenemos que dar, frente a la exigencia neocolonial de ser exclusivos exportadores de materias primas; el pacto democrático roto desde el intento de magnicidio contra Cristina. Urge entonces un cambio estructural del poder judicial (hoy devenido en fuerza de choque) y la necesidad de una Argentina sin mafias. Por último (y condición principal para que todo lo anterior sea posible) la insustituible organización política de nuestro pueblo.
Cristina conduce y esclarece, e hizo docencia política respecto a este último elemento: “que cada uno, cada una, en su lugar de estudio, en el trabajo, en la calle, en el bondi, en el subte o en la bici, cuente y permita que este entramado de desinformación en cuanto a los verdaderos responsables de la situación que vive la Argentina en materia de endeudamiento, de falta de dólares, de corridas que tantas veces han asolado a la República Argentina… (para que) esta vez la gente pueda decidir con claridad, pero sobre todo con información. Por eso, esto no es tarea de una persona, esto es tarea militante. Basta de pedirle al otro que haga cosas que nosotros no estamos dispuestos a hacer. Hay que romperse lo que hay que romperse y lo tienen que hacer todos y todas.” De esto depende la posibilidad de triunfar en una contienda electoral, de gobernar y, en todo caso, de resistir.