EN 2019

Construir la victoria

Cierra el 2018 con un escenario de profunda crisis económica y social, que sin embargo no tocó fondo. Durante los últimos días de diciembre se conocieron índices de diversa índole que muestran el grado de deterioro provocado en sólo tres años por el neoliberalismo. Esto ha acelerado la inestabilidad interna en la alianza de gobierno y continúa resquebrajando al bloque de poder que impulsó la llegada de Macri al ejecutivo nacional. Las luces del G20 se apagaron y rápidamente volvimos a ser calabaza. Mientras tanto, cualquier tema que evada el descalabro económico es utilizado (y en muchos casos banalizado) con fines distractivos. No obstante, la realidad golpea con especial dureza.

La caída del PBI en el tercer trimestre fue del 3,5 por ciento, que se suma a la baja de 4 puntos registrada en el trimestre anterior. Técnicamente se considera recesión. La proyección oficial augura una caída de la actividad de hasta 2,6 por ciento para el 2018. El desempleo alcanzó el 9 por ciento en el tercer trimestre, lo que indica un aumento de siete décimas con respecto al 8,3 por ciento registrado en igual período del año anterior, según las edulcoradas estimaciones del Indec. En el conurbano bonaerense, la desocupación escala al 11 por ciento. Con una inflación que oscilará los 48 puntos, en los sectores más pobres pega con mayor virulencia: en los últimos doce meses, la canasta de pobreza subió un 57,3 por ciento.

La disparada en el riesgo país refleja la creciente percepción de los tenedores de títulos públicos de que la Argentina camina al default. Por eso se desprenden (con prisa y sin pausa) de los bonos en moneda extranjera. El Tesoro ya utilizó el 75% de los desembolsos de dólares que recibió del FMI: de los 20.535 millones de dólares, más de 15 mil millones ya fueron destinados a vencimientos de la deuda. Los sectores financieros (grandes ganadores junto a las energéticas y agroexportadores) dejaron en claro promediando este año que Macri ya no es garantía para la continuidad de sus pingües ganancias. Visión estratégica no les falta.

Días atrás la UIA presentó un documento ante el Episcopado con inusitadas críticas a la gestión económica. Piden sin ambages un cambio de modelo. Son segmentos golpeados no sólo por la magnitud de la crisis, sino también por la tromba extranjerizadora que arrasa a nuestra estructura productiva. Los yanquis buscan bloquear el avance de China y Rusia en nuestra región y van también por los capitales nacionales. Neoliberalismo es transnacionalización y desnacionalización. Ya ni los Rocca, los Macri o los Brito pueden ostentar la confianza del imperialismo. Las citaciones judiciales a los popes del empresariado se enmarcan dentro de estos objetivos.

El partido judicial se desmarca todos los días un poco más. Por lo citado anteriormente aunque también a través de un conjunto de decisiones y fallos más recientes aún. Uno de los más resonantes es el que declara inconstitucional el mecanismo utilizado por la Anses para el cálculo del haber inicial sobre unas 150 mil jubilaciones. Más allá del costo fiscal, el impacto es fundamentalmente político. A esto hay que añadir la acordada de la Corte Suprema (resuelta por 3 de sus 5 miembros) que limita ostensiblemente las facultades de Carlos Rosenkrantz, presidente del cuerpo y delegado directo de Macri.

En este río revuelto, los yanquis van ajustando y delineando su ingeniería electoral en nuestro país. La posibilidad de que se desdoblen las elecciones en la provincia de Buenos Aires (no sólo en las intendencias sino también para la gobernación) es parte de estos movimientos. El armado del peronismo “racional” (neoliberal) no despega, por eso buscan ahora que Massa endurezca sus posiciones para morderle alguito del “voto descontento” a Cristina. No hay que descartar tampoco que saquen algún Randazzo de la galera. En cualquier circunstancia, debilitar a CFK es política metódica del enemigo.

Cristina es la ordenadora de la alternativa política del campo popular. Es quien continúa uniendo voluntades, hilvanando posturas comunes, ubicando prioridades: esto es, agrupar fuerzas con denodada amplitud para derrotar al neoliberalismo. Es un camino que debemos recorrer, distinguiendo lo principal de lo secundario, estableciendo alianzas permanentes y también de las transitorias. Cristina ejerce su rol de conducción y hace lo que tiene que hacer: construir la victoria. Nosotros tenemos que ser capaces de organizar a los sectores más consecuentes. Esa debe ser nuestra principal contribución