BRASIL
Democracia o neoliberalismo
En Brasil se viven momentos cruciales. Avanza la derecha golpista con el juicio político a Dilma y la resistencia del pueblo en defensa de la democracia y sus derechos.
Al cierre de esta edición se estará definiendo la suerte del pueblo brasileño y de Dilma como presidenta. Se definirá, además, si se produce un quiebre de la democracia en Brasil y del proyecto progresista que llevan adelante los compañeros Lula y Dilma y si una vez más la derecha se lleva puesta la voluntad popular a través de un golpe.
El Plenario del Senado decidirá en votación si abre o no un juicio político contra la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT), quien en 2011 se convirtió en la primera mujer en asumir la Presidencia de Brasil. La Cámara Alta podría suspenderla de su cargo por seis meses y dar paso al gobierno Temer, el actual vicepresidente devenido en opositor. Temer presentará su propio proyecto de gobierno y su gabinete diametralmente opuesto al proyecto del PT. Representa la vuelta del neoliberalismo y de los sectores privilegiados, y es uno de los políticos con menos adhesión en Brasil. Centenares de bloqueos en las rutas y avenidas de las principales ciudades de Brasil resisten la asonada golpista.
El presidente interino de la Cámara de Diputados de Brasil, Valdir Maranhao, decidió finalmente apoyar el proceso de destitución, horas después de haber optado por lo contrario. Maranhao cambió después de que su partido, el Partido Progresista (PP-MA), lo amenazara con expulsarlo. El legislador comunicó el lunes a la noche su nueva postura en un escrito enviado al presidente del Senado en el que anuncia que deroga la anulación del juicio político a Dilma en la Cámara, aunque no explica este cambio.
Por su parte, la presidenta Dilma interpuso un recurso ante la Corte Suprema (que finalmente fue rechazado) para frenar el avance de apertura del juicio político. El documento asegura que existió abuso de poder por parte del anterior presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, quien fue suspendido por el Supremo Tribunal. La acción del gobierno se basa precisamente en esa decisión de la máxima instancia judicial del país, que alejó del cargo al legislador y delincuente por entender que lo utilizó para interferir en las investigaciones que lo vinculan con la trama de corrupción que operó en la empresa estatal Petrobrás.
Miles de personas protestan en al menos 20 estados de Brasil contra la apertura del juicio político a la presidenta. Los manifestantes bloquearon avenidas y rutas en todo el país. En Brasilia, el llamado “muro del impeachment”, un vallado de un kilómetro de largo que se extiende entre la Catedral y el Congreso, ya fue levantado para separar a los manifestantes favorables y contrarios a la presidenta.
Las protestas son organizadas por grupos de izquierda que históricamente apoyaron al gobernante Partido de los Trabajadores (PT), como la Central Única de Trabajadores (CUT), la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST).
El miércoles pasado, Dilma les recordó a todos que el último día de su mandato es el 31 de diciembre de 2018 y aseguró que luchará contra el impeachment con “todos los medios disponibles”. Al hablar en una conferencia sobre políticas para las mujeres, frente a miles de fervientes simpatizantes indicó que va a “luchar [contra la destitución] con todas mis fuerzas, usando todos los medios disponibles, medios legales, medios de lucha”. Además afirmó: “Estoy cansada de los desleales y los traidores”, e identificó como autores de un “golpe moderno” al vicepresidente Michel Temer y al ex presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha. “Los dos proporcionaron esta especie de golpe, un golpe realizado no con las armas, no con bayonetas, un golpe realizado rasgando nuestra Constitución”, denunció.